Algunos operadores turísticos se quejaron de que Miguel Ángel García Beltrán vulgarizó los servicios que se prestan en la terminal marítima, sin importarle la mala imagen que proyecta de Puerto Vallarta ante el turismo nacional, pero, sobre todo extranjero.
Se sabe que este funcionario ha hecho negocios con el puesto que le otorgaron desde el gobierno del anterior presidente Enrique Peña Nieto, y que incluso viola la normatividad marítima al obligar a algunos pilotos de las grandes compañías navieras, a que atraquen en el muelle número tres cuando sólo hay un arribo. Se supone que el día en que sólo está programada la presencia de un barco, éste debería posicionarse en el muelle número uno, no en el tres ni en el dos.
Sin embargo, García Beltrán ordena a los operadores de los cruceros a que lleguen a la posición número tres, sin importar que los tripulantes –la mayoría personas jubiladas o de la tercera edad—sean sacados por la rampa que da a la avenida Francisco Medina Ascencio, y que está pegada al Banco del Ejército y a las instalaciones de la Armada de México, una auténtica trampa para viejos o con capacidades diferentes.
HASTA CANTINA PUSIERON
En un recorrido que hizo el reportero, se pudo constatar cómo se aglomeran los turistas del barco a la salida del muelle tres, pues tienen que pasar por un pequeño módulo de vigilancia y de ahí caminar a la calle, donde los espera una pequeña banqueta de menos de un metro de ancho y cuya rampa para discapacitados está en malas condiciones (no cabe una silla de ruedas por ahí) para desplazarse después por un largo trayecto hacía el sur y buscar el transporte turístico ya dentro del estacionamiento del recinto portuario.
Otros mejor se amontonan en este reducido espacio –con el riesgo de ser atropellados por los vehículos y camiones pesados que a diario circulan por ahí—y esperan la luz verde del semáforo para dirigirse a Plaza Galerías, quedarse ahí o caminar hasta las tiendas Sams o Walmart.
Es algo vergonzoso observar incluso el estado de los semáforos, viejos, chuecos, carcomidos, con la pintura ya opaca por los elementos, y más aún, da pena ajena ver a los oficiales de tránsito que mandan el día que arriban cruceros turísticos, ya que van con camisas y pantalones desgastados –ya no se diga las mujeres--, mal peinados y con sus motocicletas aparcadas a un lado exhibiendo el deterioro y el mal estado de estas unidades.
Por lo que se puede ver, al administrador del puerto no le interesa cuidar la imagen de Vallarta, mucho menos al Ayuntamiento o al Fideicomiso de Turismo; las cámaras empresariales tampoco dicen nada ante la exhibición tercermundista que damos semana a semana con la prestación de los servicios públicos o privados.
DE SEMAFOROS Y TRANSITOS DESCUIDADOS
El Ayuntamiento debería cuidar este aspecto y cambiar los semáforos que están en la avenida Francisco Medina Ascencio, al menos desde el crucero de Politécnico Nacional hasta Prisciliano Sánchez, que es por donde desfilan los turistas de barco. Puerto Vallarta merece mejor atención, semáforos peatonales y modernos, no los adefesios que tenemos hoy en día en ese tramo y que incluso algunos están ladeados y golpeados.
El día de arribo de crucero manden a los mejores hombres y mujeres, que vayan bien vestidos, con las mejores patrullas, no con motos viejas y uniformes deslavados.
Si no hay suficientes recursos, podrían establecerse convenios con la misma API y el Fideicomiso de Turismo y los hoteleros para que suceda lo mejor y demos otra imagen. No podemos seguir abusando de la buena suerte del destino, porque algún día los turistas se van a cansar, las empresas tour operadoras, las grandes mayoristas e incluso las compañías navieras se van a hartar del caos que se forma en esta zona y la poca atención que se le da a estos puntos y no van a regresar más.
Es urgente que desde el gobierno federal agilicen el cambio para quitar a funcionarios corruptos como Miguel Ángel García Beltrán de puestos tan importantes como la Administración Portuaria Integral (API), toda vez que no es posible que abuse del cargo para convertir en un tianguis de mal gusto la salida del muelle número tres.
Pero como nadie dice nada, este sujeto que se siente amo y señor de la terminal marítima hace lo que quiere y pone los negocios a modo de carpas para que el turista se vea obligado a comprar algo. Es tan vulgar lo que han hecho en este espacio, que hasta una farmacia con medicamentos exhibidos está a un lado del bar cantina, que seguramente exponen como una fuente de sodas o snack.
NI VEN NI OYEN
¿Qué dice la regidora de turismo, Lupita Guerrero?; ¿qué dice el director de turismo, Ramón González Lomelí?; ¿qué dice la directora regional de turismo del estado, Susana Rodríguez Mejía?; ¿qué dice el Fideicomiso de Turismo?, ¿qué dice la Canaco, la Coparmex, la Canirac?, etc., ante este pobre espectáculo que se da en la terminal marítima
¿Quién le puede poner un alto a Miguel Ángel García Beltrán?
Pero si esto es de escándalo, esperen ustedes la segunda parte de esta entrega, para que vean cómo se corrompió este funcionario federal y cómo afecta y daña a empresarios y prestadores de servicios que sí se la juegan con Vallarta y que sí invierten en el desarrollo del destino turístico.