Originario del poblado de San Francisco, Ezequiel tenía su domicilio en la carretera Punta de Mita, en la colonia del mismo nombre y ahí era muy conocido por los vecinos y comerciantes, toda vez que acostumbraba a acudir a restaurantes y bares para ligar a mujeres, sobre todo jóvenes, a quienes presumía la fortuna que su papá le había dejado.
El padre de Ezequiel, Isabel Saldívar Sandoval, acreditó ante el Registro Agrario Nacional (RAN) ser propietario de la parcela 534 Z-3 P1/3 del ejido Higuera Blanca en Bahía de Banderas, Nayarit con superficie de poco más de 34 hectáreas, por lo que el 03 de diciembre del 2015 el título de propiedad quedó inscrito en el Registro Público de la Propiedad de Bucerías.
Tiempo después el señor Isabel Saldívar Sandoval, le vendió esa superficie a un particular e Puerto Vallarta por la cantidad de siete millones de pesos, que se fueron pagando en partes de común acuerdo y de cuya transacción dio fe un notario público.
Sin embargo, el señor Isabel Saldívar murió y el heredero universal de esos siete millones de pesos fue Ezequiel, a quien incluso le siguieron pagando cheques con importantes sumas de dinero.
Pero Ezequiel no supo qué hacer con tanto dinero, y lo primero que hizo fue buscarse novias; pero se volvió posesivo, celoso y confundió lo que es tener una relación sana, ya que veía a las muchachas que engatusaba como si fueran su propiedad –comentó un restaurantero que lo conoció—y con la última, una joven muy guapa, de plano enfermó de celotipia y como la mujer ya no quiso estar con el hombre, éste tomó la peor decisión e su vida: arrebatarle la vida de una forma cruel y despiadada, no le importó que Miranda tuviera una hija pequeña y la dejara en la orfandad.
Hoy, esos siete millones de pesos no los podrá disfrutar en prisión y cuando salga de la cárcel, tampoco tendrá tierras que su padre con mucho sacrificio obtuvo y después las vendió para dejarle algo al hijo, quien siguió el mal camino, el camino de los criminales.
