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Domingo, 18 Noviembre 2018 07:37

El drama de los nayaritas y el abandono del gobierno; pueblos enterrados que todavía no se recuperan

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Por Gerardo Sandoval Ortiz

Si los estudiosos en fenómenos naturales, meteorólogos y funcionarios, todos exhibieron torpeza e incapacidad para advertir lo que en el norte de Nayarit se venía encima, los lugareños fueron certeros en presagiar la crisis total para las familias de casi 200 mil habitantes.

Apenas el agua se escurrió a las lagunas y esteros de las Marismas Nacionales y se permitió el acceso a los caseríos de Tecuala, amigos y familiares emprendieron viajes cortos y largos motivados por dos razones: llevar los mínimos apoyos posibles y realizar labores de limpieza en la casa familiar.

Lo visto aquel sábado 27 y domingo 28 de octubre nos resultaba inenarrable. Apenas nos asomamos al río San Pedro y los estragos estaban a la vista. Más al norte, en Tecuala y Acaponeta, las escenas era no menos desoladora. Observamos de paso comunidades del municipio de Rosamorada pero los daños mayores fueron en poblados de pescadores, Pericos, Pimientillo.

Vamos para cuatro semanas de azotar el cataclismo de la naturaleza. Allá, todos los santos están de espaldas. Las familias se sienten abandonadas. Las autoridades municipales, también el gobierno estatal, han sido rebasadas. La ayuda oficial no ha llegado.

¿Y el gobierno federal? No. Para el gobierno de Enrique Peña Nieto, tampoco para el futuro gobierno, el de Andrés Manuel López Obrador, Nayarit no existe. Para el presidente que se va, y para el que viene, no pasó nada. Bueno, en realidad, para ellos si pasó algo, pasaron varios miles de centroamericanos rumbo a la frontera. Pareciere que para todos, la imagen personal es primero al bienestar de los mexicanos.

La tragedia de Nayarit, quizá no es Willa ni las crecientes. La desdicha de los paisanos inició cuando la naturaleza se ensañó con ellos y coincidió con las ocupaciones y preocupaciones de Peña Nieto, y también las de López Obrador y de sus equipos de ambos. Todos estaban en el relevo gubernamental. Por lo menos, ya han sido informados de eso y tocó a la infame Rosario Robles Berlanga, la actual secretaria de Desarrollo Social, confesarlo. Fue esta semana a decirles que por el cambio de gobierno no habrá ayuda. Eso es la desfachatez desnuda, cruda y descarnada.

En la primera semana después de la hecatombe hicimos dos viajes a las comunidades del norte de Nayarit. Recorrimos y observamos, platicamos con los damnificados y pisamos los lodazales. Nos confiaron que nadie les avisó que habría lluvias y la probable inundación. Previo al día fijado por los meteorólogos que tocaría tierra el meteoro fueron desalojados. No esperaban la evacuación de sus casas. Fue un desalojo obligado. “Viene fuerte el huracán” les dijeron.

En Tecuala y sus rancherías, contra quienes rehusaron salir de sus viviendas se usó la fuerza pública. Les prometieron cuidar sus bienes. En los albergues supieron de las crecientes. Varios amigos personales abandonaron los albergues una noche y regresaron a sus casas. Nada pudieron rescatar. La madrugada del martes 23, miércoles 24 y jueves 25 sus enseres de casa se mantuvieron anegados. En comunidades como Huajuquilla, Pajaritos, El Cantón, El Tecomate, Las Arenitas, el viernes se liberó el acceso a las rancherías. Ese fin de semana se dedicó para sacar el lodo de las casas. En El Agua Verde y Los Sandovales, sin duda los más dañados en aquella zona, resultaba por demás el permiso para ingresar. Tres días después y se dificultaba caminar por las calles de esos caseríos.

