Si un periodista en estado de ebriedad le arroja un vaso con cerveza a una policía municipal, solo porque la oficial le llamó la atención de que estaba bebiendo en la zona del malecón y por este hecho lo trepan a una patrulla y se lo llevan rumbo a los separos –pero en el camino lo bajan y lo sueltan por la intervención de una directora de comunicación social--, el caso llama la atención y se convierte en noticia.
1.- Por la agresión a una representante de la autoridad
2.- Por la corrupción –y probablemente un delito-- de un funcionario al exigir que el agresor fuera bajado de la patrulla y que el reportero continuara la borrachera.
El ejemplo anterior lo señalamos para precisar que los medios de comunicación y sus miembros –llámese reporteros, periodistas o comunicadores—no somos una especie intocable. Se confunden aquellos que piensan que ser parte de la prensa les da derecho a violar leyes y reglamentos; o a amenazar con chantajes a políticos, empresarios o funcionarios.
LA SIMBIOSIS
El tema viene a colación por lo que escribió la semana pasada un periodista, amigo él, al que apreciamos y conocemos desde que llegamos a Puerto Vallarta, Ricardo Barragán. Y es que, con todo el respeto que nos merece, el popular “Ribaiba” equivocó el camino, no cuidó las formas y exhibió una de las principales debilidades de la prensa, no solo en Vallarta, sino casi en todo el país: la simbiosis que los medios creen obligatoria con los gobiernos municipales, estatales o federales en turno para obtener pingües ganancias, es decir, grandes beneficios económicos a través de contratos de publicidad.
En Puerto Vallarta, algunos medios de comunicación se acostumbraron a exigir cantidades estratosféricas de dinero al Ayuntamiento (sobre todo a partir de la administración de Gustavo González Villaseñor) para “el manejo de boletines informativos” –que en el fondo no es otra cosa más que un medio de control del gobierno municipal sobre la prensa. Pero también es un maridaje de tolerancia cero entre ambas partes… Hasta que el hilo se rompe por lo más delgado—que llegaron a cifras escandalosas.
Con Javier Bravo y Chavita (Salvador González Reséndiz) las cosas no fueron distintas; menos en los gobiernos del Movimiento Ciudadano que representaron Ramón Guerrero y Arturo Dávalos. En el Ayuntamiento de Dávalos, por ejemplo, hubo de 5 a 10 medios que recibieron más de 100 mil pesos mensuales, algo inaceptable, pues eso no lo ganaba ni un regidor con su sueldo.
Con el profesor Michel de Morena, el maridaje continuó. Y las asimetrías fueron tan obvias, que se favoreció a unos y se castigó a otros.
EL QUE PECA POR LA PAGA Y EL QUE PAGA POR PECAR
No hay gobierno que se haya sustraído a esta simbiosis con los medios, sobre todo en Puerto Vallarta; de ahí que aquí quepa a la perfección la frase que maneja el periodista Raymundo Riva Palacio en su libro “La prensa de los jardines” (pag. 124)… “Así, se da la doble perfección del que peca por la paga y el que paga por pecar”.
Ahora bien, en el contexto en que estamos ante una sociedad más informada, más plural y más exigente, sobre todo con el “boom” de las redes sociales, pues no hay espacio para quienes pretende utilizar a los medios con un fin meramente mercantilista y practicar un falso periodismo para obtener un beneficio.
El tema es muy polémico, pero debatible, en virtud de que cualquier colega o periodista hubiera esperado que un medio de comunicación se indignara y alzara la voz por alguna amenaza del gobierno municipal o porque lo censuraron.
Pero no es el caso, aquí fue al revés, ya que nuestro amigo Barragán –y reiteramos, lo decimos con todo respeto—se auto inmoló al escribir que “se acabó lo que se vendía”, que ya no publicará los boletines del Ayuntamiento y que en su lugar estará publicando “reportajes urbanos para denunciar todas las carencias en el municipio” (sic).
En otras palabras: que como ya decidió romper un convenio de colaboración con el Ayuntamiento para publicar sus boletines, ahora sí se dedicará a denunciar todas las irregularidades del gobierno de Luis Munguía que los vallartenses le reporten.
