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Lunes, 03 Diciembre 2018 17:18

Oscar Avalos, traidor por excelencia, coqueteó con Morena y ahora busca hueso en el Seapal

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Por Gerardo Sandoval Ortiz

Oscar Avalos Bernal, el comisariado de Las Palmas anda apurado tratando de conseguir algún certificado con el cual acreditar haber cursado estudios de prepa y acomodarse en el Seapal. También busca el papelito de secundaria. En Tebelchía sostienen que jamás concluyó su primaria pues de aquel plantel lo corrieron a medio curso.

Oscar Avalos, de apodo “el canitas”, fue regidor en el trienio de Ramón “el mochilas” Guerrero Martínez por el Movimiento Ciudadano (2012-2015). En la elección pasada quiso repetir y, decepcionado cuando “el mochilas” no fue el candidato, a media campaña se declaró moreno.

En la zona rural todos lo asocian como seguidor del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena. Los militantes del MC se refieren de él como un “traidor” al partido e inclusive al propio Ramón Guerrero. Las tribus morenas vallartenses le dijeron que ni se acerque a ellos, que no es bienvenido. Lo tacharon de oportunista.

La mañana de este lunes vino a presentarse en la reunión del Consejo de Administración del Seapal, el ingeniero Jorge Gastón González Alcerreca. Desde el arranque de la gestión de Enrique Alfaro Ramírez en el gobierno del estado, este Jorge Gastón se perfila para hacerse cargo de la Comisión Estatal del Agua, el CEA. Cumple con el perfil de ser un “técnico” capaz y preparado para esa tarea.

A Oscar Avalos le debieron decir que el requisito para obtener chamba en el Seapal es ser “técnico”. Así es que con cualquier certificado de bachillerato, de un Conalep, Cecitej, Cebetis, alguna escuelita patito se podrá presentarse como “técnico en…”. Pero enfrenta serias dificultades para hacerse de un certificado patito.

El caso del amigo de “el mochilas” y actual presidente del ejido Las Palmas ilustra lo acomodaticio que suelen ser personajes ya cebados en las nóminas públicas. Nadie nos pudo confirmar haber terminado estudios de primaria y todos nos afirman que no tiene estudios de secundaria ni mucho menos de prepa.

Ramón Guerrero y el diputado local, Luis Munguía le tienen consideraciones y le ofrecen chamba en el Seapal. Para ellos dos es una pieza política de su grupo y ya le perdonaron el haberlos traicionado en la campaña pasada. Si a alguien debería reclamar Guerrero Martínez por su derrota electoral es al “canitas”. Enrique Alfaro perdió en Puerto Vallarta y quiere premiar a quien le hizo contra campaña.

Corredores, constructores y desarrolladores dan como hecho consumado que el próximo titular de la oficina local del Registro Público de la Propiedad será el ex regidor Gonzalo Delgado Guzmán. Si Oscar Avalos antes de vestirse de naranja fue identificado como priista, Gonzalo Delgado fue panista. De hecho, fue regidor en el trienio 2015-2018 por el Partido Acción Nacional, partido al que traicionó para irse al MC.

Ignoramos si Gonzalo Delgado es experto en la materia relacionado al Registro de la Propiedad. Le han dicho que en esa oficina los biznes llegan de los constructores y la recomendación es tratarlos bien y darles atención personalizada. Ya se ha asesorado con el actual jefe de esa oficina, el priista Héctor Ortiz Godínez. Sin duda llegará bien entrenado el abogado.

Ya se han dado pormenores del entronizamiento de la también ex regidora Susana Rodríguez Mejía. Con ella se reafirma el regreso de los mochilistas de la mano de Alfaro. Estos no acaban de entender de que, si bien es cierto que as decisiones son políticas, las soluciones deberán ser técnicas. Los vallartenses repudian a esta clase de políticos y estos, necios y tercos, insisten en ganarse el rechazo generalizado.

De Susana Rodríguez solo sabemos que un día llegó a despachar en la oficina de Relaciones Públicas. Alguna vez alguien publicó que en realidad la dama fue una escort de medio ver y ahí fue cuando conoció a Alfaro. Presumía que de Tlajomulco de Zúñiga la había mandado su amigo Enrique Alfaro. Si vio a hacer punta para e proyecto del lanzamiento de la candidatura a gobernador de Alfaro fracasó sin duda. Ya decíamos líneas arriba que Alfaro perdió la elección en Puerto Vallarta. Le ganó el moreno Carlos Lomelí.

