La chica subió al Metro vestida con un pantalón de piyama y una sudadera de cierre. Esa tarde la acompañaban varios jóvenes, haciendo bulla entre los vagones. Los pasajeros los veían indiferentes, acostumbrados al cascabeleo de muchachos que a todas horas entran y salen del tren ligero.
Inesperadamente la mujer se despojó de los pantalones y se quitó la sudadera. Se quedó únicamente con una tanga negra. Sus grandes senos se quedaron al aire y comenzó a hacer, entre los pasamanos, un show de table dance.
Los pasajeros la miraban asombrados. Algunas mujeres, pudorosas, se retiraron hacia otros vagones. Un niño no le quitaba la vista.
La escena era grabada con un teléfono celular por uno de los muchachos. La improvisada bailarina se divertía. Bromeaba con algunos varones, sentándose en sus piernas. Hasta que después de unos minutos un guardia la abordó y le pidió que se retirara.
El incidente ocurrió el 1 de diciembre de 2012 en la Línea 1 del Metro de Monterrey.
Hasta que el video fue difundido en redes sociales se supo que la protagonista del episodio erótico diurno era la bailarina exótica Mackye, una singular estudiante de segundo semestre de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), que trabaja los fines de semana en un table dance del centro de la ciudad. Ahí mismo la chica de 21 años ejerce labor de acompañante, para hacer sexoservicio.
En ocasiones, dependiendo de su humor, hace videotuitts en los que se exhibe desnuda, relata con detalles sus encuentros íntimos y, si le da la gana, se masturba frente a sus fans.
Escribe y planea publicar un libro de memorias.
Espera despedirse el año entrante de su actividad de prostituta con una gran película de sexo real.
La mejor puta
Dice que su nombre es Luna Méndez Coronado. En su página de Facebook se hace llamar Mujer Luna Bella. En la pasarela es anunciada como Mackye.
Nació en Monterrey y su psicólogo le ha dicho que no tiene problemas mentales.
Cuenta, en entrevista, una historia personal llena de peripecias que asegura son enteramente verdaderas.
Sus compañeros saben en lo que trabaja. En la escuela es un personaje. A ella le cansa que cada vez que pasa al pizarrón, escucha los celulares activándose para grabarla de cuerpo completo, pero ya se acostumbró. También a que en los pasillos le griten que la aman. Algunos le dicen piropos lindos, y otros de subido color.
Lo mismo le ocurre en la calle. Pero a ella le gusta llamar la atención. Dice que si en la calle algún chico la reconoce, puede detenerla, saludarle y acariciarle un seno, si quiere.
“A mí no me molesta. Me gusta excitar”, dice.
En los conciertos a los que va, cuando es reconocida, los muchachos le piden que se levante la blusa. Ya es un ritual para ella que le griten “chiches pa’la banda” en los eventos masivos. Y ella siempre los complace, mostrando los senos, y se toma fotos con los chicos.
Mackye trae el cabello morado porque el color, dice, representa el misterio y la lujuria. Llama la atención de inmediato por su bien delineada figura morena.
Vive con sus padres en una colonia del sur de la ciudad. Es la mayor de seis hermanos. Una vez la corrieron de casa, cuando se enteraron de lo que trabajaba. Pero su padre, quien es albañil, la aceptó de regreso. Ella es la que le paga los estudios a sus hermanos.
Y eso de prostituirse lo ve como un trabajo normal.
En su cuenta de Facebook anuncia que trabaja en el Chocolate Men’s Club. Aclara que no sale con clientes. Sus trabajos son sólo en el interior del establecimiento. Y da tarifas: por un baile privado de 10 minutos, cobra 180 pesos. Por sexo oral, 950 durante 20 minutos; servicio completo, mil 250 por 30 minutos; para sexo anal hay que pagar otros 600. Por compartir una copa, 110 pesos, un shot de tequila por 150, y por acompañar una botella 380 pesos. Los que quieran un show privado por cámara deben pagarle mil 500 pesos por hora.
Parece que Mackye no conoce la inhibición.
Según relata, su inicio en las pasarelas es similar al de muchas mujeres. Tiene una tía que trabajaba como bailarina. A sus 16 años le pidió que la llevara a bailar, y como tiene un cuerpo mayor, creyeron que daba la edad y se integró al elenco del TVO, donde hizo su debut con el nombre de Selene, que después se transformó en Luna Bella.
Su primera noche en el table fue un shock:
“Lo primero que vi fue a una mujer desnuda. Me asusté. Nunca me habían tocado ni con el pétalo de una rosa, ni sabía qué era besar. Era virgen de todos mis poros. Ni en secundaria había besado a nadie, nunca tuve intimidad. Fue mi primera experiencia íntima en el table.”
Comenzó a bailar en las pasarelas, pero fue descubierta y, según dice, fue llevada a prisión donde conoció a un abogado que, a cambio de salir con ella, le tramitó una credencial falsa de elector para acreditar mayoría de edad.
Con el documento falsificado comenzó a trabajar en numerosos antros y fiestas, hasta que decidió establecerse en El Harem, donde hizo su show durante tres años. De ahí emigró al Chocolate, en el centro de la ciudad.
