“Va a ser un fuerte impacto social”, comentó el sacerdote al recordar que en la zona de Jarretaderas hay un sinnúmero de oaxaqueños que tienen familia y que no lo van a pensar dos veces para invitarlos a que vengan a Bahía de Banderas y a Puerto Vallarta mientras se recuperan de lo que perdieron en el terremoto.
“Debemos estar preparados”, con el corazón abierto, para recibir a nuestros hermanos afectados por el sismo, manifestó el padre Job, al recordar que cuando fue el temblor de 1985 en la Ciudad de México, miles de personas salieron de la capital para buscar nuevas residencias y vivir con algún familiar fuera del DF.
Lo mismo nos espera; la de Vallarta y Bahía de Banderas es una región, gracias a Dios –subrayó—con un fuerte desarrollo, por lo que debemos valorar el lugar en el que vivimos y darle la mano a quienes llegan tras una tragedia, exhortó a decenas de personas que acudieron al templo.