LA INDEPENDENCIA COMO UTOPÍA DE LA PRENSA
En otros tiempos, algunos medios que fueron censurados por el gobierno de la República –léase la revista Proceso o el periódico El Financiero—lograron su independencia económica, ya no necesitaron la publicidad oficial, sino que sobrevivieron con la publicidad del sector privado y de cientos de miles de lectores que comprar suscripciones.
En Puerto Vallarta, sin embargo, algunos recurren al chantaje o a la amenaza para tratar de conseguir algo.
Y como ya lo señalamos en otro artículo, por ahí pulula un “periodista” de redes sociales que pretende que el Ayuntamiento le pague 80 mil pesos a cambio –iluso—“de su silencio”.
La simbiosis entre prensa y gobierno debe existir, existe, pero cada medio tiene la libertad de elegir entre vender espacios de publicidad o vender su criterio.
La mayoría de los medios venden eso, espacios, pero no venden su criterio.
Aquí en Vallarta el medio más poderoso económicamente hablando, es CPS de Tribuna de la Bahía del empresario Fernando González Corona, pero su forma de hacer periodismo no es distinta, es un fiasco, ya que igual exigen prebendas de cientos de miles de pesos al municipio, con lo cual compactan y venden su independencia periodística.
LA POLÍTICA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Y bueno, ahora que Ricardo Barragán anunció su decisión de “ya no vender lo que se vendía”, surgieron otros que aseguran que el Ayuntamiento “contrató” una “pagadora” para pagar (valga la redundancia) a los medios, lo cual es falso. Lo que sabemos es que sí hay una empresa, pero no Pagadora, sino una agencia –similar a lo que hace el estado—para el manejo de la información oficial.
En el fondo de la frase “del que peca por la paga y el que paga por pecar” hay un océano de verdades. Y aquí es precisamente donde los directores de comunicación social, como Juan Carlos Peralta, que está al frente de esta dependencia en el actual gobierno, descuidan y desprotegen el andamiaje de cómo se debe manejar la relación con la prensa para que esa simbiosis funcione sin sobre saltos.
Peralta es un tipo que está acostumbrado a las presiones de los medios, pero en el pecado lleva la penitencia. El caso de Ricardo Barragán debe ser el parteaguas para reconsiderar la política de medios de comunicación.
Con Arturo Dávalos y el profe Michel es claro que hubo dispendio en gastos de comunicación social; por eso, ahora que con Luis Munguía las cosas pretenden hacerse diferente para tener un mejor control del presupuesto, pues ya saltaron los primeros.
La Dirección de Comunicación no es una casa club, no es un albergue, tampoco un asilo ni una oficina de ayuda social. El titular debe jerarquizar y observar con qué medios trabajar, porque si abre las puertas de par en par, no habrá presupuesto que alcance y cuando llegue el momento en que se corte el suministro a algunos, el resultado será un golpeteo ruin y hasta chantajista, cuyo principal objetivo será el alcalde en turno.
En este tiempo de redes sociales y portales digitales, es muy importante la selección de medios –acorde principalmente a su estatus como tal—para evitar que cualquier persona “armada” con un celular o una tableta, o porque creó una página (fan page) de Facebook, llegue a tocar las puertas de Comunicación Social para exigir miles de pesos… “o de lo contrario, le vamos a pegar al alcalde”.
Así no funciona la comunicación, ni el trabajo periodístico serio; debemos ser más congruentes y responsables para no dar espacio a que otros sigan satanizando esta noble profesión, que también es oficio.
Por lo pronto, usted prepárese, porque se viene una guerra de verdades a medias y mentiras verdaderas.
El periodista de esta historia, intentó abrir la caja de Pandora, pero solo consiguió machucarse los dedos.
P.D.- En el fondo de la fotografía aparece una entrevista que le hicimos al periodista Daniel Mora Valencia en el año 2007. Daniel ya no está entre nosotros, pero lo recordamos con cariño y afecto.