Comentar y a veces juzgar a distancia agravia a los paisanos. La crítica desde la ignorancia, como el desdén y el abandono de las entidades de gobierno, agravia a todos. Para vivir la tragedia es necesario pisar el maloliente lodazal. Lo demás, todo es superficial, lo más alejado de la realidad.

Las crudas imágenes de Los Sandovales asombraron en grado de incredulidad a los paisanos que hace dos o tres décadas se ausentaron. A principios de la década de los 90, Los Sandovales no existía como tal. En ese sitio existió una vieja casa de ladrillos y teja que temporalmente se destinaba como acopio de mango. Don Salvador Parra aparecía como propietario de la huerta de mango. Los herederos la vendieron y en menos de 30 años la poblaron más unas 200 familias. Parece mentira pero algunos amigos y familiares de Tecuala recién descubrieron que en Los Sandovales viven más familias que en el vecino Agua Verde.

Ahí en Los Sandovales, el agua cubrió los techos de casi todas las casas. En El Agua Verde fue menos. Las casas mostraron niveles no menor a los dos metros. En esas comunidades, una semana después de la calamidad, seguían en espera del apoyo gubernamental.

Ya avanzando la cuarta semana y planeado el tercer viaje, hicimos algunas consultas.   

“Aquí en Tecuala, está normal el comercio. Las Brisas  fue una de las más afectadas. En los ejidos ya van agarrado el vuelo. Empiezan las siembras”, nos dijo Pepe Rosales, amigo personal y dueño del más famoso negocio de birria. Todo es cierto. Apenas un poco bueno de lo malo de las inundaciones es el acarreo de fertilizantes naturales para las tierras de cultivo. Para reactivar la agricultura, para que el ejidatario logre sembrar es incuantificable el costo de la deuda por adquirir. Quizá hipotecó varios años de cosechas para lograr producir algo. El campo ya no hay seguros contra siniestros. Eso dejó en el más absoluto desamparo a los agro-productores. Sin seguro, una helada o cualquier aguacero, los hace perder sus cultivos.

El miércoles 31 de octubre, una semana después del huracán e inmediata inundación, hicimos el segundo recorrido. El olor ya se desprendía de los lodazales en deterioro. En los charcos revoloteaban renacuajos en su previsible metamorfosis. Eso era el aviso de lo que ya venía, la amenaza a la salud.

Entre jueves y viernes recibimos la confirmación del preocupante brote de dengue y esas cosas. Preguntamos una y otra vez si habían acudido al médico, si éste les dijo del dengue. Que sí. El tratamiento fue a base de inyecciones. Hubo brigadistas pero la reacción era tardía. Los influyentes pidieron auxilio a Miguel Ángel Navarro Quintero, médico y allegado al tan socorrido López Obrador.

Amén del viejo político y senador, se les apareció otro influyente moreno. Se trata del arquitecto Manuel Isaac Peraza Segovia. Es natural de Tecuala y lo primero en hablarse de él fue que sería el secretario particular de López Obrador. Sin embargo, en agosto fue presentado como el futuro delegado federal a partir del primero de diciembre.

Pues bien, el señor Peraza Segovia sorprendió al publicar: “El día de ayer en Tecuala estuve reunido con los presidentes municipales de Santiago, Ruiz, Huajicori, El Nayar y Tuxpan para desarrollar en colaboración con el gobierno del estado y con el equipo de transición, las estrategias para la pronta recuperación de las zonas más afectadas aprovechando la visita del arquitecto Meyer, a nuestra entidad quien será el próximo secretario de SEDATU”.

Estamos de acuerdo en que una ayuda como el dinero nunca llega tarde. Pero cualquier representante del gobierno tiene la inmediata obligación de extender su mano a sus gobernados en desgracia. En el sentir de los paisanos no será fácil borrar el desapego y desprecio a ellos prolongado por casi cuatro semanas.

