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Lunes, 19 Agosto 2013 23:55

La ruta sinuosa de Enrique Ibarra Pedroza en Puerto Vallarta; no ha logrado ahuyentar a la gente de Abraham González Uyeda

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Por Gerardo Sandoval Ortiz

A principios de los 90’s, Juan Enrique Ibarra Pedroza todavía era considerado uno de los tres chicos maravilla del PRI en Jalisco (José Socorro “el coco” Velázquez era otro). A los 25 años había sido diputado federal suplente y a los 28, regidor en Guadalajara. Recién cumplió los 30, se estrenó como diputado local, de inmediato saltó a la legislatura federal y de ahí, el PRI lo movió del congreso local a San Lázaro hasta sumar 5 diputaciones.

 

El prospecto de la política jalisciense se preparó a conciencia y ahora presume una maestría en derecho electoral. Eso le valió ser representante del PRI ante el Instituto Federal Electoral. En la secretaría de Gobernación se desempeñó como director de administración; pero en Jalisco, siempre se quejó de ser torpedeado. El cargo mas alto fue subsecretario de gobierno, allá a mediados de los 80. En su etapa de madurez política, entendió que en el PRI jamás tendría oportunidad soñada; Javier Galván se le atravesó cuando quiso ganar la dirigencia del partido en una elección abierta; vio imposible cumplir el sueño de gobernar su estado. Un día de noviembre de 2005decidió renunciar para aceptar ser gobernador por el PRD y aventurarse en el proyecto de Andrés Manuel López Obrador. Aprovechó la coyuntura del cochinero de Roberto Madrazo.

A últimas fechas a Ibarra Pedroza se le puede ver en una mesa de algún restaurante de la ciudad, quizá departiendo con algún periodista, con algún político de la administración municipal o simplemente con otro actor de la política local. Su figura menudita, nariz de aguilucho, resulta inconfundible. A quien tenga enfrente, al taxista, el mesero, al “opici”, al encargado de la tienda, le pregunta sobre el gobierno municipal, si lo ven bien, y de la suma de todas las respuestas en su mente se configura una percepción más realista. Como delegado especial del MC en Puerto Vallarta llegó con órdenes de reestructurar al partido, pero reculó y pospuso sus planes al notar que por su parte el alcalde fortalecía estructura propia. Entonces viró al otro lado y diseñó estrategias para reconstruir y reposicionar al partido empezando por reconocer los daños causados desde el gobierno de Ramón Guerrero.

Es el operador político enviado a Puerto Vallarta por el Partido Movimiento Ciudadano con la encomienda de poner en orden y meter a control a los ex panistas que pululan en un gobierno que presume ser ciudadano. Ha intentado, y lo ha logrado a medias, someter a los regidores del MC, al síndico Roberto Ascencio Castillo, todas las veces que amenazan con incendiar el vetusto palacio municipal y derrocar al presidente municipal, Ramón Guerrero Martínez.

El maestro del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la  UdeG, es uno de los más finos cuadros  formado a la usanza priista. Realiza un trabajo que si por algo se distingue es por la paciencia. No debe ser fácil lidiar con una mezcla de funcionarios municipales que arrastran consigo el más puro egocentrismo.

En 1995 Ibarra Pedroza era diputado local y a la vez secretario general del Comité Directivo General del PRI Jalisco. El presidente del partido era Rafael González Pimienta, relación que le ha permitido tejer complicidades también en el tricolor y ayudar en el desmonte de las parcelas administradas por “el mochilas”. Es de esos operadores políticos que mejor administran su militancia de tres décadas y un lustro en el PRI. Su mejor arma es precisamente la negociación. Pocos como él para demostrar talento en tareas de conciliación. Esa es su misión en Puerto Vallarta.

Es uno de esos ejemplares a los que mejor encaja aquello de chucha cuerera para el arte de la política. El señor sabe tejer fino y a tantos periodistas se ha sentado frente a él, los ha sabido batear y hasta lo presume. Es un maestro en el arte de la política. Al principio de la campaña electoral, ultimaba aspectos de la visita del tabasqueño López Obrador, se sentó al lado de Ramón Guerrero a quien fascinó con su pausado hablar. El alcalde dudaba subir al lado de López Obrador pero se levantó de la mesa convencido de compartir escenario junto al controvertido político. Con regularidad, el refinado político participa en reuniones con regidores y mucho ayuda al alcalde a sortear sus sainetes. Les inculca la importancia de la disciplina, en la que él se formó en el PRI pero de la que él mismo renegó a finales del 2005. Es el operador electoral del MC, el Movimiento Ciudadano, pero les deja claro que en su castellano no existe la palabra de la movilización ni de la protesta.

