es no saben si están consumiendo notas o entrevistas pagadas o “infomerciales” o son producto de acuerdos políticos o comerciales, las palabras de este periodista y académico resuenan como el zumbido al moscardón.
Omar Raúl Martínez falleció el pasado martes 3 de mayo, justo el Día de la Libertad de Prensa. Contaba con apenas 51 años, pero a su corta vida nos deja un legado importante en libros relacionados fundamentalmente con la ética y el periodismo, entre estos Manuel Buendía en la trinchera periodística, Edmundo Valadés tiene permiso y Esencia del periodismo. Uno de sus textos más conocidos es Códigos de ética periodística en México, en que se examinan los avances y retos de la autorregulación mediática.
En el citado libro Semillas del periodismo, prologado por el maestro Miguel Ángel Granados Chapa, el también académico e investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Cuajimalpa, analiza con claridad el dilema de muchos periodistas que procuran hacer periodismo ético en condiciones totalmente adversas.
Se preguntaba “¿qué sentido tiene reflexionar sobre ética periodística cuando sabemos que las condiciones laborales y salariales dejan mucho que desear y en tanto son pocos los directivos mediáticos que aspiran al impulso de un buen periodismo centrado más en el servicio que en el mero negocio?”, “¿por qué estimular o proponer pautas éticas en un contexto comunicacional donde aparentemente sigue prevaleciendo una estructura de control político y económico abocada a mantener las inercias de antaño?”.
Y respondía: “Porque a fin de cuentas, como sostenía Manuel Buendía, si realmente busca cumplir su cometido, el periodista ha de aspirar a ser un movilizador social, un disparador de revoluciones, un generador de voluntades. Desde esta mirada se asomará siempre, irreductiblemente, el matiz en apariencia utópico que necesitan el periodismo y la ética para sobrevivir y evolucionar frente a las tempestades”.
Por eso, él era un convencido que tanto el periodismo como la ética tienen como gasolina perenne a la utopía y el fomento de la ética periodística era saludable para elevar los estándares profesionales, la auténtica misión del periodismo y la misma democracia. “¿Quién se atrevería a cerrar sus oídos a las necesidades de los públicos en pro de su bienestar?”. No lo contesta, pero dejan entrever que sólo a quienes no les importa el bienestar de la sociedad, aunque se ostenten como periodistas.
La ética periodística “no es lo mismo que un catálogo de deberes en el quehacer informativo; es más bien un motor unipersonal, un querer hacerlo, una búsqueda constante para ser mejor”, nos dice en su obra, como un exhorto, como un grito desesperado ante los casos de periodistas que parecen alejarse de los principios y valores de la profesión, así como del interés general.
Omar Raúl Martínez fue uno de los impulsores de la Fundación Manuel Buendía, organización desde la cual se produjeron decenas de libros sobre comunicación y periodismo y se lanzó en 1988 la Revista Mexicana de Comunicación, uno de los pocos espacios para la difusión de artículos y ensayos sobre este campo, en la cual fue director cuando el periodista Miguel Ángel Sánchez de Armas dejó ese cargo. También en dicha fundación, que Omar Raúl presidió, se creó un importante acervo bibliográfico y hemerográfico abierto al público, se llevaron a cabo decenas de cursos y los primeros informes sobre agresiones a periodistas y medios de comunicación.
Otros libros en los que participó como coautor fueron Apuntes para una historia de la TV mexicana, De reporteros, Riesgos y perspectivas del periodismo latinoamericano,Deontología y autorregulación informativa, la Ley Televisa y la Lucha por el poder en México e Investigar la comunicación en el México de hoy, en los que su pluma también destacó por la profundidad en el análisis, el uso de innumerables fuentes de información y su facilidad para exponer con gran claridad y lucidez las complejidades de la comunicación, el periodismo y los medios.
Omar Raúl me abrió las puertas de Revista Mexicana de Comunicación, donde tuve el privilegio de escribir mis primeros artículos de análisis sobre los medios. Luego me convertí un colaborador más o menos habitual de la publicación, donde su director, como buen corrector de estilo, mejoró siempre (siempre, recalco) mis textos, lo que agradecí mucho. También en la misma Fundación Manuel Buendía, su presidente hizo posible uno de mis sueños: la publicación de mi libro Innovaciones tecnológicas de la radio en México y participar en otros proyectos editoriales, foros y actividades académicas. De ahí que mi vida profesional esté tan ligada a Omar Raúl, la revista y la fundación.
En la dedicatoria de uno de sus libros, Omar Raúl recuerda “el recorrido” común de “sendas y coincidencias que nos unen desde hace muchos años”. Es cierto. Tuve el privilegio de vivir con él experiencias muy satisfactorias y también el trago amargo de algunas decepciones profesionales, pero ante todo, él fue mi amigo, uno de mis grandes amigos, a quien debo tanto de mi carrera y a quien siempre admiré y admiraré por su inteligencia, su honestidad, por ser tan profesional y responsable, así como por su trato siempre cordial y amable.
Acompaño a su familia en este momento, especialmente a Verónica Martínez, a Clara y Esperanza Narváez, a sus colaboradores en Revista Mexicana de Comunicación y la Fundación Manuel Buendía, a sus alumnos y colegas universitarios, así como a quienes tuvimos la oportunidad de ser sus amigos. Muchas gracias Omar Raúl por sembrar tantas semillas de periodismo, de buen periodismo en escuelas y facultades, medios de comunicación y en periodistas. Tu obra te mantendrá vivo entre nosotros