Pero aclara que se enroló en la actividad erótica por necesidad:
“Me cae mal que me pregunten qué fue lo que me llamó la atención de esto. La mayoría de las que trabajamos aquí lo hacemos por necesidad. Lo que me orilló es que mi familia es de bajos recursos, tengo cinco hermanos, yo soy la mayor. Por eso dejé de estudiar. Mi papá me dijo que le estaba quitando el pan a los otros hermanos por darme estudios y por eso nomás me dio estudio hasta la secundaria.”
Por esos días se hizo novia de un estudiante con el que convivió durante tres años. Sábados y domingos acudía al antro y el resto de la semana era novia, aunque la familia de él no la aceptaba, por la naturaleza de su profesión.
En casa desconocían su actividad nocturna, pero se extrañaban que ganara mucho dinero. Hasta que la descubrieron. Explica:
“Mi papá reaccionó mal. Me agarró a bofetadas y me quiso meter a un tutelar de menores. Yo les dije que lo iba a odiar. Entonces me corrió. No me importó, tenía mucho dinero y me fui a vivir a un hotel. Luego me fui a vivir con mi novio, a la casa de los papás de él. Él fue mi primer hombre. Y luego terminamos, pero no por problemas, sino porque se fue a Italia.”
Y así se dedicó por completo al negocio del table dance.
Eligió su nombre de batalla porque sus compañeras le decían que era muy observadora, muy maquiavélica, y por eso le decían Maqui. De ahí adoptó el nombre Mackye, en honor a Nicolás Maquiavelo. Pero hay quienes también la reconocen como Luna Bella.
No le molesta que la llamen teibolera. Por el contrario, se siente orgullosa de su ocupación.
“Me dicen que cómo me siento orgullosa de ser puta, y yo digo que gracias a ese trabajo he aprendido muchas cosas y he madurado. Me dicen que viví muy rápido, pero a mí me gusta. Fuera de mi trabajo soy como cualquier persona, no me relaciono con clientes.”
“Ya en mi trabajo asumo un personaje. Los sentimientos los dejo en casa, vengo con mi cuerpo y a ser una puta, porque todos vienen a buscar una puta. Dama en la cocina y puta en la cama. Soy puta en mi trabajo, pero fuera no lo soy”, señala Luna Bella.
Asegura que después de conocer el amor carnal con su novio, a los 19 años, se inició en el sexoservicio.
La ecuación fue sencilla: en el table le ofrecieron tener relaciones y aceptó porque ganaría dinero.
“La primera vez me pidieron tener relaciones y como ya no era virgen, dije, pues sí, por qué no. Se había acabado el amor con mi novio, ya lo había superado. Si se trataba de ganar más dinero, pues adelante. Y como a mí siempre me han dicho que en todo lo que haga debo ser la mejor, pues me dije: voy a ser la mejor puta”, ríe.
Un momento con un cliente es un asunto rutinario en sus veladas. Cuando llaman a Mackye, el mismo establecimiento le proporciona una habitación. Hace lo que le puedan pagar.
“En una noche de quincena tengo relaciones con unos nueve hombres. Pero también atiendo a unos veinte en total en las mesas”, calcula.
Al principio fue complicado hacer trabajo íntimo. No sabía comportarse con propiedad. No sabía qué le gustaba a ella o al cliente. Además puede resultar ingrato tener sexo con dinero y con un hombre que no es guapo. Por eso aprendió algunos trucos para evadirse en el trabajo.
“Tenía que encontrar una forma de estar con el cliente y al mismo tiempo no estar, tener el cuerpo aquí pero pensar en otra cosa para no sentir. Fui agarrando técnicas, como pensar en mañana. Mientras me están penetrando pienso que con ese dinero voy a comprar útiles de la escuela, otras cosas que haré con el dinero.
“Así, mientras el hombre está adentro de mí, se viene y ya. Así, literal, no siento nada, ni lo estoy viendo, ni le estoy poniendo atención. Claro, en caso de que me guste alguno, no se lo digo, me lo guardo, porque lo puede aprovechar para tener un descuento o que salga gratis. Se siente padre que me guste un chavo y que además me pague. Dos por uno”, suelta la carcajada.
Pero también tiene clientas. Las damas son quienes más la requieren.
“De hecho tengo más clientes mujeres que hombres. Como soy mujer, sé cómo se toca a una mujer, cómo complacerla. Pero es un poco difícil, porque todas las clientas están enamoradas de mí y yo no quiero ser su novia. Una se obsesionó, me dijo que me ponía casa si me iba a vivir con ella. Pero no. No sé si le gustará a los fans que les diga que soy bisexual o lesbiana, ni siquiera tengo definido si realmente lo soy”, señala.
La belleza acaba
Mackye está muy conciente de la edad. Sabe que un día acabará su belleza y será un producto de deshecho en el negocio del sexo. Por ello decidió prepararse.
Ingresó a Comunicación, de la UANL para tener una carrera. Estuvo a punto de entrar en el Tec de Monterrey, donde dice haber tramitado el examen vocacional que arrojó sus aptitudes para cuestiones de comunicación. Pero sus amigos le dijeron que era muy aburrido. Por eso entró a Comunicación de la universidad. Y de inmediato toda la facultad se enteró.
