En la última década la zona urbana de Puerto Vallarta creció más del doble, y se estima que para el 2030 habrá 430 mil habitantes, explica el investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), maestro Carlos Suárez Plascencia.
Suárez realizó un mapa de esta ciudad en el que identificó las áreas que están en riesgo ante fenómenos naturales como ciclones, huracanes, sismos y deslaves, y afirma que las construcciones en el puerto se encaminan a zonas naturales que dejan a los habitantes vulnerables ante cualquier tipo catástrofe.
Uno de los problemas más graves a los que está expuesto el municipio es a la inundación en zonas habitacionales que crecen sin ninguna planeación y en lugares cercanos a ríos y arroyos. Tan solo la Unidad Municipal de Protección Civil tiene identificados 30 lugares en la ciudad con riesgo de inundación.
Es el caso de la colonia La Floresta. Algunas casas son construidas sin permiso del ayuntamiento sobre el cauce del arroyo en Agua Zarca que baja del cerro y llega hasta el estero El Salado. Esta invasión representa un peligro para los habitantes, pues en caso de una lluvia fuerte, el agua bajará de la montaña con fuerza y podría llevarse las construcciones a su paso, explica Suárez Plascencia durante un recorrido por la zona.
A unas cuadras de ahí, un conjunto de residencias es construido sobre una antigua ciénega a la que los cocodrilos aún acuden en busca de descanso. Es común que los habitantes alrededor los maten o que llamen a protección civil diciendo que estos reptiles están “invadiendo” la zona.
Lo más grave es que las nuevas colonias se asientan en la zona de Las Palmas e Ixtapa, cercanas al río Ameca, identificadas por los académicos como la más susceptible a inundaciones por un huracán y a los efectos de un eventual tsunami.
En estas colonias, los habitantes comienzan a construir en las “terrazas” o lechos planos junto al río Ameca que por ahora están secos, pero que en un caso extremo podría volver a llenarse de agua.
Parte de los objetivos del atlas de riesgo entregado a principios de junio al Ayuntamiento de Puerto Vallarta es ofrecer información para que las autoridades municipales generen estrategias efectivas de prevención y de planificación urbana que no pongan en peligro a los habitantes.
“Tienen que hacerse estudios muy cuidadosos de dónde establecer reservas territoriales y no afectar áreas con peligro de inundación. Científicamente el riesgo se genera con una combinación de peligro y vulnerabilidad por exposición, pero si no acercamos casas a áreas afectables, no hay riesgo; aunque se inunde, hay pérdidas de cosechas, pero no de vidas humanas”, dice Suárez Plascencia.
Al sur de Puerto Vallarta, a falta de superficies planas, los habitantes han optado por irse a las montañas. Colonias como Conchas Chinas, El Caloso, Las Peñas y López Mateos están asentadas en lugares con peligro de deslizamiento de rocas y tierra. Los pobladores suelen cortar los árboles de la cima de los cerros para aprovechar la madera en las construcciones o como combustible.
A la larga, los habitantes van erosionando la superficie y ocasionando la caída de trozos de roca o tierra, que no se pueden detener sin el amortiguamiento que representan los árboles, explica el investigador de la UdeG.
Estos asentamientos son identificados también en el atlas de riesgo realizado por Suárez Plascencia, quien advierte que aunque Puerto Vallarta es una zona con sismos constantes de baja intensidad, no descarta que suceda uno de gran magnitud.
En ese caso, todas las casas construidas sobre los cerros, incluidas las del fraccionamiento Amapas, considerado de un estrato social más alto, no resistirían el movimiento y caerían al mar, afirma el especialista.