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Jueves, 12 Agosto 2021 01:50

Advirtieron a Profepa de riesgos sobre clausura prolongada de obra en Amapas… pero hizo caso omiso Destacado

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Por Jorge Olmos Contreras

Aunque se pueden señalar una cadena de sucesos, errores y factores que derivaron en el derrumbe de una parte del cerro en la zona de Amapas, en donde se construía un desarrollo condominal denominado edificio "Serena”, el más significativo ha sido la irresponsabilidad con que actuó la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) al ser omisa cuando, tanto el director de obra y perito, José Antonio Escobedo Pulido, como un juez de Distrito, le advirtieron del riesgo que representaba una clausura prolongada de los trabajos que fueron parados intempestivamente en el momento en que se apuntalaba el área que ayer se vino abajo.

Por investigaciones propias de este medio, pudimos acceder al amparo concedido al desarrollador, Adrián Guadalupe Sada González, por el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa apenas el 08 de julio pasado, para reanudar los trabajos de los condominios Serena (por eso había trabajadores en el sitio) y en donde la parte quejosa estableció claramente los riesgos que representaba una larga clausura.

De hecho, la obra fue clausurada en enero de este año y el día 10 de agosto casi se cumplían ocho meses de haber detenido los trabajos; por ello, un juez de Distrito envió su postura al Tribunal Colegiado donde le indicaba que sí era posible la suspensión de la clausura porque “se acredita la existencia de un probable riesgo que pudiera derivar de la clausura prolongada de la obra y la medida de aseguramiento impuesta”.

El juzgador manifestó que haber clausurado la obra fue incorrecto, pues “se reclama la omisión en el levantamiento de una clausura con motivo del riesgo o peligro real, actual e inminente que implica mantener la obra en las condiciones en que está, con motivo del estado en que se encuentra, su ubicación geográfica, las condiciones climáticas y meteorológicas”.

LAS ADVERTENCIAS

En la demanda de amparo, el desarrollador advirtió que de “actualizarse una eventualidad, la cual existe el riesgo real que suceda, se perdería el patrimonio del quejoso y los terceros vecinos, así como podrían perderse vidas humanas o al menos afectarse su integridad física, y también se generarían afectaciones al ecosistema de playa”.

En este sentido, el juez de Distrito informó al Tribunal Colegiado, que el desarrollador le subrayó que, desde febrero de este año, hizo saber dichas circunstancias a la autoridad responsable (Profepa)… “sin que a la fecha haya ni respondido ni realizado nada al respecto para evitar el daño”.

Sin embargo, la autoridad, en este caso la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente –indicó el juez— “ha sido omisa en levantar la clausura a pesar de que ya se le solicitó y se le advirtió de los riesgos que existen y la dimensión de los daños y afectaciones que se puede causar”.

Así las cosas --se señala en la queja del amparo—“ante la existencia de un probable riesgo de que ocurra un deslave o colapso del cerro en el que se está realizando la aludida construcción, derivado  del estado en que se encuentra la misma, ubicada en la calle Santa Bárbara número 426 de la colonia Amapas, los efectos de la suspensión es para que se autorice al quejoso a realizar las obras necesarias para garantizar el talud, no dejar cortes abiertos, así como para que se lleve a cabo el mantenimiento necesario a fin de que no se genere riesgo alguno a la población vecina, al área de playa y al ecosistema costero”.

No obstante, la Profepa no tomó en cuenta las advertencias sobre los riesgos existentes al parar la obra y detenerla justo cuando se hacían trabajos de compactación, se colocaban anclas y se procedía a la estabilización del predio.

No solo eso, sino que la Profepa ignoró dichas advertencias que se le hicieron saber desde febrero, por lo que el desarrollador buscó la protección de la justicia federal y fue hasta el 08 de julio en que el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa le concedió la suspensión de la clausura impuesta; pero como ya vimos, dicho levantamiento llegó demasiado tarde, toda vez que el temporal de lluvias habría reblandecido el suelo y cuando se continuaba con las actividades de la obra, ocurrió el impresionante deslave del cerro el martes pasado.

EL DICTAMEN QUE PREDIJO LO QUE IBA A OCURRIR

En este contexto, el reportero también tuvo acceso al dictamen que elaboró el director de la obra del edificio Serena y además perito en construcción, José Antonio Escobedo Pulido, donde advertía del riesgo inminente de dejar parados los trabajos por mucho tiempo.

Este dictamen técnico –se indica en el documento-- se enfocó en cuatro puntos para precisar si existía o no riesgo de deslizamiento de suelo, debido a la obra incompleta de cortes y estabilización en proceso de construcción, así como de obras complementarias incompletas de conducción de drenaje pluvial.

1.- Sobre los cortes para alojar el proyecto aprobado se determinó que estaba al nivel, pero en cuanto a la parte de estabilizar el talud en la parte norte, le faltan unos cinco metros de altura en su parte inferior; mientras que en la parte sur hay bastante material cortado y acamellonado; y debajo de este existen cortes que no están preparados para soportarse con sobre cargas en condiciones de saturaciones que el agua pluvial les aporta.

2.- Existe bastante material de corte que se estaba traspalando y sacándose de la obra, el cual está totalmente suelto y con la saturación que le va a provocar la lluvia, va a terminar todo en el mar si no es retirado oportunamente.

