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Domingo, 12 Febrero 2017 21:08

Lizeth, la historia de una infamia surgida del Nuevo Sistema de Justicia Penal

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Indignada, molesta, encabronada, como ella misma dice sentirse, pero, sobre todo, con una impotencia total… así vive Claudia Lizeth Peña, una joven mujer que no sólo fue víctima de un peligroso sujeto en su propia casa de Campo Verde que casi la mata, sino también, víctima de jueces y defensores de oficio que exhibieron sus carencias y falta de valores durante el primer juicio oral que se tuvo en la historia de Puerto Vallarta.

Por Jorge Olmos Contreras

En entrevista, Lizeth es clara y llana al expresar que “no puedes pedir justicia cuando hay un sistema y jueces podridos”, en clara alusión al fallo emitido en diciembre pasado por un Tribunal de Enjuiciamiento contra un individuo que, con clara premeditación y alevosía, la atacó en enero del 2016 con la intención de violarla y quizá privarla de la vida, y a quien sólo le dieron cuatro años dos días de prisión.

Después de la agresión que sufriste, qué ha pasado con tu vida, cómo fueron estos 10 meses en que buscaste justicia

En realidad, es que después de esa noche, no tuve vida. Todos estos meses en búsqueda de justicia estuve como muerta en vida, como en una irrealidad total, te parece hasta increíble, esa es la verdad. No sabes ni siquiera en qué mundo vives, pero son las propias autoridades, la propia gente que vas buscando para encontrar justicia, las que hacen que aterrices.

 

¿No te dio temor como mujer luchar en esa búsqueda de la justicia, por posibles represalias?

No, yo desde el primer momento busqué que se hiciera justicia, porque vi de frente a mi agresor, lo vi cuando me atacó y lo volví a ver cuando me trató de reventar un vaso en la cara y terminó pegándome en la sien izquierda.

Lo tenía enfrente, él buscaba entre mis cuchillos en la tarja para atacarme, pero yo no tenía fuerzas para sostenerme. Nunca se me va a olvidar su mirada, que era de saberse descubierto, fue entonces cuando yo le pego con el vaso de la licuadora y trato de empujarlo. Me ve y se va corriendo. Tenía su ropa en la entrada, se pone el pantalón y escapa. Como lo hizo, puedo asegurar que no era la primera vez que hacía esto.

¿A quién recurriste, quien te ayudó para enfrentar este trauma?

Gracias a Dios tuve una red de apoyo muy buena, porque incluso ese día, del teléfono de mi vecina llamo a mi amiga y a mi madre que llegan en mi apoyo, y desde entonces no paramos. Llegaron policías municipales que fueron muy prepotentes. Nada más faltaba que me dijeran: “cómo anda así vestida dentro de su casa” … como para que alguien se meta y te ataque. ¡por Dios! Es tu espacio, y si tú quieres puedes andar encuerada y nadie te tiene que decir nada.

Pasas por una situación muy cruel, llegó el momento en que yo les pedí a los policías que se fueran de mi casa, porque ya no quería soportar estar escuchando pendejadas.

¿Hubo algún momento de flaqueza, de querer rendirte?

Sí, hubo un momento en que yo le dije a la fiscal: Yo no me voy a presentar. Para qué: ¿para ser un títere nada más?

La verdad ya no quería dar ni un méndigo día más a esto, porque desde que amanece la haces de policía investigador; tu buscas testigos, tú los llevas, tú tienes que comprobar todos los gastos, llevar a los médicos a que ratifiquen etc.

¿Cómo le hiciste para sufragar gastos?

Pedí un préstamo en mi trabajo, préstamo que después restructuré, porque consideré cierta cantidad y fue más. En mi trabajo fueron muy comprensivos, porque dime, quién va a tolerar que tengas cada rato que salir. Es algo muy desgastante, y por la naturaleza de los hechos que afectan tu integridad física y moral y algo tan tuyo, tan íntimo, te provoca sentimientos encontrados. Por un lado, no quisieras que nadie se enterara, pero por el otro quisieras que todo mundo lo supiera… ¿si me doy a entender?

¿Fuiste con algún psicólogo?