En el MC Jalisco se han apostado un reducido grupo de expriistas, todos discípulos de Ibarra incluyendo el propio Enrique Alfaro Ramírez y a Ismael del Toro, el sucesor del primero en la alcaldía de Tlajomulco. Para competir en la campaña se sumaron Salvador Caro Cabrera, Hugo Luna, Augusto Castellanos, el izquierdista Clemente Castañeda, y acá en Puerto Vallarta, una pandilla de panistas, con Ramón Guerrero a la cabeza. Con excepción de Guerrero Martínez, todos habían hecho carrera en el PRI y ahora se reunieron en el MC con aspiraciones de retomar su ascendente carrera  política.

Puerto Vallarta no es plaza fácil, ha sido una de sus conclusiones en el inconcluso diagnóstico de Ibarra. Se ha hallado que algunos de los enanos del circo ciudadano le crecieron y hasta se animan a emularlo. Él, por estrategia saltó del PRD al PT cumpliendo órdenes de Obrador y acá se da  cuenta que por estrategia, pero también por intereses muy personalísimos, decenas de panistas apoyaron al MC y exigen su cuota. Por ejemplo, al frente del partido despacha Leticia Baca Olguín cuyo mayor mérito es tener un hermano muy amigo de Luis Walton y éste, antes líder nacional y ahora alcalde de Acapulco, ordena entregarle la franquicia a la dama. Quién sabe si por ese vínculo la dama es intocable y mantiene el membrete sin ser alfarista, ni tampoco mochilista de hueso colorado. Ibarra sabe que la dirigencia aquí es inoperante, no trabaja, está inactiva, va en decadencia pero no se anima a decidir por dos razones probables, por no hacer enojar a Luis Walton ni a Ramón Guerrero. Viejo zorro de la política, evade rasparse con la dirigencia nacional y con quien ejerce el control en el feudo que para ellos es la joya de la corona del MC. Ibarra se cuida de provocar el rompimiento con el alcalde, un escenario que no quieren porque sería cerrar la llave a un canal que les provee de recursos.

Ibarra se cuida en decirlo pero su hallazgo tiene que ver con un dato que no terminan por entenderlo. En Puerto Vallarta, su alcalde mantiene vivos sus vínculos con el PAN y Abraham González Uyeda ostenta todo el control, mucho más que de lo que Ibarra pensó. Uno de sus cuadros en mente, la de ahuyentar al dueño de la lechera Sello Rojo  tampoco toma forma. No hay certeza de que la camorra intestinal tenga ese sello pues los escenarios son más difusos conforme analiza los perfiles de los actores de la refriega de palacio.

El caso Puerto Vallarta para el MC se le complicó a Ibarra y eso es indicativo de que acá nada se solucionará con solo optimismo. Si el viejo negociador electoral no puede meter control a los rebeldes ex panistas ni tampoco puede someter a las huestes de Abraham González Uyeda, nadie podrá hacer nada por amansar a las tribus del mochilismo.

REVOLCADERO

De Juan Enrique Ibarra Pedroza debe saberse otros datos de su persona. Desde que renuncio al PRI jamás se ha afiliado a otro partido y nos resulta curioso, que sin estar registrado en el MC es el presidente de su Consejo Político. Como buen mentor, sus discípulos lo imitan pues varios de ellos se mantienen sin afiliarse o al menos presumen ser honorables ciudadanos que solo aprovechan al partido para saciar aspiraciones políticas. Otro de los símil, el alcalde Ramón Guerrero Martínez también enarbola bandera ciudadano y no quiere afiliarse al MC, la posición mas cómoda que muchos ex panistas disfrutan.****** Desde hace varias semanas nos han preguntado si Ibarra Pedroza se quedará en el PT, en el PRD y emigrará a Morena. No hemos tenido oportunidad de preguntarle personalmente aunque no será fácil hacerlo confesar. Lo que podemos añadir es que el señor privilegió su futuro al despojarse de su lopezobradorismo. Todos lo hacían en Morena manteniendo su lealtad a Andrés Manuel López Obrador, pero advirtió el potencial del MC en Jalisco y prefirió aliarse con panistas, izquierdistas y ex priistas. Claro, tiene garantizado su futuro y se le augura el número uno en la lista plurinominal de las elecciones próximas.***** Ibarra Pedroza es de esos operadores políticos “de partido”. Viven y trabajan para su partido, pero disponen de abundantes recursos. Semanas atrás circuló un escrito en las redes sociales en el cual una persona identificada como José Luis González se dice enojado por el dinero que cobran los principales dirigentes de los partidos políticos, entre ellos el ex orgullo de Tototlán. Se acreditaron dos pagos, ambos por 40 mil pesos a Ibarra Pedroza, y se considera que ese es el pago mensual por sus servicios de operador electoral. “El Partido Movimiento Ciudadano mantiene el discurso de la austeridad pero agarra lana a manos llenas” escribió al calce de la fotografía de la lista.

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