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Sábado, 29 Diciembre 2018 06:26

El debate en las redes sociales y la transmutación de los chairos ante la llegada de AMLO

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Por Jorge Olmos Contreras

Ante la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador, las redes sociales han estado muy activas, y no hay día que pase sin que se vuelquen en comentarios y opiniones, cibernautas –casi siempre son minorías—que expresan algún tipo de desacuerdo con las medidas que ha adoptado el nuevo gobierno federal. Algunos rayan en lo ofensivo y otros de plano asumen un comportamiento obsesivo contra todo lo que huela al presidente de la República.

El debate en las redes sociales, sobre todo en Twitter y Facebook, ciertamente deja una impresión de polarización social, de que el país está dividido y de que todo es caos, desorden y hasta vaticinan escenarios catastróficos de crisis como la de Venezuela, Nicaragua u Honduras. Pero si usted sale a la calle y se desprende un poco de su celular o computadora, se dará cuenta de que las cosas no son como las pintan los agoreros del desastre.

No es lo mismo la polarización en las redes sociales, que la convivencia humana en la vida real. Una cosa es el mundo virtual, y otro el que vivimos todos los días, el tangible, el que se puede tocar y respirar.

LOS ATAQUES

Desde luego, todo cambio de régimen es traumático para algunos, pero de esperanza para otros. A Andrés Manuel López Obrador lo han atacado hasta con cientos de miles de bots en dichas redes sociales, le desean lo peor, lo ofenden con decenas de adjetivos, lo calumnian y hasta lo culpan por la tragedia del senador Moreno Valle y su esposa, la hoy exgobernadora de Puebla.

Sin embargo, la popularidad del presidente no ha mermado. Y esto lo podemos ver cada que aborda un avión comercial y llega a alguna ciudad, como en su reciente arribo a Torreón. El señor trae el apoyo del pueblo, salvo algunos resentidos plenamente identificados por su filiación política, que desean que al país le vaya mal y que externan un odio enfermizo contra el jefe del ejecutivo federal.

Lo más fácil y liviano de los “críticos” de AMLO es calificar de chairos, tontos e inocentes a los 30 millones de ciudadanos que votaron por el tabasqueño… Pero ¿realmente sabrán lo que significa la palabra chairo?

LOS CHAIROS

En Internet nos encontramos el siguiente artículo al respecto:

“El término es utilizado a diario sin ton ni son. Y, lo cierto, es que su significado ya no nos queda tan claro. Al principio se utilizaba para referirse, de manera despectiva, a personas identificadas con la izquierda, aunque a últimas fechas se utiliza casi para todo y en todas las direcciones ideológicas. Pareciera ser que la palabra se utiliza, más bien, para denostar las ideas con las que no simpatizamos. El término, en su origen, era utilizado para señalar —y para pitorrearse— de esas caricaturas comunistoides encarnadas en personas con playeras del Che Guevara, cabello largo, gel en las patillas, fanáticos de Fernando Delgadillo, lectores de Marx y con una autoproclamada conciencia social. Esas personas de creencias inflexibles y una permanente ínfula de superioridad moral. El concepto después degeneró y ahora se aplica en cualquier situación: chairo.

Y es que, en realidad, todos somos chairos: los que defienden a ultranza las acciones gobierno y critican a los morenacos (a estos se les empezó a llamar derechairos), las defensoras de los derechos de las mujeres (algunos les comenzaron a llamar femichairas o feminazis), los seguidores de Andrés Manuel López Obrador (que se convirtieron, de pronto, de pejezombies a pejechairos), los oyentes del programa de la periodista Carmen Aristegui (a quienes otros motejaron como Chairistegui).

Básicamente, pues, todos los que tienen una opinión son chairos para otro grupo.

