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Miércoles, 11 Septiembre 2013 02:27

La negra historia de Thomas White y de cómo manipulaba a menores en la Casa Blanca de Puerto Vallarta

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Por Gerardo Sandoval Ortiz/Columna “Contextos”

“El Chicles”, un chamaco del barrio “la Jacaranda” fue uno de las docenas de menores reclutados en la Casablanca” por Thomas Frank White. Ocasionalmente los paseaban por las instalaciones del hotel Iguana en Mismaloya. Se trataba de impresionar a los menores. Tenían a disposición Alberca, comida, alcohol y drogas.

 

Por una década, Puerto Vallarta fue el paraíso para el adinerado estadunidense, del que se decía que era multimillonario, accionista mayoritario de una firma financiera de cobertura mundial. Pero también se decía que era un generoso filántropo y para ello presumían sus amistades y cómplices donativos por más de tres millones de dólares en la construcción de un albergue y una escuela para niños pobres equipada con todo, hasta con áreas deportivas.

“El Chicles” sería uno de los niños que quedaron impresionados por Thomas White. Le ayudó a llevar a otros menores a la Playa de los Muertos y de ahí subían a un taxi y directo a la Casa Blanca.

La casa albergue sería el gancho favorito de Thomas White, el “El Gringo Tom”, como le llamaban sus víctimas, para atraer a su lado a las autoridades municipales y otros funcionarios públicos influyentes. David Cuevas García, varios de sus regidores y regidoras, muchos de sus colaboradores en el trienio 1997-2000 interactuaron con el que podo después seria identificado como un pederasta. La ex senadora, Eva Contreras lo conoció. En el siguiente gobierno, el de Pedro Ruiz Higuera, hubo fiestones en el palacio del “Gringo Tom”. Existen fotos donde posa divertida y alegre, la primera dama, presidenta del DIF y esposa de Ruiz Higuera, Mayra Burgos López. Justo semanas antes de destaparse la cloaca, Mayra Burgos asistió al albergue “los niños de Vallarta”.

Thomas Frank White murió detenido. Es la nota del día, una noticia de las que trascienden mas allá de Puerto Vallarta y hace recordar que el destino sigue siendo un edén para el llamado turismo sexual. Los que saben nos afirman que hoy en día Puerto Vallara sigue siendo el paraíso para pederastas extranjeros, sobre todo estadunidenses. Estamos a la par que Tapachula, Chiapas y la frontera sur. Igual a la frontera norte, Tijuana, Ciudad Juárez, o Tlaxcala y el Distrito Federal. No es imaginación del autor, sino de información que sustenta el mapa de la llamada Ruta de las Redes de Trata de México. Ahí nuestra ciudad aparece entre las 13 ciudades con focos rojos en problemas de trata de personas.

 

La información difunda por la Fiscalía General del Estado sobre la muerte de Thomas White es escueta. El empresario procesado por delitos contra la salud, corrupción de menores y violación, preso desde el 31 de julio de 2005 en el Centro Integral de Justicia Regional de este municipio, falleció a las 08:25 horas. Murió en un hospital privado y no en los servicios públicos de salud “debido al cuadro múltiple de enfermedades que padecía”. “El interno tenía diversos padecimientos, por lo que fue trasladado a un hospital particular debido a que los nosocomios con los que el Ceinjure tiene convenio de atención, no cuentan con el servicio médico especializado para atender los padecimientos que presentaba el interno”, explicó la FGE.

Con Thomas White se va una historia negra que por dos décadas se contó entre los vallartenses. Quienes se han entretenido en saber más sobre el famoso pederasta, sostienen que se instaló en Puerto Vallarta a principios de la década de los 90. Venía de San Francisco, la liberal ciudad del norte californiana. Efrén Calderón Arias era el presidente municipal y le siguió Rodolfo González Macías y luego Fernando González Corona, no existe información de que alguno de ellos supiera de la existencia del señor. Sin embargo, David Cuevas García, hermano del diputado local y aspirante del PAN a la candidatura a la alcaldía, Juan José “El Peri” Cuevas, tuvo acceso a información comprometedora. No hubo acciones leales, investigaciones judiciales. Nada. Con Pedro Ruiz Higuera, también alcalde panista, alcalde de 2000 al 2003 estalló el escándalo. Sería decisiva la intervención de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