Sí, estuve yendo con una psicóloga. De hecho, el primer día que fui le dije: ayúdeme, porque siento que no puedo más. Ese día yo sentía que era un hilo el que me detenía.

¿Te dijo que tenías secuelas de este ataque?

Sí, ella empieza a platicar conmigo, fue una intervención en crisis como por cuatro horas y media. Para esto, yo estaba medicada por mi neurólogo, estaba tomando controladores del sistema nervioso, porque entre todas las lesiones que me ocasionó, me provocó un derrame cerebral, un derrame en el ojo, cerebro inflamado, vidrios en el ojo y golpeado todo mi cuerpo. Al día de hoy todavía tengo un moretón casi a la altura de mi tobillo derecho, donde tengo un pequeño dolor, como una luxación.

¿Después de este tiempo, qué esperabas del juicio oral, de los jueces, del nuevo sistema de justicia?

Yo pensaba que su criterio iba a ser más amplio y consciente, por la naturaleza del delito. Para empezar, (el atacante) es una persona que un mes antes trató de meterse a la casa de una vecina, que también vive sola. Ella tenía como ocho meses viviendo en Campo Verde, y declaró en la audiencia. Dijo que fueron los mismos policías lo que atendieron su reporte, pero pese a que el sujeto le desprendió el domo de su baño para entrar, cuando los policías lo detuvieron, después lo dejaron ir.

Los mismos policías le dijeron: “estás segura de lo que vas a ser, porque tú vives sola”, o sea ellos son los primeros que te infunden miedo, en lugar de apoyarte como autoridad.

¿Cuándo escuchaste el fallo, qué sentiste?

El fallo fue terrible, cuando yo escucho… para empezar la pena que dice que es cuatro años… ¿Cómo crees? Me dije… En cuatro años no voy a recobrar mi confianza ni mi ritmo de vida que llevaba.

¿La Fiscalía no consideró los otros delitos para que se tomaran en cuenta en el juicio?

Lo que pasa es que, con este Nuevo Sistema de Justicia Penal, que es totalmente garantista para los delincuentes, es terrible. Tienen tantos beneficios como no tienes una idea. En cuanto al trabajo de la Fiscalía, no puedo decir nada, pese a que al principio yo tuve que andarlos prácticamente arreando, que me costó etc. Pero una vez comprometidos en eso, yo no tuve ningún problema. De hecho, la licenciada Gisela que fue la MP, fue muy puntual al señalar que se tomara en cuenta la violencia de género; de que entró al domicilio aprovechando la nocturnidad; a sabiendas de que yo estaba sola; incluso que esa persona ya sabía cómo desplazarse en la casa, porque todas son estructuralmente iguales.

¿Por qué desechan los argumentos de la Fiscalía?

Porque dependes de un juez, y cuando un juez no tiene criterio… yo creo que lo parió la tierra. En este caso fue el Tribunal de Enjuiciamiento formado por Jaime Benjamín de la Torre de la Torre, Miguel García Hernández y Joaquín Torres Sánchez, ellos fueron los que llegaron a ese acuerdo para emitir el fallo. Y uno pensaría que precisamente el Tribunal de Enjuiciamiento está formado por tres personas, porque tres cabezas piensan más que una, pero parece ser que las tres pensaban igual.

El fallo fue de cuatro años por la tentativa de violación y dos días por el robo de mi celular. Por eso les digo que una mentada de madre me hubiera salido mejor. Además, se les olvidó incluir el teléfono en la supuesta reparación del daño.

¿Entonces cuándo escuchas es el fallo sientes impotencia, rabia… qué esperabas?

Una impotencia total, indignada. Esperaba una sentencia considerable. La fiscalía en todo momento pidió la pena máxima, que era 18 años un mes, por ambos delitos. Hay una gran diferencia contra cuatro años y dos días. Cómo es posible que un juez diga que no se da la violencia de género solamente porque te defendiste… ¿O sea que tuve que haber dejado que me violara, que me matara, que fuera una estadística más, sin rastros de mi agresor, sin ninguna pista, para que se diera?

