Aquel Puerto Vallarta con encanto de pueblito que enamoró a la actriz Elizabeth Taylor en los años 60, durante la filmación de “La noche de la iguana”, está en peligro.
Basta con caminar por la calle Ignacio L. Vallarta, en la Zona Romántica, para identificar que en el último año fueron levantadas varias torres de departamentos lujosos entre fincas que guardan la esencia de la arquitectura tradicional.
Estos cambios urbanísticos transgreden la imagen tradicional del lugar y provoca una notable separación entre los habitantes locales y los turistas; así lo refiere el doctor José Alfonso Baños Francia, académico del Centro Universitario de la Costa (CUCosta) la Universidad de Guadalajara (UdeG), quien realizó el estudio “Segregación residencial en el espacio turístico de Puerto Vallarta”, como parte de su tesis del doctorado en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD).
“Hemos visto una sobreurbanización en la Zona Romántica. Esto tendrá implicaciones en infraestructura, espacio público y modificación de la imagen de barrio. Puerto Vallarta se caracterizó por tener una imagen de pueblito típico frente al mar y los desarrolladores inmobiliarios recientes están modificando esta imagen típica. Los turistas que vienen impulsados por este imaginario de pueblito se encuentran con una realidad que no es lo que les están vendiendo”, explicó.
Según datos de la Secretaría de Turismo de Jalisco (SecturJal), de 2016, los turistas nacionales manifestaron que los destinos de interés de Puerto Vallarta son sus playas (indicó 22.59 por ciento de los encuestados), su patrimonio natural (15.01) y Centro Histórico (13.09). Los turistas extranjeros manifestaron que se interesaron por sus plazas y monumentos (25.09), las playas (22.01) y los malecones (7.9).
Dichas cifras reflejan que el imaginario de los turistas con respecto a esta ciudad costera involucra tanto elementos naturales como urbanos.
El académico no descarta la posibilidad de que en el municipio se pueda crecer de manera vertical, pero en el caso del Centro Histórico y las dos colonias aledañas que configuran la Zona Romántica y la 5 de Diciembre, sí deberían de mantener una escala más humana y no una de grandes torres, pues se irrumpe la imagen tradicional.
Un despojo que se siente
La modificación de la imagen urbana a partir de la creación de torres de departamentos también trae una sensación de despojo en los pobladores vallartenses.
“Estos desarrollos han generado nuevas maneras de segregación o se ha reforzado una vivencia desigual que ha ido creciendo. Se tienen registradas torres de departamentos que prácticamente todo el año están vacías, que se utilizan únicamente por sus propietarios como segunda residencia o en temporadas vacacionales”, destacó.
Baños Francia pone en contexto que esta situación es como cuando un anfitrión realiza una fiesta en su hogar y no puede disfrutar de lo que le pertenece. En este caso, los turistas son los invitados.
“Vimos el perfil de quienes viven en este tipo de desarrollos, que son personas mayoritariamente extranjeras, ya retiradas, con una capacidad económica alta”, comparte el investigador.
La investigación de Baños Francia propone un modelo que podría reducir la brecha de espacios desiguales con la ayuda de políticas públicas. Una de éstas es que un porcentaje de los desarrollos habitacionales frente al mar fueran de vivienda social.
“Y esto suena escandaloso porque los desarrolladores inmobiliarios quieren maximizar su ganancia, pero creemos que tendría que ver con una acción más decidida de la autoridad para reducir la brecha”, subraya.
Actualmente, de los 329 hoteles vallartenses registrados por la Secturjal, “La gaceta” de la UdeG identificó que cerca de un centenar están frente al mar, en un rango de doce kilómetros entre el río Ameca y la zona de Conchas Chinas.
Baños Francia expresó que esta segregación tiene implicaciones sociales como violencia, gentrificación y falta de rezago de la atención a los habitantes locales.