POR LA REDACCIÓN
Pablo Rodríguez Méndez era un proveedor esporádico del Sistema de los Servicios de Agua Potable, Drenaje y Alcantarillado (SEAPAL), se dedicaba a la reparación de bombas industriales e hidráulicas, lo contrataban vía Mauricio de Rivero, el Jefe de Taller, pero de pronto algo salió mal y el organismo operador de agua ya no lo quiso para estas actividades; no lo volvieron a requerir y fue en este momento en que empezaron las hostilidades, al grado de llegar al intento de extorsión contra funcionarios, en caso de suspenderle definitivamente sus servicios.
El señor Rodríguez Méndez se sintió desplazado, y como ya no lo requirieron para que reparara algunas bombas del Seapal, por cuyo servicio cobraba más de 60 mil pesos en cada trabajo, buscó a medios de comunicación para denunciar una supuesta corrupción –que nunca comprobó—de la que él mismo estaría formando parte, ya que afirmaba que por lo menos cinco altos funcionarios del Seapal le cobraban fuertes cantidades en efectivo –hasta el 16 por ciento del convenio-- para poder, primero, contratarlo (darle trabajos) y segundo, para liberar los cheques, es decir, según Pablo Rodríguez, le pedían el famoso “moche”, a veces hasta de 20 mil pesos.
En la lista de supuestos implicados, puso en primer lugar al jefe de Taller del Seapal, Mauricio de Rivero, después a un tal ingeniero Becerra, luego al gerente administrativo, Gilberto Javier Fernández Cuevas; también a Héctor Adalberto Guzmán Vargas, encargado del Departamento de Adquisiciones y Almacén y una mujer de nombre Silvia, de la gerencia administrativa.
Según el señor Rodríguez, todos ellos le pidieron dinero para poder otorgarle servicios de reparación de maquinaria –otro rubro del que era proveedor—, algo así como el 16 por ciento, y posteriormente le exigían hasta 20 mil pesos –en el caso concreto de Mauricio de Rivero— por cada cheque que le lograran liberar y pagar por su trabajo.
Este señor, después involucró al secretario particular del Director César Abarca, al doctor Miguel Ángel Suárez Ornelas, a quien señaló como la persona que orquestó todo para dejarlo sin trabajo, ya que supuestamente, trajeron a otra persona de Guadalajara para otorgarle los contratos de reparación de maquinaria y bombas industriales; pero el denunciante nunca aportó pruebas ni evidencias de que las cosas así fueran.
Consultado al respecto, el mismo Director del Seapal, César Abarca, prometió una investigación administrativa y de entrada negó estos señalamientos. En corto, comentó que muchos proveedores recurren al chantaje y hasta a las amenazas cuando les dejan de requerir trabajos o cuando ya no los contratan.
Y este fue al parecer precisamente el caso, ya que el señor Rodríguez Méndez amenazó por teléfono a directivos del Seapal por haberle quitado el trabajo de maquinaria y reparación de bombas, les dijo que haría un escándalo en los medios de comunicación y que los exhibiría “por corruptos”.
Sin embargo, el caso dio un giro de 180 grados, cuando los hijos de este proveedor entraron en escena y comenzaron a filtrar fotografías en las que aparece uno de ellos, de nombre Jorge Rodríguez, en eventos políticos del membrete “Unidad Revolucionaria” del PRI al lado de jóvenes supuestamente simpatizantes de este partido político y presuntos seguidores de César Abarca.
En mensajes de WhatsApp, pedía que exhibieran a César Abarca por “andar con narcos” y que publicaran sus fotografías con armas y después con las camisas de “Unidad Revolucionaria” del PRI, quizá como método de presión u hostigamiento para que le regresaran los contratos de servicios a su padre.
Pero en el Seapal no se amedrentaron ni cedieron a los chantajes, pues sabían que las cosas eran muy distintas.
Lo grave del asunto, es que esta persona (hijo de Pablo Rodríguez) de nombre Jorge y que tiene una cuenta de Facebook identificada con el perfil “Jorge Guzmán Manguito”, ha subido decenas de fotografías en las que aparece con armas largas, pistolas escuadra, pecheras y una gorra con la leyenda “R 1” y otra con el letrero “Cártel de Sinaloa”, como si fuera un sicario al servicio de la corporación criminal de El Chapo Guzmán.
Jorge Guzmán Manguito (que en realidad es Jorge Rodríguez), se atrevió a subir una foto en donde está con un rifle de asalto AK-47, mejor conocido como “cuerno de chivo” y puso un pie de fotografía que dice: “Aquí, en la casa de César Abarca”, cosa que fue totalmente falsa.
El muchacho se dibuja como un sicario –al menos virtual hasta ahorita—al servicio del Cártel de Sinaloa, las armas son reales, la pechera también y tiene varias fotografías acompañado de jóvenes que dice son su “banda” de Culiacán.
También se le ubica en esas fotografías en camionetas de lujo y casas vistosas en algún lugar de Culiacán.
Tanto Jorge como su hermano, estuvieron presionando a varios medios de comunicación de Puerto Vallarta para que exhibieran a César Abarca, pero como no aportaron pruebas tangibles, no se les hizo mucho caso.
No obstante, la Fiscalía de Jalisco tomó datos y el caso llegó incluso a oídas del gobernador Jorge Aristóteles, quien habría pedido una investigación a fondo de quién o quiénes son estas personas y el grado de peligrosidad que puedan tener o si representan una amenaza contra funcionarios públicos del Seapal Vallarta.
Lo que no han podido decir, ni en el Seapal ni en el PRI, es cómo una persona como Jorge Rodríguez se infiltró en eventos públicos de “Unidad Revolucionaria” y hasta subió a un pódium para tomarse la foto, subirla a su muro de Facebook y después compartirla con otras gráficas en donde aparece con “cuernos de chivo” y gorras con la leyenda “Cártel de Sinaloa”.
Por lo pronto, el Seapal informó que su Departamento Jurídico estaba analizando la posibilidad de denunciar por intento de extorsión al ex proveedor Pablo Rodríguez Méndez, quien también aparece en una de las fotografías en una alberca junto con sus hijos, en alguna residencia de Culiacán.
La Fiscalía en tanto, hace sus propias investigaciones.