Al chairo más tradicional se le relaciona con frases algo trilladas como “apaga la televisión y prende un libro”, “este es el video que el gobierno no quiere que veas, compártelo antes que lo borren”, “ve por tu torta y tu frutsi”, además de por utilizar algunas expresiones como “peñabot”, “PRIANista” o “vendepatrias”. También por pensar que el futbol y las telenovelas son expresiones bajas. Antes de que se le diera una connotación política, chairo o chaqueto era aquel que se la pasaba jalándole el cuello al ganso y se la pasaba distraído. Como fuera de la realidad. El chairo actual es lo contrario. Es alguien que, supuestamente, está muy al tanto de su entorno y le interesa cambiarlo.

Podría decirse que el término se popularizó durante la cerrada contienda electoral de 2006 entre Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador. Algunos dijeron que el panorama tan estrecho era resultado del proceso democrático, otros tantos acusaron —y siguen acusando— fraude y guerra sucia. En 2012, la historia se repitió. Pero con el amplificador up to eleven. El choque entre Enrique Peña Nieto y AMLO polarizó a la sociedad mexicana hasta el borde del patatús. Y de ese encono ya nunca volvimos. La proliferación de las redes sociales también abonó a este intercambio de chairadas entre chairos y no chairos. “Que chairo yo, que derechairo tú. A ver, ¿quién es el más chairo de los dos?”.

Para arrojar algo de luz dentro de esta encarnizada discusión, el Colegio de México ha acudido a nuestro rescate a través de su Diccionario del Español de México. En el documento, al que se han agregado recientemente términos mexicanísimos como chamaquear, chayotero, huachicolero, cuatrapear o cocolazo, también se ha tratado de explicar qué carajos es un chairo. El Colmex define la palabra como un adjetivo o un sustantivo que se utiliza de manera peyorativa para referirse a una persona que defiende causas sociales y políticas en contra de la derecha, aunque se le critica que sea aquello que algunos llaman “activistas de sillón”. En otra de sus acepciones, la institución académica define a los chairos como alguien que se autosatisface con las acciones que lleva a cabo.

Tal vez, más allá de las disertaciones académicas, tendríamos que aceptar que todo aquel que tiene una posición innegociable e inmutable sobre un tema específico es un chairo”.

Hasta ahí el escrito que se puede leer completo en el portal www.sopitas.com

LOS NUEVOS CHAIROS

De lo anterior, podemos concluir que aquellos que tanto critican a los chairos, terminaron convirtiéndose en eso que tanto odiaban, es decir, precisamente en chairos, y de qué forma.

Tan solo es echar un vistazo al Twitter o al Facebook para que se den una cuenta del odio enfermizo que algunos externan en sus comentarios contra su presidente de la República –porque AMLO es presidente de todos los mexicanos--, como si fuera un efluvio mal oliente cuyos gases quisieran fueran tan venenosos como para exterminar al país.

La transmutación de los chairos es entendible, pero no deseada. Los que antes gobernaban, ahora se convirtieron en chairos porque todo lo critican todo les parece mal, y para ellos el país está a punto de irse al despeñadero.

Estamos por comenzar un año nuevo y no es bueno para la salud de nadie desearle un mal a la patria. Hay que esperar a que la nación camine, a que las cosas cambien y, sobre todo, a darle tiempo al presidente para que trabaje.

No dudo que haya personas del servicio público federal –empleados de confianza-- que se quedaron sin trabajo y sientan rabia y odio con el cambio de gobierno, pero estos ciudadanos también deben albergar la esperanza de que pueden ser reinstalados o de que se les pueden abrir nuevas oportunidades.

No generemos odio, no nos desgastemos en debates estériles en las redes sociales, porque en la calle seguimos siendo los mismos. Nos saludamos igual, desayunamos, comemos o cenamos en completa armonía y camaradería.

Si en las redes sociales atacamos y criticamos vilmente, pero en la calle no nos atrevemos a decir lo mismo, entonces sí estamos ante un problema grave de comportamiento, ante chairos mutantes que tiran la piedra y esconden la mano.

Por eso, el mejor deseo para el 2019 es que a México le vaya bien, contigo, sin ti o a pesar de ti, como decía Manuel Clohutier, el desaparecido Maquío.

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