El origen del problema estriba en un capricho de ambas partes, por un lado, el presidente municipal está empeñado en llevar a cabo una sesión extraordinaria de cabildo para desahogar dos puntos fundamentales en la vida política de Jalisco, aprobar la reforma en materia electoral derivada de la reforma constitucional que ya se dio a nivel federal y un acuerdo por el que Vallarta se suma a la creación del mando único policiaco en la entidad.
Y por el otro lado, ocho regidores más el síndico, Roberto Ascencio Castillo, están encaprichados en no aceptar discutir estos temas en una sesión extraordinaria, sino en una ordinaria, un asunto de forma y fondo que tiene atorados los acuerdos y que ha aumentado el distanciamiento y el entendimiento entre el presidente y los ediles que ya son mayoría y que en cualquier momento pueden “reventar” las sesiones que se les antojen.
Es un tema que sin duda debería preocuparnos a todos, porque si bien el alcalde está actuando con imprudencia al grado de provocar el enfrentamiento político con los regidores, sobre todo acusando a todos de ser priistas, cuando sabemos que también son del PAN y los renegados del Movimiento Ciudadano, Susana Carreño y Humberto Gómez Arévalo, más insisto, el síndico Roberto Ascencio, tampoco se vale que estas nueve personas que fueron electas por voluntad popular, traten de convertirse en una camarilla facciosa para oponerse a todo lo que intente hacer el presidente municipal, porque entonces sí, se daría entrada a la ingobernabilidad total.
Todavía más preocupante es que aparezcan los regidores oportunistas, que aprovechándose de esta coyuntura política, traten de llevar agua a su molino, como el panista Humberto Muñoz Vargas, quien de plano ya trae la intención de convocar a sesiones de cabildo sin la presencia del presidente municipal, es decir, si el alcalde no convoca a sesión del pleno, lo harán ellos como regidores de oposición.
Creemos que estas acciones son innecesarias y reflejan la poca capacidad política de algunos regidores para entablar un diálogo directo con el mismo presidente municipal, un diálogo inteligente, fructífero, donde ambas partes acepten que le están haciendo daño a Puerto Vallarta y que urge que se pongan de acuerdo para sacar adelante aquellos acuerdos que son necesarios para la vida política, social y económica de Puerto Vallarta.
Tampoco se le debe dar un cheque en blanco al alcalde, como el permitirle acuerdos que sean lesivos para el municipio, como el intento de aprobar un Fideicomiso de Administración Irrevocable para garantizar el pago a la empresa Citelum –concesionaria del alumbrado público— con parte de las participaciones estatales y federales durante los próximos 15 años.
Vamos a esperar pues, que tanto el alcalde como los regidores de oposición se sienten a dialogar por el bien de Puerto Vallarta, porque pareciera que el conflicto se está haciendo más grande, ante el anuncio que hizo ayer el representante del PRD en Vallarta, Max Lomelí, en el sentido de que la regidora Susana Carreño será a partir de hoy la representante de ese partido en el cabildo de Puerto Vallarta, es decir, del MC se pasa al PRD.
Yo me pregunto, a qué están jugando los regidores, primero Tito Yerena se quita los colores del PRD y se pasa a su partido de origen, el PRI, y ahora Susana Carreño se viste de color amarillo para declararse perredista.
No vaya ser que al rato los priistas se quieran vestir de azul y los panistas de naranja.
En resumen, toda una falta de principios donde la ideología es pisoteada y donde de paso, se les falta al respeto a los ciudadanos de Puerto Vallarta.
