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Domingo, 04 Agosto 2013 16:05

Los desfiguros de El Mochilas

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Por Jorge Olmos Contreras

Pocos regidores del Movimiento Ciudadano lo han comentado

, pero a dos semanas de ocurrido el incidente, ya se han filtrado datos con detalle sobre otro pleito intestino, encarnizado y polarizado, entre el alcalde Ramón Guerrero y el síndico,  Roberto Ascencio Castillo; en hechos ocurridos durante una junta privada en la Presidencia Municipal el lunes ocho de julio, teniendo como mudo testigo de los hechos a un referí que no intervino y que sólo tomó nota, el ex priista Enrique Ibarra Pedroza, hoy flamante presidente del Consejo Político Estatal del Partido del Movimiento Ciudadano.

Quienes estuvieron en esa reunión casi secreta, a saber todos los regidores que componen la fracción mayoritaria del Ayuntamiento, es decir, los del Movimiento Ciudadano, pudieron atestiguar cómo El Mochilas se salió de sus cabales para lanzar serias acusaciones contra el síndico; señalamientos que después no pudo probar y quedar como un alcalde mentiroso, calumniador y embustero ante su propio cuerpo de ediles.

Y es que desde el viernes cinco de julio, El Mochilas convocó a sus ediles a una comida en el hotel Meliá para presentar al nuevo Director de Seguridad Pública Municipal, mayor Rogelio Hernández de la Mata; pero con toda la mala leche, no hizo extensiva la cortesía al síndico Roberto Ascencio Castillo, quien se enteró más tarde que no fue convocado a degustar los finos alimentos para darle la bienvenida al militar.

Ya en esta comida, Ramón Guerrero comenzó a quejarse de Roberto Ascencio, les gritaba a los regidores que ya no lo aguantaba, que lo quería extorsionar, que qué iban a hacer con el síndico, porque de plano, ya no soportaba más la situación.

DE TRAGEDIA GRIEGA

Quienes lo observaron, vieron a un Mochilas angustiado, que se agarraba la barbilla cada 10 segundos, que pelaba los ojos y que manoteaba y vociferaba –en una pose tan histriónica, que una tragedia griega le quedaría corta—contra el síndico ausente 

Sólo dos regidores se atrevieron a ponerle un alto al Mochilas, ellos fueron Susana Carreño y Humberto Gómez Arévalo, quienes pidieron prudencia al presidente y lo invitaron a que convocara a una reunión urgente en la Presidencia Municipal para que ahí, delante de todos y con la presencia del síndico, repitiera sus acusaciones y que además, las demostrara.

Al alcalde no le quedó de otra más que tragar camote y hacer la convocatoria a todos, incluido el síndico municipal. Pero antes, maniobró para suavizar el incendio que ya había provocado –pues los improperios contra Roberto Ascencio ya habían llegado a oídos de éste—y le pidió a Enrique Ibarra Pedroza que buscara al síndico para platicar con él y que de esta manera llegara a la junta del lunes más calmado y con la terapia política suficiente para evitar un encontronazo.

Sin embargo, se sabe que Roberto Ascencio supo captar las intenciones del Mochilas y se negó a platicar a solas con Enrique Ibarra, en su lugar, lo invitó (a Enrique Ibarra) a que asistiera en calidad de testigo a la junta privada del lunes ocho de julio en Palacio y Enrique, por supuesto, aceptó gustoso.

CON LOS ANIMOS CALDEADOS

Con los ánimos caldeados, la junta privada comenzó con los insultos de Ramón Guerrero contra Roberto Ascencio, a quien acusó de quererlo chantajear y le mostró a los regidores del Movimiento Ciudadano tres casos supuestamente documentados de actos de corrupción en los que participa, para su beneficio personal, Roberto Ascencio Castillo.

Uno de esos casos fue el convenio que el Ayuntamiento celebraría con la empresa Grand Ventian para negociar un pago de más de 13 millones de pesos que deberían reintegrarse al dueño de esa firma, el desarrollador inmobiliario, Elías Sacal, por cobros fiscales indebidos en administraciones pasadas.

El Mochilas juraba y perjuraba que Roberto Ascencio quería llevarse una tajada por la firma de este convenio –siete millones de pesos afirmaba-- y les pasó copia del documento a sus regidores incondicionales, comenzando por El Pitas Pelayo, pero como este edil es más burro que un asno, no leyó el papel y sólo atinó a comentar: “en efecto, aquí está tu firma Roberto”. Lo mismo hicieron Luis Munguía, Candelaria Villanueva, Doris Ponce, Oscar Ávalos, Otoniel Barragán y Guadalupe Anaya; pero cuando el documento llegó a las manos de Susana Carreño, ésta sí lo leyó y les pronunció en voz alta el contenido del mismo, para que sus compañeros se dieran cuenta de que El Mochilas estaba mintiendo y, por lo tanto, injuriando al síndico municipal.

