Consultado sobre este tema, el director del DIF, David de la Rosa, comentó que, en efecto, al marido de la regidora Bellanni Fong no se le entregó la credencial para poder comerciar, debido a que los permisos que se otorgaron para la venta de diferentes productos y alimentos en la plaza de Armas, fueron para personas con capacidades diferentes y en situación vulnerable, y el señor José Luis Trejo no acreditó ser uno de estos ciudadanos.
Por el contrario, en el formato que se les entregó a 200 solicitantes de permisos, todos y cada uno de ellos expuso su situación socioeconómica, y a quienes acreditaron esa situación de vulnerabilidad, se les entregaron las autorizaciones correspondientes.
Dijo que, de las 200 solicitudes, sólo se otorgaron 165 permisos con su respectiva credencial para que los inspectores de reglamentos supieran quienes efectivamente tenían autorizado vender, pero en el caso del señor José Luis Trejo, en un principio se le dio un permiso, pero nunca le expidieron la credencial, debido a que mintió descaradamente.
David de la Rosa aseguró que tiene el documento firmado por José Luis Trejo, donde afirma que su esposa –a la postre, la regidora Bellanni Fong Patiño—es un ama de casa y que sus ingresos mensuales son de ocho mil pesos, cuando todos sabemos que un regidor gana alrededor de 70 mil pesos cada mes.
El cónyuge de Bellanni Fong también mintió sobre su situación, ya que él no está en situación de vulnerabilidad, al percibir ingresos por la renta de dos locales comerciales.
Sin embargo, y con el apoyo de la regidora, José Luis Trejo envió a una sobrina y a una hija de Bellanni, para que se instalaran con un puesto semifijo en la plaza de Armas el primer día de peregrinaciones, y vendieran pays, flanes y pastelillos. Al día siguiente, y al requerirles la credencial que los acreditara como permisionarios para la vendimia, no la tenían y ya no pudieron seguir vendiendo.
Esto provocó la ira de la munícipe del MC, quien llamó por teléfono a David de la Rosa para reclamarle airadamente por no dejar vender comida a su marido en estos días guadalupanos, lo amenazó incluso con quejarse con el alcalde, Arturo Dávalos Peña y con el Oficial Mayor, Santiago Centeno, pero nadie le contestó por no tener la razón.
Nadie, al interior del Ayuntamiento, entiende por qué la regidora y su marido mintieron para obtener el permiso, si ellos tienen muy buenos ingresos; y lo que intentaron hacer, fue quitarle un espacio a una persona en verdadera situación vulnerable que realmente necesitaba el lugar para vender y allegarse algo de recursos en estos 12 días de peregrinaciones.
Total, que la edil no da una, primero fue descubierta pagando a “aviadores” con cheques nominativos; después todos los empleados que tenía asignados en su oficina de regidores denunciaron malos tratos y que hasta les pedía dinero, y renunciaron en masa; y ahora esto, el tratar de lucrar con un permiso y usar su influencia de regidora para que le permitieran a su esposo ejercer el comercio ambulante en la plaza pública.
Lo más vergonzoso, utilizar la mentira y la falacia para obtener un beneficio.
Hay que recordar que el esposo de Bellanni Fong tiene problemas de la vista, es invidente, pero eso no quiere decir que esté en situación de calle o vulnerable como para exigir un permiso de venta de pastelillos.