Luis Ernesto Munguía González se fogueó entre priistas. Fue uno de los que rompieron la regla de oro y el acuerdo de no recurrir a reparto de despensas. Sin embargo, con singular alegría le ayudó a José Luis Díaz Borioli y retacaron un departamento de La Aurora y de ahí, dizque con discreción, planearon la operación. El empresario y dueño del emporio de hospitales CMC, Jorge Villanueva fue quien los pilló.
En aquellos tiempos, hace 13 años, Luis Munguía incursionó en el Partido Revolucionario Institucional al lado de Magali Fregoso Ortiz, Héctor Briseño Navarro, Vincent O´Halloran Lepe, Alonso Bravo Amaral, Rosalío Villaseñor.
Al PRI llegaron presumiendo la creación de un grupo bautizado “expresión joven”. Es el antecedente del grupo conocido como “perfil joven” que se dio a conocer ya en la campaña de Ignacio Guzmán García, tres años después del zafarrancho de La Aurora.
Ya para el 2012 el “perfil joven” de Luis Munguía sufrió su tercera mutación. Después de aparecer de tres colores entre enero y marzo de 2006 y de azul en todo el semestre de 2009, la figurilla de Munguía era color naranja.
Saltar cada tres años de un partido a otro y en tres procesos distintos describe a Luis Munguía como un político que no sabe honrar su palabra y no sabe de lealtades. Ya de principios y convicciones ni hablamos. Como político se asemeja a una figurilla kafkiana.
Cuando aquella campaña del 2012 el discurso de Ramón Guerrero, repetido por Luis Munguía y su pandilla en sus visitas a domicilio, fue la corrupción de los priistas. Ya para la campaña del año pasado, los dos fueron desarmados de su discurso. Ramón “el mochilas” Guerrero sufrió su más dolorosa derrota electoral. Perdió ante la desconocida Lorena Jiménez de Morena. Munguía tuvo mejor suerte. Se le pegó en la campaña a Arturo Dávalos y por una pizquita pudo derrotar al moreno Bruno Blancas. La diferencia fue tan estrecha que el moreno pudo ser diputado local por repechaje.
Munguía, a diferencia de “el mochilas”, de Dávalos, de casi todos los naranjas, se hizo en el PRI y ahí aprendió los vicios y mañas que desde el MC decía combatir pero que ya sin pudor y sin memoria los aplica todos los días.
A Munguía no le gusta gastar su dinero en las campañas. Prefiere gastar el dinero ajeno, particularmente el dinero del pueblo. Alguna vez ordenó trabajos en un taller municipal pero cuando en una camioneta oficial trasportaba sus armazones de metal del taller a una casa familiar otra vez fue pillado infraganti. No es invento de nadie. Una de sus compañeras regidoras lo sorprendió y hasta fotos captó. La camioneta estaba estacionada con los armatostes frente a la finca 467 de la céntrica calle Juárez. Fue una desvergonzada. El cargador fue Javier Navarro, el motejado como “el culichi”.
En la época que fungió como diputado federal Munguía construyó una red de “casas productivas” a lo largo y ancho de la ciudad. Ofreció ciertos cursos o talleres de capacitación semanales diversos pero al cabo de unas cuantas sesiones la actividad se redujo a nada y las abandonó. En la calle Pelícanos de Los Tamarindos de Ixtapa, solo fue a inaugurar y nunca regresó. Ahí, ni una mosca en la finca. En Las Palmas le rentó a una señora de edad su casita en la calle Constitución, ahí atrás de la plaza, y cuando la desalojó no le pagó la renta, alrededor de 13 mil pesos. No fue capaz ni de pagar el agua, ni la luz de enero, febrero y marzo del año pasado. Y eso que estaba por empezar la campaña para la diputación local. Allá en Las Palmas tiene fama de ser un mala paga pero también de abusivo pues estafó a una señora entrada en años.
Luis Munguía, pese ser joven de la política, parece haber sido picado desde muy joven por el virus de la sinvergüenza. Sus biógrafos nos dicen que se desvió su paso por el PRI. El arquitecto es un auténtico bebesaurio.
Es ahora que el gobernador Enrique Alfaro tomó el control del Seapal que Munguía deja ver su rostro de ser un auténtico granuja. Se subió a la nómina y a través de esa vía literalmente le birla dinero al pueblo para destinarlo a su proyecto personal. Ahí están acomodados piezas claves del engranaje mochilista y todos perfectamente aceitados para empujar la máquina naranja.
Para consolidar su aspiración de ser candidato a la alcaldía Munguía no repara en nóminas ni en presupuesto del gobierno estatal. Se apoderó ya de las plazas en instituciones educativas con soporte estatal, destacadamente el Instituto Tecnológico de Puerto Vallarta. Ahí despacha en la oficina principal, Oscar Daniel Zamora Jiménez, el del mote “winnie pooh”. Díganme si no son fichitas. Recién pudimos accesar a un análisis de saldos contables y hallamos que el director del Tecnológico de Puerto Vallarta tiene un adeudo por saldar por un monto total de 1 millón 568 mil pesos. A juicio nuestro, el muchacho enmochilado, porrista número uno de Munguía, no ha podido probar ni justificar el destino ni dónde se gastó ese dinero. Ese dinero se lo gastó “el winnie pooh” a su paso por el Instituto de los Jóvenes, en el gobierno presidido por “el mochilas”. Ya tendremos tiempo para orear a detalles lo del dinero “perdido” por el Winnie del Tec de Vallarta.