A media tarde de este viernes 16, nuestro Ricardo Barragán Ibarra dio pormenores de un evento a celebrarse este lunes 19. Hace ya tres lustros que el amigo “Ribaiba” asumió el compromiso de la ayuda social a quienes han caído en la trampa del alcohol y drogas. Tiene en trámites darle forma a la Asociación Civil “Mama Luisa”. Llevar apoyos a Tecuala es su causa. Invitó al “mimo feo”, Memo Ríos el de los “aplausos” y éste no regateó el apoyo. El pase es una despensa equivalente a 100 peso. Ya está listo un camión de cuatro toneladas para transportar y entregar despensas a damnificados del Agua Verde. Se le prometió a Goyo Benítez y se cumplirá. También habrá apoyos al centro der acopio del padre Ricardo Carrillo en la parroquia del Sagrado Corazón.

Citamos a Ribaiba por tratarse del ejemplo más próximo que realiza un esfuerzo, dedica tiempo y esfuerza propio, y que con ellos sustituye a los desacomedidos funcionarios públicos. El esfuerzo y las iniciativas ciudadanas, héroes con rostro y con nombres pero desde el anonimato han depositado las semillas que mañana germinarán en aquellas fértiles tierras de las márgenes de los ríos San Pedro, Acaponeta y Las Cañas.

Revolcadero

Nos han preguntado sobre el tal arquitecto Manuel Isaac Peraza Segovia. En Tepic preguntan mucho por él. Lo ven y lo tachan como el más influyente y el más allegado a Andrés Manuel López Obrador. Pensaban que el “bueno” era el medico Miguel Ane Navarro Quintero pero esa percepción desapareció cuando supieron que un Peraza oriundo de Tecuala estaba contemplado para ser el secretario particular del futuro presidente de la república. Con fecha 1 de agosto trascendió que fue designado “delegado federal” en Nayarit. Es lo mismo que para Jalisco es el médico Carlos Lomelí.    Bien, de él no podemos decir que se trata de un personaje célebre en Tecuala. De hecho, es un auténtico desconocido en aquellos lares. Él y sus hermanos, Manuel y Georgina, tienen residencia en Zapopan y ahora mismo tienen en jaque al gobierno de Aristóteles Sandoval con un litigio pues se oponen a que las Villas Panamericanas se conviertan en condominios. No el arquitecto y constructor, su familia, eran dueños del rancho Las Moras. Dos de ellos, Pascual y Pascual “el lechero” Peraza, dejaron historia en aquellos ranchos inundados. Fueron los últimos en trabajar la tierra. Todo se vendió. La herencia de 96 hectáreas propició una disputa y la fractura de la familia. Ahí por la avenida Zaragoza está la cenaduría de uno del clan. La clase política de Tecuala ya ve al arquitecto con cierto recelo. En ese punto, don Amlo pasó el día y noche de su primera elección presidencial, la de julio del 2006. ****** Nuestro muy amigo Rafael Castro Vargas, regidor en el no muy lejano trienio 2007-2009, dio de que hablar con el huelgamiento a dos de los tres hoteles del arquitecto Abel Villa. La empresa incurrió en su desentendimiento con sus obligaciones con la plantas laboral y uno dejó otra salida al sindicato y estalló la huelga a temprana hora del jueves. A eso de las seis de la tarde se firmaron dos convenios, uno sobre salarios y el otro de prestaciones. Habrá por lo menos cinco bonos para los trabajadores, incluyendo un apoyo para el trasporte a empleados con residencia en Bahía de Banderas. Puntualidad y productividad también se premiará, nos hizo saber Rafa Castro. Al fallecimiento meses atrás de Obdulio Castro Mondragón, Castro Vargas asumió la secretaría general del sindicato gastro-hotelero sección 136 de la CTM. Por lo pronto, ya le quitó lo marro a Abel Villa.****** Nuestros amigos del Seapal nos dicen que hasta este viernes nadie se ha presentado a nombre de Enrique Alfaro, el gober electo, a reclamar el sillón de la oficina principal. Que todavía puede dormir tranquilo el abogado Paco Vallejo.

 

 

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