El familiar del ahora occiso comentó que su primo era de Talpa de Allende y que se quedaba a dormir en dicho rancho, donde trabajaba desde hace dos años aproximadamente, pero que el sábado unos empleados del mismo lugar le avisaron que Salvador estaba tirado en medio de un charco de sangre y que ya había fallecido.
Y, en efecto, Salvador Langarica Quintero estaba tirado en los corrales de los becerros boca abajo y a la altura de la cabeza se observaba un charco de líquido hemático, por lo que dio aviso a la policía municipal.
Al arribar peritos del servicio médico forense, se dieron cuenta de que el cuerpo de Salvador presentaba una herida en la zona parietal derecha, al parecer producida por proyectil de arma de fuego, sin orificio de salida.
Como dato adicional, en las bolsas del pantalón del joven se encontraron dos bolsas plásticas transparentes conteniendo balas calibre 22.