A las 4:30 am, sale a la calle para tomar el transporte público que lo conducirá desde el poblado El Colomo, Nayarit hasta las oficinas centrales del organismo ubicadas en Puerto Vallarta a dos horas de distancia; llega todos los días a Seapal a las 6:30 a.m. aún cuando su entrada es a las 8 de la mañana, “llegó una hora y media antes de mi entrada a trabajar, porque sino alcanzo el primer camión no checo a tiempo y no me gusta llegar tarde”.
Atender llamados de los usuarios que requieren reparaciones de fugas o cambios de medidores es una labor que desempeña desde hace 33 años y que le ha dado las mayores satisfacciones de su vida, dentro de una institución que lo ha visto crecer y que se ha convertido en su mayor aliado en los momentos felices y tristes en su caminar.
Don Esteban recuerda con nostalgia el fallecimiento de su esposa hace siete años, acontecimiento que ha sido el más doloroso en su vida pero sin duda el que le ha dejado la lección más importante.
“Cuando mi esposa falleció yo me moría con ella, me deprimí mucho, me enfermé y sólo quería irme con ella, después de unos días le dije: vieja ya te me adelantaste pero yo voy a seguir por los dos, todavía tengo mucho que hacer aquí. Fueron 40 años a su lado, los últimos de su vida muy tristes porque ya había perdido una pierna debido a la diabetes pero aun así salíamos juntos, yo le dedicaba tiempo y la sacaba en su silla de ruedas a dar la vuelta. En todo ese tiempo Seapal y el Sindicato nunca me dejaron, me apoyaron en todo, se sumaron a mi pérdida” expresó.
En este sentido “Patito” continuó su vida a lado de su muchacho Carlos Daniel Méndez Mendoza, un nieto con quien comparte no solo su hogar, sino su vida entera. “Carlos es mi compañía, anda en el edad de la punzada ya me trae novia y todo pero es un buen muchacho yo le he enseñado a ser responsable y juntos salimos adelante todos los días” manifestó.
Para Don Esteban Méndez, Seapal Vallarta no es solamente su trabajo, es su segundo hogar, quien a base de su esfuerzo diario le ha dado los cimientos para adquirir su hogar y darle una vida digna a su nieto.
“Seapal ha sido mi todo, desde que entré hasta mis 73 años que tengo ahorita me ha dado mucha felicidad, vengo con muchas ganas a trabajar todos los días, me motiva venir a un lugar en donde nos toman en cuenta y se preocupan por nosotros” puntualizó.
Así es como Patito espera ansiosamente el momento de su jubilación para viajar a Estados Unidos y reunirse con sus seis hijos, fruto del amor con su compañera de vida y a quienes tiene más de diez años sin ver, pero mantiene comunicación constante con ellos, demostrando que la distancia no es impedimento cuando se lleva a la gente que se quiere en el corazón.