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Lunes, 07 Abril 2025 00:05

La niña que mira al mar…

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Por Jorge Olmos Contreras

En Puerto Vallarta hay una playa donde se colocó una estatua de piedra que llama la atención de los visitantes, ya que se trata de la figura de una niña que tiene un triste epitafio al pie de su escultura y en el que se puede leer lo siguiente: “Volverte a encontrar. Aún recuerdo la última vez que te vi, tu cuerpo daba tranquilidad y tu cara se tornaba pálida, recuerdo el agua que salía de mis ojos era llanto por nuestros recuerdos. En la montaña puedo ver tu roca mientras la luz del sol refleja tu escultura, tu mirada me hace desear un reencuentro en las nubes para volverte a abrazar y amar”.

Muchas personas se detienen a ver con curiosidad la figura esculpida en roca de la jovencita, pero pocos saben la historia que hay detrás de esta escultura, aunque los lugareños y, sobre todo, los pescadores y vendedores ambulantes de playa, sí lo saben.

Se trata de la niña Kimberly Williams, quien falleció el 20 de abril del 2015 en el hospital civil de Guadalajara, a donde fue llevada por sus familiares de urgencia para una transfusión sanguínea, ya que la menor estaba mal y padecía una enfermedad.

El epitafio está firmado por Daniela González y el solo leerlo nos llena de nostalgia, pues Kimberly era una niña muy alegre que tenía toda una vida por delante, pero el destino se la llevó, Dios la recogió a temprana edad.

Y como dice la canción de Joaquín Sabina… “Me han robado el mes de abril, cómo pudo sucederme a mí”, pues Kimberly se fue de esta tierra precisamente un mes de abril de hace 10 años.

Ha pasado una década desde que Kimberly se fue, pero ella sigue aquí, en el recuerdo de sus familiares y su escultura permanecerá por muchos, muchos años en esa playa que está al sur del puerto y que por las noches se queda sola, en penumbras.

Pero Kimberly no está sola, la acompañan el cielo y las estrellas, las olas que son sus amigas y los pequeños peces fluorescentes que de vez en vez salen todas las noches a la superficie para brincar y bailar para ella, la niña que mira al mar y que se ha quedado en el corazón de Puerto Vallarta.

En el día, Kimberly recibe cientos de visitas, algunos le dejan alguna flor, otros solo un recuerdo y unos más la miran con tierna contemplación. Los niños son los primeros que preguntan qué le pasó a Kimberly, que a ellos les gustaría que les hicieran una escultura tan bonita y que la pusieran al lado de ella; para que nunca esté sola, dicen.

Por las noches, algunos pescadores creen haber visto en más de una ocasión la figura de una niña que juguetea con las olas, que corre feliz por la arena para invitar a sus amiguitos, los cangrejos y los peces que emanan luz brillante, a que jueguen con ella, que nunca la olviden.

Antes del amanecer, Kimberly vuelve a su escultura, pues sabe que pronto el Astro Rey va a salir y ella lo único que quiere es un poco de sol, estar calientita para tener nuevas energías y volver por la noche con sus amigos, todos los seres vivos de la playa que comen ansias para que llegue su princesa y poder rendirle la pleitesía que se merece.

Los niños y las niñas nunca se olvidan, nunca se van de con nosotros, siempre nos acompañan, pues son angelitos que el Eterno los eligió para cuidar a los demás.

A 10 años de su muerte, Kimberly sigue con todos en Puerto Vallarta.

En paz descanse.

 

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