ser Presidente de México. Con esa zanahoria Felipe Calderón semblanteó a Mouriño, Ebrard y Manlio; a los panistas, a los perredistas y a los tricolores los tenía comiendo en sus manos. Con el poderío que acumulaba Manlio, dispuso hacerle cuentas a los mexiquenses que lo espiaron a través de un organismo ilegal que dirigía el “Cisen mexiquense”. Las denuncias ante la PGR por el fisgoneo descarado de los tolucos, era la forma de atajar viejas rencillas con ese tropa de poder. Manlio se daba golpes de pecho, porque el equipo de don Fernando Gutiérrez Barrios, no se había retirado y su gente de la ex DFS estaba trabajando en los drenajes del establishment y fue ella la que detectó a Monte Rubido. En aquel entonces los mexiquense junto con Rubido parecían políticamente muertos, pero afanaban a su manera fecundando el proyecto de repetir el sueño lopezmateísta, alcanzado finalmente con Enrique Peña Nieto. Manlio quería meter al tambo a Rubido y junto con él a los Atlacomulcos, alcanzando únicamente a Dena Escalera. La vida da vueltas y ahora Rubido, un especialista en contrainteligencia política, asume el poderoso cargo de la Policía Federal en una maniobra envolvente que hizo a un lado al representante de la “izquierda militar” en Bucareli. La otra historia o el envés de la tortilla priísta, era considerar a Peña Nieto un político resentido y que como cabeza de la nueva generación en el poder, cobraría a Beltrones las lesiones que trató de infringir al grupo fiduciario de Isidro Fabela. El estilo personal del Presidente de la República, es de sinergias, si Manlio tuvo conflictos con los mexiquenses y estaba de por medio ese pendiente, quién mejor que Beltrones para asumir la coordinación de la bancada tricolor con tal de sacar las reformas estructurales. Lo mismo se apostaba sobre Emilio Gamboa, como un dinosaurio con prorrogados con la justicia, siendo lo más reciente la pedofilia del Precioso Marín; pero Peña Nieto los prefirió por mañas antes que a Cristina Díaz ahora en la CNOP y con proyecto a Nuevo León, si no es que se le cruzan en su camino Manlio y Gamboa. El senador y el diputado tienen rencillas pero han sido eficaces bajo la batuta peñista. Rubido hizo funciones de la NSA con los priístas que se aliaron con la derecha albiazul los pasados dos sexenios, sobrevivió la adversidad y ha sido recompensado con la PFP en el aliancismo que existe entre un grupo mexiquense con el grupo hidalgo y que juntos trabajan para su proyecto transexenal contra otros mexiquenses. Monte Rubido disfruta su regreso y como Fouché pone en aprietos al factismo priísta que el pasado sexenio intentó aniquilarlo, Elba Esther por ejemplo, se la juró y la realpolitik es diferente, sin exceptuar a Manlio y a Eduardo Medina Mora que se dicen soldados del Presidente