En redes, ese casi telepático canal mundial de expresiones guturales de la humanidad contemporánea, al pragmatismo se le conoce como El Vergas: Primero yo, luego yo, al final yo. Tu me vales verga.
Por lo general don o doña Vergas es un video de alguien que realiza una acción inconmensurable de valemadrismo sin importar cuánto afecte eso a los demás. Y se viraliza en pocos días.
En política el pragmatismo es definido como una teoría filosófica según la cual “el único medio de juzgar la verdad de una doctrina moral, social, religiosa o científica, consiste en considerar sus efectos prácticos”.
Parece un perfil de los políticos actuales más que una definición. Está viralizado pues.
Recordemos a Chente Fo(c)x, nuestro letrado expresidente, mandando de regreso un jueves de 2002 a Fidel Castro para no enojar a George W. Bush, quien llegaría el viernes a la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, en marzo de ese año en la ciudad de Monterrey.
O a FeliPisto Calderón, quien desató una guerra absurda, sin planear, mal ejecutada y costosísima en vidas humanas y desintegración social, y ahora regresa -proselitista botella tras bastidores y en edición reeditada- con doña Margara pretendiendo competir por la presidencia a favor del mismo grupo hegemónico e intepartidista que gobierna y saquea al país.
No se diga de nuestro presidentito Kike (da) Peña, quien ha vuelto a demostrar lo que vale en el cargo con su gasolinazo o con su nacionalista defensa de los intereses mexicanos en el tema del muro trumpiano, por hablar de lo reciente.
En Jalisco los políticos que se presumen transparentes, muestran el pragmatismo de cuerpo entero. Saltan de un partido al otro y, muchas veces, desde el mismo partido en que militan le hacen el trabajo al supuesto adversario que va arriba en las encuestas.
Así sucedió con Emilio El Católico, gobernador y juez también borracho de impíos y gays, quien no dudó en trabajar a favor de Enrique Alfaro en la pasada elección para gobernador, aunque no fue la cabeza más visible del nutrido grupo de panistas que chaquetearon en 2012 y que ahora gozan las mieles de la traición política con jugosos salarios públicos en Guadalajara y zona conurbada.
Alfaro se lleva las palmas, sin duda. Ha sido priista, perredista, pejista y emeceista. Ha pactado con todo lo que sea posible pactar en este país políticamente hablando (de otros pactos no hay constancia).
¿Fue Alfaro quien declaró no hace muchos años a Tlajomulco territorio libre de Raúl Padilla? ¿No fue el que calificó al Licenciado como cacique de raUldeG, negociante político con un grupo alimentado bondadosamente del presupuesto universitario, rata de dos patas y autor de mensajes de la cosa nostra a través de cabezas de perros dejadas como advertencia?
NO AHORA, DE HACE TIEMPO, ESAS DECLARACIONES CHOCARON CON LA REALIDAD. ALFARO Y PADILLA O PADILLA Y ALFARO, PARA QUE NO HAYA RESENTIMIENTOS. REUNIÉNDOSE, PACTANDO, JIJIJI, JAJAJA.
Parte del pacto ya está en palestra: Donación desde la villa alfarista capital de Jalisco hacia raUldeG de 5 mil 128 metros cuadrados de subsuelo para construir un estacionamiento debajo de la plaza Mexicaltzingo, lo que serviría para 240 cajones cobrables y sonantes que serían utilizados sobre todo por quienes asistan al teatro Diana, inmueble también bajo los zapatos italianos del jeque de jeques universitario.
Por supuesto el pragmatismo alfarista va más allá y también dentro del PRI ya tiene raíces que emiten retoñitos, luego que ante la falta de un adversario con posibilidades rumbo al 2018 cada día son más los tricolores que se incorporan de forma no tan soterrada al proyecto naranja del alcalde tapatío.
Faltan las definiciones pero a juzgar por los pilares de la campaña por llegar, incluida la endeble pese a cacareada llegada de Arturo Zamora al liderazgo nacional de la CNOP -como si ese organismo fuera mucho más de la entelequia política que es actualmente-, Alfaro ha descubierto que mucho más que una definición, el pragmatismo es también una fórmula.
(Cortesía de www.elrespetable.com)