Sin estar considerados oficialmente como Parque Nacional ni como Área Natural Protegida (ANP), sino solo como como zona de Refugio de Flora y Fauna Marinas, los Arcos de Mismaloya se han vuelto foco de intentos de extorsión por parte de estos inspectores que, a bordo de una lancha rápida y con vestimenta oficial de la Profepa, persiguen a toda aquella embarcación, moto o cualquier otro vehículo acuático que se atreva a rondar estas estructuras de piedra que la erosión ha formado a lo largo de miles de años.
Los “guarda parques” de la Profepa no se coordinan con la Secretaría de Marina como lo establece la Ley Federal de Protección al Ambiente en estos casos, sino que se colocan a una distancia considerable de las rocas y armados con una cámara fotográfica con un zoom de largo alcance, se la pasan observando al punto para prácticamente atrapar a sus víctimas, toda vez que en cuanto divisan que alguien se acerca a Los Arcos, de inmediato echan a andar el motor de la lancha oficial y se arrancan a toda velocidad para cazar a sus presas.
Y como si fueran tránsitos acuáticos, le dan el cerrón al que ellos consideran un posible infractor, sin importar que se trate de una familia con niños, a quienes ponen en riesgo con su imprudencia y a gritos exigen que se detengan y les muestren “sus documentos” o de lo contrario amenazan con detenerlos.
Una familia que fue víctima de estos malos servidores públicos reportó que los inspectores de la Profepa los comenzaron a hostigar y después a intimidar con llevárselos si no les mostraban sus papeles, refiriéndose a los documentos que acreditaran la propiedad de la moto acuática que traían y hasta permiso para poder pasearse en esa zona.
Nadie en su sano juicio carga sus documentos mientras pasea en lancha y menos en moto acuática.
La presión subió de tono cuando los funcionarios de Profepa le dijeron a la persona que manejaba la moto acuática que al pasar por Los Arcos de Mismaloya había golpeado a unas personas que estaban ahí bañándose y snorkeleando, por lo que exigían que los acompañara.
Desde luego, los inspectores inventaron un supuesto accidente para ver si el operador de la moto acuática se doblaba y optaba por una solución diferente para arreglar las cosas; pero esto no sucedió, el turista local no se dejó y les reiteró que a nadie había atropellado que, además iba conduciendo muy despacio porque llevaba con él a su pequeño hijo.
Los inspectores le recordaron que no podía acercarse a Los Arcos de Mismaloya, pero el supuesto infractor les señaló que ahí todos los días llegan embarcaciones para dejar turistas que gustan del buceo y donde pangas o lanchas locales atraviesan el arco principal para que los visitantes puedan admirar estas deformaciones rocosas, actividades que han hecho durante muchos años y que nunca habían tenido problemas.
Después de un diálogo nada agradable, estos funcionarios dejaron ir al turista y la familia que lo acompañaba y se perdieron en el mar en búsqueda de otras víctimas.
Cabe recordar que, si bien Los Arcos de Mismaloya es uno de los principales atractivos turísticos de Puerto Vallarta y que los debemos cuidar para no afectar la flora y la fauna, todavía no han sido declarados Área Natural Protegida (ANP) ni Parque Nacional, pues no están registrados en el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINAP) de la Secretaría del Medios Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), es decir, no se ha emitido la declaratoria oficial en este sentido.
Tampoco aparecen como Santuario en los registros federales, sólo están considerados como Zona de Refugio de Flora y Fauna Marinas, comprendida dentro del área limitada por el arco de circulo y con un radio de un kilómetro de longitud, según el único decreto existente publicado en el Diario Oficial de la Federación el 28 de julio de 1975.
En este contexto, los inspectores de la Profepa no pueden darle trato oficial de ANP, ni Parque Nacional, ni Santuario a Los Arcos de Mismaloya, y mucho menos hostigar y amenazar a los turistas y personas locales que acuden a esta zona con fines de recreo y paseos turísticos, porque estarían violando las disposiciones legales vigentes.
De hecho, el Acuerdo de 1975 no prohíbe la circulación de vehículos de recreo y o servicios turísticos, ni la presencia de personas en la zona.
El artículo dos del Acuerdo señala que “Queda estrictamente prohibida la pesca comercial y deportiva incluyendo la submarina en la zona anteriormente citada.
En tanto, el artículo tres indica que “Queda terminantemente prohibido arrojar substancias tóxicas o nocivas a las especies, usar explosivos o abandonar en las playas adyacentes a dicha zona, desperdicios de pesca”.
Por ello, es necesario que la titular de la Profepa se entere y exija a su delegado estatal que ponga orden en Puerto Vallarta, ya que su personal está haciendo las cosas mal.
Una fuente de la Capitanía de Puerto dijo que estos “guarda parques” estaban ejerciendo atribuciones que no les correspondían y que ya han tejido varias quejas contra ellos de otros afectados.