Circo de una pista, el Payaso es Presidente Municipal
Escrito por Jorge OlmosPor Sebastián Zavala Cordero/Columna "Aplanadora en Movimiento"
- El Cabildo vallartense, desde el graderío
- La magia del payaso ilusionista ya no impresiona
La función estaba programada a las cuatro de la tarde, pero todo mundo sabía que iniciaría después, mucho después, cuando apareciera el presidente municipal, precedido por sus comparsas, regidores del MC, algunos de los cuales se cansaron ya de levantar la mano y, por lo mismo, causaron que la junta se aplazara.
Desde poco antes de la hora anunciada, y hasta las 5:15 pm, los escasos reporteros presentes jugaban en el ciberespacio, al igual que los regidores Yésica y Tito Yerena, Adrián Méndez y Humberto Muñoz, que reían tras observar la pantalla de una laptop, o al tomarse fotografías. Agustín Álvarez Valdivia pastaba solo en un rincón, al extremo de la mesa.
El personal de prensa del ayuntamiento paseando, entre nervioso y acostumbrado a la informalidad de estas reuniones, que sólo son de amigos para quienes acuden de la ciudadanía, y aprovechan para intercambiar impresiones, chistes y comentarios, como en alegre funeral.
Humberto Muñoz, regidor, pedía sillas para los periodistas que iban llegando.
Silvia Álvarez, encargada de Prensa de la comuna, paseaba por los pasillos de la planta alta en la presidencia, vigilaba, observaba, oía… entraba al salón de cabildos para apapachar a sus cercanas y cercanos, a los reporteros “consentidos” por la administración.
Beto “El del Infonavit”, o “Beto G”, como llaman a Humberto Arévalo, hacía lo propio, proveyendo a solicitud expresa de un joven reportero, galletas de harina integral.
--¡Culero! Pinche regidorcillo culero –dijo entonces, aparte, cual secreto en revelación, una reportera; “A sus amiguitas hasta galletas les trae, pero no fuera uno, que no se presta a sus chingaderas, porque si se te ocurre tomar una pinche galleta en este pinche cabildo, el pu… ese te grita, como a mí, que me puso una regañiza por atreverme a tomar una galleta… un día. ¡Culero!, pinche regidorcillo culero, le di diez pesos por su pinche galleta…”
JURÉ NO ENDEUDAR A VALLARTA… SABE…
Iban a dar las 18:00 horas, seis de la tarde. Agustín Álvarez terminó de leer algo que llamó su atención en el Vallarta Opina, y pasó luego el diario a los regidores Adrián Méndez y Humberto Muñoz, que lo observaron puestos de pie, el papel en la larga mesa en forma de herradura del salón de cabildo.
“Beto G” distrajo en ese momento la atención de la concurrencia, que para entonces ya ocupaba la mitad del espacio en la sala. Entró altivo y digno, rosado él de la cintura hacia arriba, por efecto de su camisa: Juré –casi gritó con voz tiple- no endeudar a Vallarta… saaaabe… Mi voto no es vendido… “¿Me tienen confianza?”, preguntó a la todavía escasa concurrencia… y no hubo respuesta. Agustín, el regidor verde, camisa del mismo color, dueño de las ópticas Álvarez, siguió mascando su chicle, impasible. “Ya esto no tiene para cuándo”, remata Beto “el del Infonavit”, y se va de la sala; su breve presentación ha terminado, pues no volvería a hablar durante la sesión del cabildo de ayer.
Toñita Sánchez Bonilla sí recibió aplausos y vítores, cuando casi a la partida del regidor rosa, hizo su aparición acurrucando entre sus brazos una lata color rojo, que hizo gritar a los emocionados reporteros asiduos de estas juntas, conocedores del “protocolo”: “¡Ya llegó el café!”
Una ciudadana, hasta ese momento mudo testigo del devenir de la sesión de cabildo, que ya tenía casi tres horas de aplazamiento, atinó a comentar muy sorprendida: “Parece que estos amigos se llevan mucho tiempo aquí… ¿todos los días?...”
DAMAS QUE CONOCEN DERECHOS Y OBLIGACIONES
Nos dieron las 7 de la noche y cuatro damas, un caballero, se levantaron de sus asientos en “gayola”, decididas a dejarse escuchar. Caminaron hacia la entrada de las oficinas del presidente municipal Ramón Guerrero, alias “El Mochilas”, y exigieron hablar con él.
Se trataba nada menos que de las ex regidoras María Inés Francia de Baños y María Cristina Uribe, acompañadas por mujeres y un par de hombres vallartenses con arraigo, con experiencia en lides políticas y con valor para decir las cosas de frente.
El secretario particular, Oscar Pérez, intentó mediar, pero cometió la idiotez de confundir la incongruencia, irresponsabilidad, desorganización e informalidad del primer edil, con “incómodos detallitos” que trae consigo la “democracia”. El imberbe secretario volvió a caer por el cubo del elevador, cuando las damas enderezaron con argumentos su torcida visión… “el madrazo le afectó el coco”, comentó uno de los molestos espectadores que acompañó al grupo que pretendía ver al alcalde.
Para salvar el momento, apareció entonces por primera ocasión en la tarde, la regidora y periodista Susana Carreño, para dar la cara no en representación de Ramón alias “El Mochilas”, sino del cuerpo de regidores que éste trataba de convencer para llegar a un acuerdo y endeudar aun más a Puerto Vallarta.
Avergonzada por la desorganización y total falta de capacidad política de alias “El Mochilas”, Susana ofreció disculpas a las damas molestas por el retardo (no el mental) del alcalde, y prácticamente las llevó de la mano al salón de Cabildos para escucharlas y charlar con ellas. Ya había adelantado, de manera breve pero clara, el sentido de su voto para la propuesta criminal del primer edil: “No endeudaremos más a Puerto Vallarta”.
CON EL CHAMACO ATRAVESADO
Poco antes, Otoniel, el regidor palmeño, hizo lo mismo, entrevistado por la reportera Julia Baumgarten en el pasillo de la planta alta de presidencia. Ello permitió deducir sin duda que a Ramón alias “El Mochilas”, se le había caído el acto de ilusionismo cuya orden del día, marcada con el número 7.6, estaba la presunta aprobación a la propuesta de pedir más dinero prestado, disque para efectuar obra pública.
Desde allí se supo que el presidente municipal dejaría fuera (como ocurrió a eso de las 23:00 horas) la discusión de ese punto, que ya había perdido gracias a la firmeza de Susana, Otoniel y el “Beto G”, y por supuesto, como consecuencia de las advertencias de los regidores Adrián Méndez, Tito Yerena y, por supuesto, Humberto Muñoz Vargas, quien evadió la censura del alcalde y se divirtió jugando con él, como siempre.
Al final, Ramón alias “El Mochilas”, logró un premio de consolación, la posibilidad de adjudicar obra pública directamente, por la legalidad y ánimo de sus “desos”, beneficiando a sus cuates y conocidos de sus mecenas, con contratos con valor hasta por un millón y medio de pesos.
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