3.- En cuanto a la estabilidad de la zona con anclajes y concreto lanzado, subrayó que en la parte superior no tiene ningún tratamiento para transitar, del concreto lanzado al terreno natural, “lo cual al tener pendiente el resto del terreno hacia el concreto lanzado, el agua va a penetrar entre la “pared” de concreto y el terreno, ocasionando con esto un vacío, donde puede llegar a dar un punto de falla de corte, por saturación”

4.- En la calle Santa Bárbara –agregó-- y justo afuera del predio en construcción, existe y está en operación una boca de tormenta longitudinal a la acera del predio, la cual drena el agua pluvial proveniente del área tributaria a la boca.

Esta boca de tormenta de 30 metros, tenía una trinchera que drenaba hacía un lavadero que estaba en las escaleras y o área de calle; la construcción que ahí existía servía como pared de contención, pero fueron demolidas para dar paso a los trabajos del edificio.

Por ello, advirtió en su dictamen el perito Escobedo Pulido, el agua pluvial de calle y sus áreas tributarias, ingresará a la obra sin tener control alguno, “ya que no se han terminado de construir las obras complementarias de conducción de dicha agua y esta caerá en una zona donde no se tiene previsto que esto ocurra, escurriendo sobre el terreno sin recubrimiento y rebosando el área hasta poder llegar a la playa y posteriormente al mar”.

LAS CONCLUSIONES… IGNORADAS

Bajo esta tesitura, el perito concluyó lo siguiente:

1.- Los cortes se efectuaron durante un tiempo que no se tenía la amenaza del temporal de lluvias y se estimaba terminarlos antes. El corte no debe ser interrumpido, ya que, si esto ocurre, no se puede garantizar la estabilidad del talud hasta que se tengan (todos) los anclajes, malla triaxial, accesorios y concreto lanzado al 100 por ciento en la superficie.

En cuanto a la zona sur, se tienen cortes de terreno para trabajarlo, por lo tanto, el suelo no está estabilizado para soportar sobre cargas por saturación y se puede llegar a deslizar cuando tenga el sobre peso; además el corte, al saturarse en su parte interior y penetrarle humedad, tiene muchas posibilidades de perder su estabilidad y deslizarse.

2.- El material suelto, al saturarse por las avenidas pluviales que están próxima a ocurrir, tiene muchas posibilidades de deslizarse; la sobre carga y no estar debidamente compactado, es inminente su deslizamiento.

3.- El concreto lanzado termina en contacto con el terreno, el cual al tener precipitación y el terreno sigue ascendiendo, el agua va a penetrar entre el suelo y el concreto, provocando con esto una erosión interior, lo cual puede llegar a provocar una socavación vertical, la que minimiza la vida útil de la estabilización del talud con anclaje y concreto, por lo que se deben concluir las obras para evitar esta posibilidad.

4.- Al demolerse las construcciones en el lote y al no tener delimitación (lavadero, escaleras, pared) el agua completa escurrirá hasta el interior de la obra, provocando varios daños. A la salida de la trinchera se encuentra una losa de concreto soportada por varias columnas, una de las cuales ya tiene su apoyo erosionado, lo cual puede ocasionar un colapso de la estructura.

Los puntos observados, determinó el perito, “son vitales para la seguridad, tanto en la obra en sus cortes y estabilizaciones, como puede llegar a ser inclusive a ser para las construcciones de los vecinos, así como de la infraestructura de la calle, en la que debido a lo inmediato que suceden  los deslizamientos, puede poner en riesgos las vidas humanas que se encuentran en estos sitios ya que se interrumpió el proceso de construcción, sin estar en una etapa donde esté garantizada la estabilización de los suelos como se proyectó”.

Hasta ahí el peritaje de Escobedo Pulido, pero hay que recordar que también el factor climático jugó un papel importante en el deslave del martes, sin embargo, una autoridad, la Profepa, fue omisa cuando se le advirtieron los riesgos de una clausura prolongada.

Por lo que se refiere a los permisos y licencias de construcción de Planeación Urbana, encontramos que todos están en regla y que la obra se autorizó conforme a la legislación vigente en la materia.

Po lo que se refiere a la Profepa, no se pudo contactar a nadie de la delegación que proporcionara su versión, solo se sabe que el desarrollador sufrió un acoso constante de inspectores de la dependencia federal que le ponían peros de todo tipo a la obra hasta que la clausuraron.

Por ley de transparencia ya se solicitó el acta de clausura y sus motivos.

En el fondo parece que hay un tercero interesado –podría ser uno de los vecinos—en que se parara la obra porque le “tapaba la vista” de su casa y que podría ser quien pidió a los inspectores de la Procuraduría hacer lo imposible para clausurar los trabajos de lo que sería el edificio Serena.

Lo bueno de todo esto fue que, tanto ingenieros de la obra como personal de protección civil municipal –cuya dependencia también advirtió del riesgo en la obra al ser detenida de un día para otro—estuvieron atentos y desde el lunes comenzaron a escuchar tronidos que provenían de los anclajes colocados entre el cerro y donde se iba a estabilizar el terreno, por lo que evacuaron a tiempo a los vecinos de las casas aledañas y de un condominio y, por fortuna, no hubo pérdidas humanas ni lesionados.

 

 

 

 

 

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