Es más que una molestia lo que siento, es un encabronamiento. Y yo me dije: Eso me pasa a mí por pendeja, por andar buscando justicia en un lugar donde hay un sistema y jueces podridos, esa es la realidad de las cosas, carentes de cualquier valor.

¿Por qué no apelaron?

Sí se podía, pero yo no quise, ya no resistía un día más… darle un segundo más de mi vida a este caso.

¿Claudia, usted está consciente de que cuatro años se pasan muy rápidos, que a veces hasta les reducen la pena por buen comportamiento?

Soy la persona más consciente de eso y, nada más falta que lo suelten antes, ya que la verdad si le dieron cuatro años fue nada más para no dejarlo en libertad, ya que, por ejemplo, si tu pena es de tres años 11 meses y 20 días, no amerita prisión, te dan libertad condicional. Entonces aquí ya fue por no llegar al descaro y entonces sí, lo que pasa en otros lugares, que le gente se los quita a las autoridades y los linchan.

¿Entonces sólo faltó que le dieran libertad condicional?

Pues cuando estaba escuchando reducción tras reducción a la condena, de pronto yo dije: “Dios mío, ni pena privativa… que se llama corporal… ni eso va a alcanzar”.

¿Entonces 10 meses de lucha no sirvieron casi de nada?

Para nada, sólo para que tu sirvas de objeto de atención y seas blanco de una persona, de un loco como éste que no sabes cómo va a reaccionar en tu contra.

En el caso de la imputabilidad disminuida, la ley dice que tienes una reducción de hasta dos terceras partes, pero como los jueces andan de oferta, el “hasta” no lo toman en cuenta y reducen dos terceras partes de sopetón, como va.

El juez hubiera utilizado su criterio y le haya reducido un día, no las dos terceras partes. Se les olvidó que allanó mi morada, que me golpeó, que estaba encima de mí cuando desperté… Eres tan miserable que yo dije: “Dios mío porque no se desistió en algún momento”. Y me dijo la psicóloga: “¿sabes por qué no lo hace?, porque es una persona delincuente, enferma, que sus bajos instintos es lo único que le importa”.

Y se llega a volver un reto lo que hacen estos sujetos: De cómo no voy a poder violarte si eres una pendeja que no se puede defender; eres una mujer débil; cómo vas a poder más que yo, que soy un cabrón, etc.

Pero los jueces actuaron tan mal que nada más faltó que yo me tomara una selfie para que vean que me estaban tratando de violar, para ver si así admitían las pruebas.

Estuvo tan mal todo, que nada más faltaba que me cobraran las lesiones del sujeto… porque su abogado defensor, Bruno Gilberto Peña Contreras, me recriminó que lo había golpeado con una copa; mientras que Blanca Estela Mendoza Rentería, otra de las abogadas de oficio de la fiscalía que defendía al agresor, comentaba a cada rato que “pobrecito muchachito, acusado de hechos que no cometió”, cuando hay peritajes clarísimos que sí lo hizo.

¿Cuándo lo viste físicamente qué sentiste?

Terrible, no puedes decirle nada, no puedes desahogarte porque pobrecito, lo toman en tu contra. El papá y el tío fueron totalmente ofensivos en mí contra. El tío me dice: “claro que eres una mentirosa, él no es capaz de hacer eso, pero si él lo hizo, yo te voy a besar los pies”. Y yo le dije: “sabe qué señor, no me dirija la palabra”.

Y el papá riéndose de mí, esto fue el primer día en fiscalía. Le dije: míreme señor, míreme bien, ¿me ve?, le aseguro que no me reconoce… su hijo me pudo haber matado… pero ¿qué cree?, estoy con vida, y su hijo va a pagar por esto.

Yo creyendo en la justicia le dije eso ese día. Y ahora tristemente me doy cuenta que no existe, o que las personas que emitieron el fallo no tienen ni la más mínima idea del concepto de justicia.

¿Cuál sería tu mensaje para las mujeres que podrían pasar por algún caso similar al tuyo?

Que te defiendas, que te protejas, que no denigres a la mujer. Que como mujer debemos estar conscientes de que, si no nos cuidamos entre nosotras, nadie nos va a cuidar.

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