Por Gerardo Sandoval Ortiz
Con plaza y quiosco lleno de las familias de lugareños e invitados de pueblos de la región, el martes 6 de mayo, en el mensaje de arranque de los festejos patronales de San Isidro en Las Palmas, el delegado municipal, Alfredo Uribe Dávalos públicamente dio las gracias a Lily Rosas por haber pagado la banda que amenizó el baile del rompimiento de las fiestas. El funcionario municipal lanzó el discurso desde el nuevo templete construido a un lado de las oficinas delegacionales.
Seis días después, en el arco que anuncia el ingreso a Guachinango, un grupo de civiles atacó un camión de militares con un saldo sabido de cuatro soldados muertos y un número indeterminado de civiles caídos. La última cifra probablemente nunca se conocerá debido a que los agresores pudieron subir a sus unidades a sus compañeros.
Más reciente, intempestivamente, policías federales y soldados a las oficinas de la Delegación Municipal. Luego de un breve interrogatorio, se ordenó subir a una unidad militar a tres funcionarios de dicha oficina. Uno fue el encargado del panteón de la comunidad, Alfonso García y otro el subdelegado municipal, Jorge Pérez. Además, los militares dispusieron llevarse a Claudia Rosas. La última es secretaria de la delegación y hermana de aquella generosa dama mencionada por el delegado municipal como Lily Rosas, la que supuestamente se hizo cargo de pagar la banda del inicio de las fiestas de San Isidro en Las Palmas. El convoy de militares cruzó la calle y se introdujo al edificio aledaño a la iglesia del lugar. Tras un dialogo con personal de la iglesia ordenaron también llevar declarar al cura, Guillermo Salcedo.
¿HECHOS AISLADOS?
Los tres hechos citados arriba no son aislados. Los servidores públicos de la delegación fueron regresados a casa al cabo de varias horas. El delegado municipal aclaró entonces que no se trató de ningún “levantón” ejecutado por grupo armado, sino que sus colaboradores fueron llamados a rendir una declaración judicial.
Todavía el miércoles, reportes de los lugareños confirmaron que la presencia de personal militar es constante en la demarcación. Tres días después de lo ocurrido en la oficina delegacional, personal da la milicia tenía prácticamente cercado el panteón municipal.
Los habitantes de Las Palmas se muestran temerosos y reflejan hasta cierto miedo, no por lo ocurrido el lunes 2, sino después del encontronazo del grupo civil armado contra los soldados en el ingreso a Guachinango. En aquel sitio, murieron un grupo indeterminado de civiles. La presencia de los soldados el lunes en Las Palmas fue una secuela de aquella emboscada del poblado vecino de Ameca. Intentan confirmar una información que les llegó días después del ataque de Guachinango, la sepultura de un presunto integrante del grupo de civiles agresores muerto en la gresca. Poseen otros datos adicionales, como el supuesto vínculo sentimental de un familiar de la secretaria, Claudia Rosas. Eso, además de presuntas anomalías en el trámite o protocolo normal a cumplir cuando se autoriza sepultar a un cristiano en un panteón municipal, sobre todo si era un muerto a balazos, pues nunca se le dio visto al Ministerio Público del Fuero Común por tratarse de un crimen.
LA MILICIA Y EL MENOR
De acuerdo a las investigaciones que la milicia realiza, intentan determinar si un menor de edad, participó en el ataque a la milicia. El lunes llegaron con instrucciones precisas de exhumar el cuerpo del menor y lo que se supo, fueron las dificultades para dar con el sitio de la sepultura. Es probable que en el panteón de Las Palmas no exista cuerpo del supuesto agresor menor de edad. Todo indica que un día después de depositar el cuerpo en el cementerio, familiares del fallecido dispusieron exhumar el cuerpo y trasladarlo a un lugar no determinado por ahora.
Sin embargo, también existe la versión de que agentes de la Subprocuraduría de Investigación en Delincuencia Organizada (Seido) y personal militar, exhumaron un cuerpo del panteón el martes tres de junio.
Llevaron a declarar a los tres funcionarios municipales precisamente para obtener sus versiones de si realmente ocurrió un entierro en el campo santo. Al cura Guillermo, Salcedo lo requirieron debido a tener informes de que el representante de la iglesia ofreció una misa de cuerpo presente sin tocar campanas, como lo dicta la ordenanza católica.
TRANQUILIDAD ENGAÑOSA
En Las Palmas se palpa una tranquilidad engañosa. La familia Rosas, particularmente el patriarca de la familia, José “El Cuate” Rosas es de apreciada estimación entre los lugareños. Es hombre de trabajo, dedicado a actividades agrícolas, compadre del veterinario Juan Dueñas Cabrera, que ha sido dos veces delegado municipal.
Los militares investigan si es cierta la información que poseen, de que Lily Rosas, la hermana de la secretaria Claudia, tiene una relación sentimental con una persona que está en sus expedientes.
Todos los lugareños coinciden en señalar que de Las Palmas no es oriundo ningún líder de delincuentes. Sin embargo, este dato no les regresa la tranquilidad y desde lo ocurrido el lunes tienen miedo hasta de salir de sus casas para ir a sus parcelas.
El tema entre los lugareños es de una plática prohibida. Hace ya años notaron la presencia de extraños armados que inclusive hacían vida social. Pero de un tiempo a la fecha se alejaron del poblado y en raras ocasiones eran vistos pasear en las calles de Las Palmas. El menor de edad, supuestamente sepultado en el panteón, tampoco tenía residencia en el pueblo. Quienes saben de él, lo identificaban como el hermano menor de otra persona, pero ninguno de ellos vive en el pueblo. Si acaso aciertan a comentar que “vivía en el cerro”.
Sin embargo, cualquier dato expuesto puede ser impreciso. Es información que los lugareños consideran poseen los militares y que a ello obedece su presencia en los últimos días. Tienen plena seguridad de que todo se debe a las secuelas del ataque a los militares en Guachinango, aunque ven injusto que todo el pueblo pague las consecuencias.
INVESTIGACIONES
En las investigaciones a las que se ha llamado a declarar al cura de Las Palmas, Guillermo Salcedo, al encargado del panteón, Alfonso García, al subdelegado, Jorge Pérez y a la secretaria Claudia Rosas, interviene el personal militar pero también de la Procuraduría General de República, la conocida como Seido. La Secretaría de Defensa Nacional lo hace en funciones de coadyuvancia. Fuentes que saben del caso nos informaron que el martes tres de junio, a las 13:30 horas fue presentado a rendir declaración el encargado del registro Civil, Alfredo Casillas, motejado como “el freddy”. El dato que intentan discernir es la omisión de notificar la supuesta sepultura del menor en el panteón de Las Palmas.
Por cierto, y lo siguiente es el sentir de lugareños de Las Palmas, comentan que en el caso hipotético de existir complicidades en alguna cuestión anómala, en ello también deberán tener responsabilidad el delegado municipal, Alfredo Uribe Dávalos y hasta el regidor Oscar Avalos Bernal. Están seguros de que ellos supieron y saben de todo lo que se investiga. Al menos del primero el discurso y arenga gritado desde el nuevo templete al lado de la delegación del arranque de las fiestas patronales. Los vecinos todavía recuerdan el agradecimiento público a Lily Rosas por haber pagado la banda que amenizó el día del rompimiento de las fiestas patronales. A ellos se les debería fincar responsabilidad, al menos civil, porque han sido también omisos ante la autoridad superior, dijo un vecino del poblado.