Y es que mientras los grupos al interior se mantienen ocupados e inmersos en una encarnizada pugna en el reparto de posiciones del pastel estatal o en su defecto de escala federal, el grueso de ese importante sector, permanecen como meros espectadores de las escaramuzas que escenifican priistas que con o sin merecimientos pululan por distintas dependencias principalmente las de la UNIRSE, SEAPAL y las oficinas de casa de enlace de los diputados local y federal emanados del PRI con sendos currículos bajo el brazo, implorándole a los “Dioses” ser bendecidos por la “mano divina”.
Si existe un segmento de la población del municipio de Puerto Vallarta que históricamente abona en cada elección a la causa del Partido Revolucionario Institucional y sus diversos candidatos, es precisamente el catalogado como el “voto verde o duro” al que se le ha considerado como uno de los bastiones priistas de la zona serrana del territorio vallartense, comprendiendo la Delegación de Las Palmas y las comunidades rurales aledañas.
Esta desatención y abandono en que se encuentra la representatividad priista palmense, está siendo capitalizado eficazmente por los demás institutos políticos, en particular por el Movimiento Ciudadano que cada vez gana mayores adeptos ciudadanos, debido a la serie de obras y apoyos que el gobierno municipal ha destinado para esta zona y de acuerdo a opinión de amplios sectores de la población, su desempeño hasta momento es considerado como satisfactorio.
Si los mandamases del Revolucionario Institucional, continúan con esas posturas que se perciben con dejo de indolencia y menosprecio aunado a sobredosis de soberbia, más aún si lo anterior no es motivo de alerta y es echado en “saco roto”, estarían incurriendo nuevamente en un craso error, pues hemos sido testigos cómo la zona rural, ha sido la cuna, plataforma y la gran puerta donde han emergido exitosos proyectos políticos de indistintos partidos políticos, sino al tiempo.