Fue tan severo el hostigamiento, que a algunos sí les levantaron un folio por “vender productos y o mercancía en la vía pública sin la licencia correspondiente”, comentó una voceadora de la avenida Francisco Medina Ascencio.
Esta mujer, quien ya tiene años vendiendo en la esquina de la avenida Francisco Medina Ascencio en contra esquina de la 41 zona militar, se quejó de la actitud grosera y prepotente de los inspectores, ya que le exigían que se retirara de la vía pública. Ella les dijo que se llevaran los periódicos, pero no quisieron, en cambio, sí le levantaron un folio.
La voceadora informó que los inspectores le dijeron que el presidente municipal, El Mochilas, no quería ver a nadie vendiendo en los camellones de las principales avenidas de la ciudad, y que además traían órdenes directas de su jefe, Macedonio León, para quitarlos a como diera lugar de la vía pública.
“Fue algo terrible –declaró la voceadora de nombre Marcela--, ya que nos afectaron toda la venta de la mañana, y es dinero que ya no reponemos, por el contrario, son ingresos perdidos, todo por la actitud de los señores de reglamentos”.
Por la avenida Francisco Villa, las cosas fueron iguales, pues ahí, en la esquina de Grandes Lagos, estaba el inspector de nombre Felipe, que estaba tratando de correr de la vía pública a dos voceadores, pero ellos no se dejaron, permanecieron en el lugar.
Alrededor de las 11:00 de la mañana, este reportero abordó al inspector y el de nombre Felipe dijo que ya no había problema, que ya les habían dado la contra orden de que no molestaran a los voceadores.
De manera muy amable, el inspector explicó que a ellos les dieron una orden, y aunque hizo un gesto de que no le gustó que arremetieran contra los vendedores de periódicos, tenía que hacer su trabajo.
Felipe externó asimismo, que la orden la dio un supervisor de apellido Quintero, pero que fue el mismo Quintero quien les llamó por radio para que detuvieran el operativo.
La intentona del Mochilas por quitar de la vía pública a los voceadores fracasó, pero quedó el mal sabor de boca entre estas personas, muy humildes la mayoría de ellos, que se ganan la vida voceando las noticias de la mañana.
Como dijo una señora, ya grande ella: “Nomás eso nos faltaba, que llegara una gente que no es de Vallarta (se refería al Mochilas) y nos quiera correr de nuestra propia ciudad, de nuestras calles, que son de todos”.