Después se supo que en realidad los colaboradores que El Mochilas trajo de Guadalajara, fueron quienes metieron las manos para tratar de llevarse varios millones de pesos si lograban negociar con Elías Sacal la devolución del dinero mediante pagos prorrateados de impuestos y permisos municipales inmediatos y futuros.

LOS 7 MILLONES DE JUAN HERNANDEZ

Lo más grave, es que el apoderado del Grand Venetian habría comentado ante un alto funcionario municipal, que fue el procurador social, Juan Hernández, quien se había apersonado en sus oficinas en días pasados para pedirle siete millones de pesos a cambio de sacar adelante la firma del convenio.

El síndico firmó el convenio porque convenía a los intereses del Ayuntamiento, pero no sabía que Juan Hernández ya había ido a pedirle semejante cantidad al abogado del Grand Venetian; por eso cuando al Mochilas le tocaban el tema y le mostraban el avance del documento, lo soltaba como si fuera una papa caliente, y le daba instrucciones al secretario general, Antonio Pinto, para que lo viera personalmente con Roberto Ascencio.

Hay que recordar que El Mochilas no firmó el convenio porque esperaba sacar algún beneficio personal para él o para sus operadores tapatíos, pero el tiro le salió por la culata cuando Elías Sacal ordenó que se pagara el impuesto predial de este ejercicio y le pidió a su representante legal que le exigiera al Ayuntamiento la devolución de los más de 13 millones de pesos.

Lo mismo le sucedió en la junta con los regidores, el tiro le salió por la culata, no pudo demostrar sus acusaciones en contra del síndico y al final quedó como un hombre que actúa con el hígado, muy hormonal, como dijera su destituido director de participación ciudadana, Héctor Gallegos de Santiago.

LA REGIDORA QUE NUNCA DUERME

Acorralado y descubierto, Ramón Guerrero le gritó fuerte al síndico y de plano le preguntó: “¿Cuánto quieres?”, mientras Enrique Ibarra Pedroza permanecía callado, observando la escena pueblerina y tomando nota de todo lo que acontecía, como si fuera un notario.

Roberto Ascencio, abogado de profesión y acostumbrado a los pleitos jurídicos, se defendió como pudo y también puso en su lugar al Mochilas, le recordó que era un hocicón, que no tenía huevos y que era muy corrupto, según los testimonios a los que este columnista tuvo acceso.

Dicen que cuando El Mochilas escuchó las palabras de Roberto Ascencio, hizo un ademán bastante chistoso, volteó la cara hacía un lado y gritó…”¡Holaaaaaa!, como reprobando las acusaciones que le hacía el síndico. Para esto, los regidores incondicionales de Ramón estaban ya muy incómodos, mientras que Susana Carreño y Humberto Gómez Arévalo estaban asombrados por las reacciones del presidente municipal.

Empero, no todo terminó ahí, pues al Mochilas le esperaba otro desaguisado, y éste sucedió cuando Susana Carreño le preguntó al alcalde si era cierto que él le había confiado al síndico que le había dado la comisión de entrega recepción “porque esa pinche vieja ni duerme, para que se entretenga”. Al instante, saltó Roberto Ascencio para confirmar la versión. Dicen que el presidente tomaba aire y se tallaba con desesperación las quijadas al verse descubierto, que no hallaba dónde meterse.

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Al final a todos les quedó un amargo sabor de boca y el referí autista, Enrique Ibarra, se regresó a Guadalajara a informarle de la gravedad del asunto al líder moral del Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro Ramírez.

Como usted verá estimado lector, las apariencias engañan, por debajo de la espuma y entretelones se discute la forma en que Ramón Guerrero está gobernando Puerto Vallarta y el pleito personal que sostiene con el síndico, porque éste se ha negado a firmarle contratos que son lesivos a los intereses de la comuna y que representan verdaderos actos de corrupción y de pillaje.

La prensa y la radio pagada podrán decir que el gobierno municipal camina de maravilla, que van a buen puerto como dice su publicidad oficial, pero la realidad es otra y es muy distinta.

Por debajo del agua se están haciendo muchos, muchísimos negocios que tarde o temprano saldrán a la luz pública.

Una cosa si les podemos decir: Ramón Guerrero está llenado sus mochilas con mucho dinero de todos los vallartenses, con órdenes de trabajo (que no contratos) a constructoras, comprando a proveedores que están ligados a funcionarios como Oscar Delgado Chávez, su Director de Obras Públicas y aterrizando mega negocios como la concesión del alumbrado público.

A los empresarios de Puerto Vallarta todavía no les cae el veinte, hasta que lo sientan en sus bolsillos, igual a los ciudadanos que se dejan deslumbrar por un tinaco, unas láminas o un saco de cemento.

El tiempo no perdona, y el mismo tiempo se encargará de dejar al descubierto una inmensa corrupción del hombre que pretendía cambiar la historia de Puerto Vallarta.

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