La trama para ocultar recursos distraídos desde el Seapal y reforzar la campaña de Munguía inicia desde el momento de la contratación del holding “oficial” de Alfaro especializado en medios de comunicación imagen y publicidad. El brutal daño de “concesionar” a La Covacha, Gabinete de Comunicación, Euzen Consultores y a Indatcom S.A de C.V. se evidenció cuando la emergencia ambiental ocurrida al reventar el drenaje. El tiradero se aguas negras a canales y venas del estero El Salado se prolongó al retardar la compra de la pieza dañada en Guadalajara.
La Covacha, Euzen e Indatcom le manejan al Seapal todo lo relacionado a la publicidad. Son los “voceros” oficiales de Alfaro. Allá en Guadalajara se decide a quién se le paga publicidad. A los medios elegidos sugiera también dar buen trato a Munguía, e inclusive, hacer suyo el proyecto político. No se refleja avances pero los “acuerdos” comerciales ya están amarrados. Más allá de los imperdonables yerros cometidos desde el Seapal en el área de la comunicación, producto todo de la arrogancia del vocero Osvaldo Granados, cuando la crisis por el derrame de las aguas negras, los constructores de imagen parecieran haber privilegiado la imagen de Munguía por encima de la imagen del Seapal.
Acá en Puerto Vallarta, Munguía ya nada hace en lo oscurito. Cuando lo de los armatostes construidos en un taller del municipio y su traslado a su casa a dos cuadras de la presidencia municipal. Empezó en el PRI comprando votos con despensas y desde esos tiempos, no tenía vergüenza. Todo lo hacía a ojos del pueblo.
Hoy, medio pueblo lo ha escuchado presumir a Munguía que en el Seapal y todas las nóminas del gobierno del estado, nomás sus chicharrones truenan. Y es cierto, en las principales oficinas del Seapal y de la UNIRSE, ya despachan piezas comprometidas a su proyecto. Salvo algunas excepciones, todos son recomendados de él.
Quién sabe si método del sistema clientelar del cual se ayudó el PRI para perpetuarse por 70 años en el gobierno federal es lo más efectivo en estos tiempos. Lo cierto es que se trata de otra forma de “patrocinio de lealtad” que a nivel federal aplica el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Al fin y al cabo, el tabasqueño también se hizo en el PRI.
Revolcadero
Por cierto, cuando los Pacos Sánchez ofrecieron a Carlos Lomelí y al dirigente estatal de Morena Hugo Rodríguez Díaz una reunión en el Salón Cesar consignamos en este espacio que en ese lugar fueron vistos varios empleados del Seapal. Fueron Dalia Margarita Gutiérrez Vargas, antigua secretaria de dirección y jefa de la oficina en El Pitillal de la paraestatal, e Isidro Gilberto Hernández Cárdenas, en su jefe del taller. Los dos fueron leales a Cesar Abarca y al PRI. Citamos el dato por qué nos han reiterado que Munguía y su equipo de campaña andan preocupados por haber confirmado que a últimas fecha han perdido seguidores. Que analizan cerrar pinzas y exigir lealtades. Se trata de recordarles que pellizcar a la nómina es obligatorio juramentar lealtad total al proyecto. ****** Vaya declaración del alcalde Arturo Dávalos Peña. Que el gobernador Enrique Alfaro le pidió aclarar ante la prensa que él –Alfaro- no le quitó los 650 millones de pesos a Puerto Vallarta, que fue Andrés Manuel López Obrador. Que él no está jalando los pechereques para la línea 3 del Tren ligero. Total, en una de esas y viene el presidente de la república y jura que él no metió las manos para mover ese dinero que iría a las colonias populares. Ni modo, nadie quiere agarrar las papas calientes. Ya ahora ni la diputada federal Morena, Lorena Jiménez quiere saber nada del tema. Ha!, como para reivindicarse, Alfaro le prometió a Dávalos que irá hasta la capital del país para tratar de no dejar en el desamparo a Puerto Vallarta. Que endeudarse y vía préstamos hacer las obras proyectadas sería la última opción. ****** Los muy austeros amigos “morenos” convocaron como en calidad de urgencia a una rueda de prensa en el restaurante de Marina Vallarta, La Terraza de Roma. Eso ocurrió el viernes pasado. Previa aclaración de que “yo no tengo nada que ver, solo es un favor”, la asistente de la regidora de Morena Laurel Carrillo, Fátima Enciso llamó a sus amigos periodistas dos horas antes de la charla. Este dato es revelador. Se anunció la creación de una agrupación política Frente por la Cuarta Transformación con el plan final de convertirlo después en partido político. El objetivo único es impulsar la 4T. Y pues eso harán, eso serán, porristas de Andrés Manuel López Obrador y apéndices de Morena. Se llama Luis Miguel Chávez Barriga quien hace el trabajo y la meta es constituir un nuevo partido político. Pero ¿“los morenos” se proponen constituir un nuevo partido político”. Como así lo dijeron, eso es. Los morenos siguen los pasos dados por los priistas, que crearon diversos partido satélites. El PVEM, el PANAL, el PT y otros partidos desde su origen sirvieron al PRI. Morena sigue sus pasos. El ex rector del CUC, Javier Orozco no nos dejará mentir. Él estará al frente de esa cosa y que nadie se diga asombrado si ahí aparece la comadre de Laurel Carrillo, Jhovanee Monje. ******* Considerábamos ofrecer amplios detalles pero ya al final, y nomás para dejar descansar a nuestros tres lectores, optamos por solamente plantear la interrogante: ¿A cuál regidor lo podría abandonar su asistente en los siguientes días? Como no hay pechereques acá, pos no hay apuestas. En los siguientes días, les ofreceremos amplios detalles.