Ya muerto, el norteamericano Thomas Frank White no podrá defenderse. Se llevó sus secretos a la tumba y quienes lo acusaron de pederastia enfrentan ahora un proceso penal que lleva ya varios meses por haber mentido en sus declaraciones y por presuntamente haber inventado ataques sexuales y suministro de drogas por parte de quien fue señalado como un pederasta empedernido. Esta es la historia de una extorsión y de cómo se fabricó una conspiración contra un extranjero, que si bien tenía fama de pedófilo, sus millones de dólares despertaron la ambición de abogados, defensores de los derechos humanos y adolescentes que creyeron tener acceso a dinero fácil.

Sus cuñados lo invitaron a darse una vuelta a Puerto Vallarta, pero nunca pensó que serían blanco de un atentado que les costó la vida. De milagro, José Antonio Camacho Vidal la libró al esconderse en un pequeño espacio que hay entre el asiento trasero y el delantero de un compacto Volkswagen y al darlo por muerto, los sicarios lo dejaron vivir.