Cualquier alcalde con un poco de sapiencia, con un poco de responsabilidad y sentido común, ya hubiera despedido a cualquier jefe policiaco que se le haya ocurrido semejante barrabasada, pero al Pitas Pelayo, un presidente municipal de caricatura, le pueden meter este y todos los goles que usted pueda imaginar.
Mal, muy mal por el mayor Rogelio Hernández de la Mata, un personaje con formación militar a quien se le hizo fácil sacar las unidades inservibles del taller y ponerlas en cada esquina que se le antojó –la mayoría de estas patrullas estaban con los códigos encendidos--, toda vez que es una estrategia estulta, tonta, que no se le habría ocurrido ni al más principiante de los principiantes en temas de seguridad pública
La estrategia suena efectivamente a burla, porque lejos de ser discretos, guardar el sigilo y todo lo que engloba una medida de esta naturaleza –por tratarse de la seguridad de la población y de los turistas--, no cuidaron la información, y al trascender que se estaban colocando patrullas descompuestas en diferentes puntos de la ciudad, pues ya se imaginarán ustedes estimados lectores lo que pasó por la mente de los ladrones y de los delincuentes en potencia, algo así como que les estaban poniendo la mesa para hacer de las suyas.
Si bien es cierto que esta estrategia se ha utilizado para persuadir a automovilistas en las carreteras, donde hasta les ponen patrullas falsas, ya sea de lámina o de cartón para disminuir la velocidad, no funciona en un destino turístico que ha estado asolado por robos y asaltos, donde cualquiera puede robarse un Oxxo o una tienda con la mano en la cintura.
El error del Mayor no fue sacar esas patrullas para instalarlas en distintos lugares “estratégicos” para disuadir a la delincuencia. No, el error, y este si es mayúsculo, fue que se fugara información de tal medida, pues al día siguiente de que habían sacado las unidades policiacas, ya todo mundo sabía que estaban descompuestas, lo cual fue sumamente grave para la seguridad de las personas.
A nosotros nos tocó ver una de estas unidades en la zona de fluvial Vallarta, por una de las calles que sale a la Avenida Jesús Rodríguez Barba, ahí estuvo toda la mañana del sábado, toda la tarde y parte de la noche y nosotros nos preguntábamos el por qué tanto tiempo estaba la patrulla ahí, a quién estaban cuidando los policías. Pero no cuidaban a nadie, estaban sólo a bordo del vehículo con los códigos encendidos… era, en efecto, una de las siete patrullas descompuestas, que ahora bien las podríamos bautizar como las “Rogelio-Mata-Patrullas”.
Como dijo el director de turismo, Ludwid Estrada, con la seguridad de los turistas –nosotros agregaríamos, ni con la del pueblo—se juega.
Esperemos que los regidores competentes (no los paleros) exijan por lo menos una sanción al Mayor Hernández de la Mata o de plano, le pidan la renuncia por esta tontería, la afrenta a la inteligencia de los vallartenses, debe tener sus respectivas consecuencias.