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Lunes, 08 Junio 2015 09:53

Los errores de Andrés

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Por Jorge Olmos Contreras

Ni estaban todos los que eran, ni eran todos los que estaban, así podemos empezar este análisis sobre lo que sucedió durante la jornada electoral el día de ayer domingo siete de junio, donde el virtual ganador a la alcaldía de Puerto Vallarta, es el ingeniero Arturo Dávalos Peña, y el gran perdedor es el abanderado del PRI, Andrés González Palomera, todo en un contexto de una amplia abstención electoral, de hecho triunfó el abstencionismo, al grado de que el candidato del PAN, Juan José Cuevas García, redujo la votación del partido blanquiazul en más de cinco mil votos, en comparación a la que sacó en la elección del 2012, con 17 mil 537 y hoy lleva 13 mil 458.

 

Para que nos demos una idea del grado de abstencionismo que prevaleció en Puerto Vallarta, había 205 mil 295 boletas y con el conteo del 80 por ciento de las actas, se habían registrado 68 mil 517 votos emitidos, una participación del 34.02 por ciento.

Para entender qué fue lo que pasó en los comicios de este año 2015, necesitaríamos una mesa para debatir los diferentes tópicos y sobre todo, los factores políticos y sociales que se vivieron antes y durante la jornada electoral para que la mayoría de los ciudadanos decidieran refrendar al Partido del Movimiento Ciudadano en la presidencia municipal.

Como ya vimos, la diferencia del triunfo no fueron 10 mil votos, sino que de acuerdo con el PREP, contabilizadas 85.86 por ciento de las actas registradas, Arturo Dávalos tiene el 37.15 por ciento de los votos con 25 mil 947 sufragios, mientras que el candidato de la Alianza PRI-PVEM, tiene el 31.38 por ciento, con 21 mil 913 votos a su favor, es decir, la diferencia es de cuatro mil 034 votos.

Sin embargo, el triunfo del MC es indiscutible, es un margen amplio y ya no hay vuelta de hoja, el presidente municipal va a ser Arturo Dávalos Peña.

Creo que en las filas del PRI se cometieron muchos errores, desde los estrategas que contrataron como el tabasqueño Juan Carlos Peralta, hasta la conformación de la planilla con personajes como Abel Chávez Galván o Armando Villaseñor, hasta una marcada soberbia –que podría confundirse con exceso de confianza—del propio Andrés González Palomera, quien ya se comportaba como alcalde, ya caminaba como alcalde, ya se sentía alcalde, y al final, como a veces sucede, del plato a la mesa, se cae la sopa.

Por si esto fuera poco, se cometieron errores garrafales durante la jornada electoral, como el golpe mediático y jurídico que significó que vecinos descubrieran y reportaran a un grupo de priistas que estaban comprando votos y a quienes sorprendió la policía municipal con listas nominales del padrón electoral y con casi medio millón de pesos en efectivo.

Otro error fue tener en casas amigas –esas en donde se coacciona el voto—a personas violentas que agredieron físicamente a un simpatizante del MC y en donde se pudo establecer la presencia de un hermano del ex alcalde Javier Bravo de apodo El Titi Carbajal.

Por la tarde, como ya vimos, se cometió otro error al detener, policías de la Fuerza Única, al promotor del MC, David de la Rosa, y más tarde, policías estatales, intentaron detener a policías municipales que estaban cerca de una casilla de la colonia Ramblases, pero que gracias a que la gente se juntó y protestó, no se llevaron a los municipales, por el contrario, los de la Fuerza Única salieron rápidamente del lugar.

En este contexto, la derrota del PRI tiene muchas aristas, desde un voto de castigo, un  hartazgo del electorado, hasta un sentido de querer seguir con un Partido que, si bien ha tenido sus excesos en la presidencia municipal con Ramón Guerrero el Mochilas, también ha sabido congraciarse a los vallartenses que viven en las colonias populares, a los más marginados.

Como dije al principio, para analizar estas elecciones necesitamos una mesa de debate entre diferentes actores políticos y periodistas, pero por el momento, deberíamos preguntarnos, si Arturo Dávalos no firmó el Acuerdo para un Gobierno Honesto y Transparente, en dónde están esas 30 mil firmas, convertidos en votos, que decían los promotores de este Acuerdo, tenían debidamente registradas y que presumían eran de ciudadanos convencidos de un cambio, porque si fue así, nunca salieron a votar.

 

 

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