Por Julia Baumgarten
Las palabras de Mina suenan a enojo, a desesperación, a frustración y otros sentimientos encontrados por la impotencia de ver cómo están las cosas en el Hospital Regional y no poder hacer gran cosa porque en la escala del poder, el director es el que manda, no hay más, de él dependen que las cosa se hagan bien o sigan en una curva de deterioro que no sólo afecta a los usuarios y pacientes, sino a todos, incluyendo al personal que tiene años de trabajo en el nosocomio.
Entrevistada por VALLARTA UNO, Mina, la trabajadora social más conocida del Hospital Regional –ella se hizo a la sombra de la ex líder sindical Blanca Pachangas--, se anima a hablar ante la grabadora.
Afirma que el presupuesto que tiene el Hospital Regional tiene su origen en los impuestos de todos los mexicanos y que por derecho nos corresponde gozar. “Pero nosotros como trabajadores del sector salud queremos que lo hagan rendir, que ese recurso se aplique correctamente, no que los directivos hagan las negociaciones para beneficiarse. Todavía no vemos una estrategia para hacer rendir el recurso, faltan tantas cosas que se hacen con poco dinero, pero que si no se hacen a tiempo el o los programas fallan y no es por el personal, sino porque los directivos administran con visión personal la Institución en perjuicio de muchos mexicanos”.
El personal batalla para hacer su trabajo, Mina jamás ha visto por su oficinita al Director preguntando cómo le hace para ayudar a tanta gente de escasos recursos.
Y al preguntarle qué piensa del Director actual y su desempeño, dudó para responder…
Y razonó al decirme: “Julia quiero contestar tu pregunta, pero sé que mi respuesta me traerá consecuencias personales y eso es lo que me detuvo pero… mi opinión personal es que si yo soy directora de esta institución, buscaré las mejores estrategias para hacer rendir el recurso. Los directivos están haciendo negocios sin pensar en la gente de escasos recursos y ahora que hay, no lo invierten en el hospital, ve a ver el laboratorio, pregunta que está pasando, el personal hace lo que puede y son otros los que se benefician, a los directivos no les importa, el director nunca está, no hay a donde recurrir en caso de emergencia, el sindicato no funciona”.
“Yo estaba en CAPACIT, allá enfrente hace algunos años –continúa en la charla Mina-- y un día vi a un señor escuchar el diagnóstico de su enferma, su mujer, el señor se dio la media vuelta y se fue. Era el año en que más recursos hubo para el Seguro Popular. Cuando regresó, le pregunté a donde había ido y el señor me contestó que fue a empeñar su estufa y sus gallinas para poder pagar la operación de su mujer. No era necesario, el Seguro Popular lo cubría, pero la Dirección y el doctor le pedían la mitad del costo de la operación”.
“Vi de cerca el abuso del personal con poder, por eso me hice una promesa, ayudaría en el hospital, apoyaría a los que no tienen recursos y pedí mi cambio y desde entonces aquí estoy y si por hablar me quedo sin trabajo, pues… porque la desesperación es peligrosa y literalmente la gente es capaz de vender o robar para pagar los medicamentos. Y los directivos, al no hacer buenos manejos del fondo del Seguro Popular, a eso están mandando a la gente…a empeñar, vender o robar”, agrega. (Leer entrevista completa en la edición impresa número 107 de VALLARTA UNO actualmente en circulación)