María Nicolasa García Reynoso jugó un papel protagónico en el seguimiento al caso Thomas White. Desde finales del gobierno de David Cuevas  logró convocar a un grupo de regidores y funciones para darles a conocer algunos pormenores. La reacción fue menor. Se exhibieron videos en donde la activista de los derechos humanos dialogaba con niños. Los testimonios fueron crudos. Algo similar ocurrió ya con Pedro de alcalde. Sin embargo, como las autoridades municipales, los representantes del poder judicial, respondieron como tortugas. Tal lentitud le permitió al acusado preparar maletas y salir del país. Para principios de 2001 cuando salió la primera orden de aprehensión, el Gringo Tom, estaba lejos de Puerto Vallarta. Huyó a sabe donde. Al mismo tiempo hubo denuncias por abuso infantil en Estados Unidos y en julio de 2001, el FBI emitió orden de detención. En 2003, se integró al expediente judicial una última denuncia en el vecino país. Las autoridades  internacionales, la Interpol, lo ubicaban en Sudamérica, en el Caribe, en Estados Unidos, Rusia, Hong Kong. Se escondía en Tailandia, en Pattaya, un balneario con fama igual o peor que Puerto Vallarta. En febrero de 2003 es detenido y procesado en aquel país asiático. En septiembre de ese mismo año, en San Francisco arrestaron al asistente, Nathan Lovaas, bajo cargos de trata con fines de pornografía infantil y turismo sexual con menores. El cerco estaba por cerrarse.

Fue hasta el 30 de julio de 2005 cuando  lo extraditaron a México. El primero de agosto se le dictó autor de formal prisión por delitos contra la salud, corrupción de menores y prostitución infantil. Se abrieron dos procesos judiciales, el 40/2001 por delitos del fuero común y el 409/2001 por delitos del orden federal. Sus empleados contrataron a los mejores abogados y por años pudieron lidiar con las acusaciones. En el grueso expediente existen por lo menos 150 casos de víctimas, todos testimonios de abuso sexual. De ese total, apenas se desahogaron 14 casos. Lo último fue mantenerlo preso aquí, lejos de las autoridades de su país que también lo reclamaban para juzgarlo por delitos cometidos allá.

En su paso por Puerto Vallarta, armó un complicado tinglado de complicidades. Funcionarios del Seapal, desde la era panista, lo apapacharon cuando acudió a ellos por servicios de agua para sus diversas propiedades. Uno de sus abogados fue empleado del organismo. Cuando su nombre alcanzó fama, nadie quería ser asociado al “gringo Tom”.

A la muerte de Thomas Frank White debe seguir la tranquilidad de sus víctimas. Ojalá y borren esos infames momentos. Existe la sospecha de que el albergue, su rostro de filantropía, fue solamente una vía para nutrirse de menores para sus abusos sexuales. El hotel Casa Iguana fue vendido y comprado por un hermano del ex candidato a gobernador del Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro; ya ha sido remodelado, otra vez bajo sospechas de tratarse de dinero sucio. La Casa Blanca también quedó para la historia pero aun es recordada por “el chicles”. “El trácalas” murió meses atrás pero es otro del barrio de la calle Jacarandas que recordaba con resquemores al “Gringo Tom”. Es otro inmueble vendido, en días que se buscaba dinero para sobornar ministerios públicos jueces y magistrados. Son propiedades que evocan tiempos de impunidad, de cuando era fácil silenciar autoridades, con poco dinero acallar las voces de los inocentes niños que cayeron en manos de Tom y sus amigos. Todo es testimonio mudo de la negligencia de nuestras autoridades que guardaron mutismo por una década pese a saber de los abusos de Thomas White y un numeroso grupo de extranjeros.

REVOLCADERO

En los expedientes existen crudos testimonios que se conocieron mucho antes de abrirse las causas judiciales. En su momento de difundieron algunos videos donde se platican las historias. De la Casa Blanca, la residencia en donde eran llevados los menores, un menor contaba que abundaban drogas y alcohol. En la alberca se daba el convivio, las relaciones sexuales. Thomas Frank White acostumbraba a nadar con los menorcitos totalmente desnudos. Les daba una paga de 100 pesos, y a quien hacia el mejor trabajo, o para ser mas fiel al testimonio, “al que se movía mejor”, hasta 300 pesos.****** Un testimonio de un niño de 14 años: “Cuando me filmaba, yo movía bien mi cuerpo, y él me pagaba mejor. Otro chamaco, de 11 años dijo luego de visitar y conocer y “nos dijo que si queríamos hacer mas dinero, que debíamos tener sexo (anal) con él, me dijo que me daría 100 pesos. Y solo hice una vez y con condón y me dio el dinero. Pero cuando lo hizo con los otros les dio 300 pesos. Dijo recordar al Gringo Tom exhibiéndoles películas pornográficas heterosexuales.***** Una víctima de 14 años contó: “Cuando llegamos a la casa preguntamos si el señor Tom estaba ahí y nos dijeron que sí. Preguntamos si podíamos pasar y nos dijeron que sí; así que nos quitamos la ropa, porque esa era la regla para entrar a ese lugar, y nos mandaron a la alberca. Tom se metió al agua también desnudo. Todo el mundo en la casa está desnudo, menos los guardias”. (Foto de Josué Pelayo)

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