La ira de los militares tras el artero ataque con lanzagranadas y Barret Calibre 50, tiene que ver no sólo con que la emboscada fue ordenada y planeada por altos mandos del Cártel del Pacífico, sino también con que los sicarios que la ejecutaron —cuyo número se desconoce pero superaban hasta 3 a 1 a los soldados— son en su mayoría ex soldados y marinos desertores, junto con ex miembros de la Policía Federal y la Judicial de Sinaloa. Todos bajo las órdenes de Dámaso López Serrano, alías El Mini Lic. y se hacen llamar Fuerzas Especiales de Dámaso, según reportes de inteligencia. La idea de militares masacrando a militares causó ira en la Defensa y el secretario.
Desde el fin de semana equipos de inteligencia del Ejército y la Marina peinan los municipios de Sinaloa en busca de los agresores. Soldados —uniformados y vestidos de civil— buscan con la instrucción de atrapar “a toda costa” y “con todos los métodos posibles” a quienes masacraron a su “hermanos de armas”. Es el mensaje que mandó el general Cienfuegos, en el homenaje a los emboscados, al llamar “enfermos, insanos, bestias criminales con armas de grueso calibre” a los asesinos.
Y es que, aunque la versión de que los hijos del "Chapo" Guzmán participaron en el ataque resultó falsa, lo que sí confirmó inteligencia militar es que el rescatado Aureliano Guzmán Loera, junto con Alfredo e Iván, los hijos de Joaquín Guzmán, son los principales líderes que controlan el Cártel del Pacífico, y encargados del trasiego de droga del "Triángulo Dorado" a Estados Unidos. Eso explica el enorme despliegue de fuerza y armamento que masacró a los militares: el rescate de uno de los líderes de la organización.
Así que Culiacán y buena parte de Sinaloa se convertirán en zona de guerra. Operativos conjuntos de la Marina y el Ejército en las calles de las principales ciudades y en comunidades rurales van a “cazar” a las “bestias”, de las que habló el general. Los militares están heridos. Y lo que viene es la guerra. (Tomado de Internet)