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Jueves, 18 Diciembre 2025 01:41

Las mentiras de un “activista”; el caso Edgar Treviño y su reiterada violencia de género

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Por Jorge Olmos Contreras

En una pose que asemeja a un individuo presumiendo un trofeo, ayer el sedicente “activista” de la Comunidad Lésbico Gay, Edgar Treviño, hizo circular en grupos de WhatsApp una fotografía en la que aparece cogiendo un documento del que –asegura—es una queja que admitió la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) y que interpuso el también actorcillo en contra de la regidora del Ayuntamiento de Puerto Vallarta, Marcia Bañuelos.

De entrada, se le olvida a este sujeto que la mayoría de las quejas que se presentan ante la Comisión de Derechos Humanos son admitidas y que este simple hecho no es una resolución de facto que ordene o recomiende a tal o cual persona lo reclamado, sino que apenas es la integración de una investigación, un proceso en que las partes involucradas deben ser escuchadas.

En Puerto Vallarta, el señor Edgar Treviño es ampliamente conocido por su virulenta actuación en contra de aquellas personas que no piensen igual que él; pero, sobre todo, tiene una fijación, casi enfermiza, en contra grupos de la sociedad civil que defienden la integridad familiar, el respeto y los valores.

También detesta a aquellos ciudadanos que forman parte de un grupo religioso o se declaran abiertamente a favor de tal o cual credo.

EL INCIDENTE

Con estas credenciales bajo la manga, hace poco más de un mes, Edgar Treviño –a quien un sector del gremio periodístico lo conoce como Lilo Téllez, no sabemos por qué—aprovechó que la regidora del Partido Verde, Marcia Bañuelos invitó al director de una universidad a la sala de Cabildo --quien daría una charla sobre valores humanos-- para colarse al salón, quizás con la mala intención de objetar todo lo que dijera la edil y otra de sus amigas invitadas a la misma plática.

La otra mujer que acompañaba a Marcia Bañuelos era la señora Judith Urióstegui Figueroa, una respetable pastora de la comunidad cristiana de Puerto Vallarta, quien, al estar hablando precisamente de los valores humanos, fue interrumpida abrupta e irrespetuosamente por Edgar Treviño con un sonoro grito de “usted no sabe nada de valores pinche vieja”.

El sujeto estaba fuera de sí, ya que pretendía a toda costa confrontar a las dos mujeres cristianas –a quienes antes amenazó en redes sociales con hacer públicas historias de sus vidas privadas, en especial de la regidora Marcia Bañuelos—y reventarles la sesión.

No obstante, con un gesto muy prudente y siempre respetuosa, Marcia Bañuelos se puso de pie, tomó amigablemente del hombro a Edgar Treviño y le dijo que se relajara. De forma amable le soltó la siguiente frase: “Amigo, todo está bien, aquí hay comida, come algo y nos relajamos” … Esto fue suficiente para que el señor Treviño se ofendiera y gritara a los cuatro vientos “yo no soy ningún muerto de hambre… ¡no me toques!… ¡no me toques!”

Del bochornoso incidente fueron testigos varias personas, entre otros el director de un plantel educativo que en ese momento estaba siendo entrevistado por un reportero que también se dio cuenta del desaguisado del señor Treviño.

TOCADO POR UNA MUJER

Sin embargo, ahora este presunto “activista” quiere hacerse la víctima y presume que fue admitida su queja en la CEDHJ; una queja plagada de mentiras en la que se atreve a “denunciar” que fue objeto de “contacto físico y hostil y no consentido” (sic) por parte de la regidora Marcia.

De hecho, el elemento central de la queja de Treviño es precisamente este, el “contacto físico hostil y no consentido” del que, afirma, le hizo la edil.

Y uno se pregunta… ¿el hecho de que alguien te tome del hombre y te diga “amigo, está bien, hay que relajarnos” constituye un contacto físico hostil?... Por supuesto que no. A menos que el señor Treviño sienta como una ofensa o una agresión que una mujer lo toque… así sea hasta con el pétalo de una rosa.

Es lamentable que algunas personas de la comunidad LGBT piensen que los grupos que defienden los conceptos familiares están en su contra.

Se les olvida que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley y que donde termina el derecho de uno, comienza el del otro.

VIOLENCIA DE GÉNERO

Que no por pertenecer a determinado grupo o comunidad tienes más derechos que los demás; porque, en sentido inverso, el que sí está ejerciendo violencia de género en contra de Marcia Bañuelos y la pastora Judith Urióstegui Figueroa, es precisamente Edgar Treviño, pues no tolera, ni consiente, que estas dos mujeres sean cristianas y hagan reuniones para fomentar los valores en una sociedad de por sí necesitada de éstos.

Ahora bien, el hecho de que Edgar Treviño presuma en su carta queja “el contraste entre más de dos décadas de trabajo en la defensa de los derechos humanos y de las personas LGBT+, frente a un breve periodo de ejercicio público por parte de las servidoras señaladas”, también constituye violencia de género, ya que degrada y minimiza la labor de estas dos ciudadanas por el simple hecho de ser mujeres.

En otras palabras, el señor Treviño cree que tener dos décadas de “trabajo” en defensa de los derechos humanos y la comunidad LGBT le da derecho a pasar por encima de dos damas, a quienes trata de condenarlas al ostracismo.

Y como él forma parte de un grupo, se ampara en las letras LGBT+ para señalar que, por tocarle el hombro una mujer, esto también “constituye una afectación directa a la dignidad humana, con un impacto diferenciado tratándose de una persona defensora de derechos humanos y miembro visible de la comunidad LGBT+” (recontra sic)

Alguien tiene que intervenir para detener este tipo de personas que amedrentan a las mujeres solo por ser mujeres; que las atacan por su credo o religión, que las calumnian y tratan de arrojar a la hoguera para que la comunidad, su comunidad LGBT (que tiene entre sus miembros a personalidades muy respetadas y educadas) las queme a fuego lento.

Basta de inventar agresiones y de hacerse las víctimas, porque a sujetos como el señor Treviño, ya nadie les cree, traen el odio por dentro, son intolerantes, detestan a la familia –y a quienes no piensen como ellos-- y atacan a quien fomente los valores que debe tener toda sociedad que se presuma de ser civilizada.

 

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