En el discurso, los funcionarios hablan de transparencia y rendición de cuentas. En la práctica, buscan que esas figuras nunca tengan fuerza.
Lo anterior viene a colación por lo sucedido al darse a conocer la forma en que los diputados locales rindieron cuentas de los recursos que recibieron para casas de enlace. Algunos de los diputados que facturaron artículos personales, como las botas, los rastrillos, las Zucaritas, los bubulubus y los tampones, insisten en que alguien los quiere afectar.
Me llama en especial el caso de Joaquín Portilla, quien ha culpado a más de algunos de sus compañeros diputados de “filtrar la información”. Al diputado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien forma parte de un sector ultraconservador de ese partido, le preocupa en particular que el artículo que lo llevó a aparecer en el escándalo, sean unos tampones.
La primera solicitud de información, de los recursos que han recibido los diputados locales de la partida de “casas de enlace”, formalmente llamada “asignaciones presupuestarias al Poder Legislativo”, ingresó al sistema electrónico de transparencia del Congreso el 20 de agosto pasado. Fue admitida, pero el 27 de agosto me informaron que era improcedente.
Subsanando las observaciones que se me hicieron en la anterior solicitud, volví a presentarla el 11 de septiembre. Al día siguiente fue admitida y el 19 de ese mes me informaron que podía recoger un disco compacto con los documentos. Pagué los 29 pesos del disco (sin facturárselos a mi empresa, por cierto) y a partir de ahí revisé los cientos de documentos que contenía y que dieron como resultado varias publicaciones.
La información es pública y, si se revisó o no antes de entregarla a un medio de comunicación, es en todo caso responsabilidad del mismo Congreso del Estado y su unidad de transparencia. Los documentos de mi petición están a disposición de quien quiera consultarlos.
No hay un interés político en dar a conocer que un diputado fue capaz de meter una nota de 19.6 pesos de unos tampones o un Bubulubu de 5 pesos. Los medios de comunicación y su responsabilidad social están por encima de muchas pequeñas carreras políticas y eso no les ha quedado claro a muchos.
Ahora, sólo queda esperar que además de los tampones y las golosinas, los diputados no quieran facturar también con cargo a sus casas de enlace el sueldo de sus troles que los defienden en redes sociales.
Recuerdo una anécdota, de hace muchos años, con el ex Alcalde de Zapopan, Jorge Humberto Chavira. Casi con lágrimas en los ojos, me reclamó una nota sobre unas patrullas que compró y que nunca aparecieron. Dijo que su nieto le preguntó si era cierto que era un corrupto, pues era también la época en que salieron a la luz las irregularidades millonarias para la concesión de la basura.
Obviamente, ni la compra de patrullas fantasma ni la millonaria sanción que aún pesa sobre Zapopan por el caso Arrow, fueron sancionadas. Parece que lo único que queda es ese sabor amargo que el funcionario que comete un acto ilegal tiene en su vida personal. (Columna tomada de www.elrespetable.com)