Recuerda que en los primeros días la persona notable en la escuela era Mariana Avitia, medallista en tiro con arco en Londres 2012. Pero nadie hacía aspavientos cuando la veía. En cambio, cuando ella circulaba en los pasillos los muchachos le externaban afecto.
“Cuando pasaba comentaban ‘estoy enamorada de ella’ o los muchachos me gritaban: ‘Te amo, Luna Bella’. A veces es incómodo porque me voy toda equis a la escuela, en piyama, en pantuflas, para no llamar la atención. Pero cuando en el salón paso con la tarea, escucho que todos los celulares se prenden tomándome. ¡Qué pedo!, me pregunto, ando toda fodonga”, dice.
A veces anda estresada y le incomoda el asedio, pero otras se siente bien por ser la fantasía de los chicos. En la FCC todos los hombres la aceptan porque, afirma, ahí la mayoría son gays y se proyectan en ella. Es su modelo, porque hay una discriminación generalizada contra los homosexuales, y ella, señalada también por ser teibolera, ignora a los detractores.
Muchas mujeres estudiantes, en cambio, le reprochan, dice. La han acusado injustificadamente de drogarse en los baños. También han cuestionado que estudie en la escuela una puta que convive con alumnos menores de edad, a los que va a pervertir.
De cualquier manera ella continúa sus estudios y eventualmente acude a programas locales de variedades en TV.
Fue llamada a un reality show de Multimedios por la notoriedad que alcanzó al hacer un acto nudista en la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (FIME) en el campus central de la UANL, en enero del 2012. Ella anunció en su cuenta de twitter que iría a saludar a los alumnos. Al llegar encontró que el pasillo central de la escuela estaba lleno de muchachos que ya la esperaban.
Como le indicaron que no podía estar ahí, por el tumulto que generaba, la invitaron a retirarse. Se fue al estacionamiento y el lugar se congestionó de fans. Ella subió a su coche para retirarse y los chicos se amotinaron, remeciéndolo. Escuchó a lo lejos el sonido de una patrulla y supuso que la policía acudía a arrestarla.
“Me dije que si me van a encerrar, que valga la pena, y me quite la blusa y me quedé en brasier y salió en las redes sociales. Pero no fue planeado. Me llevaron detenida, pero los alumnos me ayudaron, aportando de a 50 pesos para pagar mil 500”, recuerda.
A raíz de eso la invitaron a un show nocturno de televisión denominado Mitad y Mitad, donde un enmascarado tenía que elegir entre varias chicas. Ella fue invitada con el pretexto de que quería perder la virginidad con el protagonista. El público se mostró incrédulo, pues ella se anunciaba como una bailadora de table dance de cuestionable castidad.
Le pagaron 5 mil pesos por decir que era virgen. Luego fue a otro programa a cantar y bailar.
Ocurrió después el incidente en el Metro. Eso ocurrió un sábado y olvidó el episodio de inmediato. Su hermana la despertó el lunes y le dijo que tenía que ir a la tienda de la esquina, porque aparecía en la portada del periódico vespertino, que destacaba la noticia de su show.
“Lo del Metro lo hice por desmadrosa. Pero inventaron que me había desnudado en protesta porque Margarita (Arellanes, alcaldes panista de Monterrey) cerraba los antros a las dos. Inventaron, también, que lo hice para que se dieran cuenta de que no había seguridad en el Metro”, refiere.
En los videos que hay en internet se le ve completamente desnuda, charlando de experiencias eróticas, bromeando, bailando en poses sensuales, exhibiendo sus genitales y complaciéndose ante la cámara.
Pero no quiere seguir toda la vida en esto. Estima que a finales del 2014 se retirará de la vida nocturna.
También está escribiendo su autobiografía que lanzará a principios del 2014. Acorde a sus números, diez mil personas adquirirán el libro.
Ejercita la pluma escribiendo en su blog experiencias eróticas:
“No soy de escribir pornografía como ‘me abrió de piernas, me la metió y ya’. Mejor escribo que lo conocí, que lo miré, más detallista. Mi blog de experiencias sexuales tiene medio millón de visitas. Y tengo otro sobre cosas góticas, la vida y la muerte, cosas oscuras.
“Yo estoy segura que ese libro va a ser una bomba en México. Un productor de Los Ángeles me contactó y me dijo que si era una bomba, lo podíamos hacer película y eso sería un sueño hecho realidad. Eso me abriría muchas puertas. Y si trabajara el año que entra todavía como bailarina, sería por amor al arte.”
Algún día espera casarse y tener hijos, sin importar su antecedente como sexo servidora. Por eso, en parte, rechazó también la oferta de los videos eróticos:
“El día de mañana espero tener una familia. Imagínate, como bailarina batallo para que me tomen en serio ahora como estrella porno, más voy a batallar. Imagínate que esté con mi esposo y me pida ver una película porno para cachondearme y que prenda la tele y yo con cinco negros dándome por todos lados, no estaría chido.” (Cortesía de Proceso/fotos de Facebook)