Con los nombramientos de este tipo de perfiles que despiden ciertos rechazos en la sociedad local, Enrique Alfaro solamente cosecha enemistades entre los vallartenses. Selecciona a sus incondicionales y hasta parece que el requisito único es la antipatía personal.

Alfaro no está obligado a consultar por ejemplo al presidente municipal para hacer sus nombramientos. La lógica del entendimiento político, por ser gobernador y alcalde del mismo color de partido, sugiere la previa consulta a quien se agenció el  mayor número de votos en la elección de hace cinco meses. Quizá eso le duele a Alfaro.

La semana el que será a desde este fin de semana, lanzó un posicionamiento y reclamo a Andrés Manuel López Obrador y a su gobierno federal. Acá en Puerto Vallarta resonó un punto, el relacionado a que él sí combatirá a la corrupción, que meterá a la cárcel a funcionarios corruptos. Los vallartenses le exigen dejar de hablar y actuar, ser coherente y contradecirse en eso de erigirse como el paladín de la justicia.

Alfaro se muerde la lengua. Fue el más entusiasta promotor de la malograda campaña de “El Mochilas”. No acepta que cuando abrazó su causa en aquel cierre de campaña de La Lija, él mismo, Alfaro, perdió simpatías entre los vallartenses. No quiso escuchar los gritos de desaprobación a él.

En las imágenes públicas del reto de Alfaro al gobierno López Obrador, al super delegado, Carlos Lomelí, buscamos al alcalde Arturo Dávalos. Hasta hoy no sabemos si fue invitado por Alfaro y por ocupaciones o agenda previa, se disculpó. Lo cierto es que no lo vimos aplaudir un discurso de abierta confrontación, quizá legítimo, pero de alto contenido político.

Los asesores de Alfaro le han dicho que políticamente será redituable asumirse como el gobernador antiamlo. La pretensión es usar el gobierno de Jalisco como una plataforma que lo catapulte a las grandes ligas de la política nacional y colocarse en la línea sucesoria para el presidencial del 2014. Para esos fines, piezas como Carlos Lomelí, e inclusive Arturo Dávalos le hacen sombra. Alfaro quiere porristas, insubordinados fáciles de someter. Quien le haga sombra, lo considera potencial competencia y enemigo político.

Revolcadero

Hagamos un compendió de las antologías escuchadas en el largo y cansado sábado 1 de diciembre guardadas en la memoria. Nos llamó la atención el anuncio de Andrés Manuel López Obrador de someterse a la revocación de mandato. No por experimentar el voto intermedio sino que este ejercicio se haría el primer domingo de julio de 2021. ¿Por qué? Porque en esa misma fecha se realizarán las elecciones federales intermedias. Bueno, también en varios estados habrá elecciones concurrentes. ¿Y eso qué? Pues que parece tratarse de algo finamente pensado. Se concibe un ejercicio electoral alterno a la elección constitucional y eso implica echarle la manita a los candidatos afines, a los morenos.****** Ha, y por supuesto, las reculadas de López Obrador ya están a la orden del día. El más sonado, al cabo del festivo fin de semana y ahora que arrancó la chamba semanal, es la noticia de que los trabajos de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México no se cancelan. Algo de raro hay aquí. Que quieren tiempo para recomprar abonos. Habían dicho que se detenía todo el primero de diciembre. Son varias reculadas y ya sus seguidores empiezan a desencantarse. Eso del perdón y olvido, de perdonar a los corruptos, de amnistía a ciertos ladrones ya empiezan a cansar a los chairos pues los deja sin defensa. ****** De la elite mundial, a destacar el “llegas tarde, comes y te vas” que los morenos le aplicaron al venezolano, Nicolás Maduro. Fue algo muy parecido al “comes y te vas”, que Vicente Fox  hizo al ya fallecido líder cubano, Fidel Castro. López Obrador y los suyos, solo le pidieron a Maduro retrasar su llegada a México y no presentarse el recinto legislativo para eludir el escándalo que la oposición preparaba. A Maduro lo mandaron al Palacio Nacional, en donde el Bronx panista, no tenía presencia, le dieron sus enchiladas, se tomaron las fotos, o lo mandaron de regreso a su país. ******* ¿Qué más? Ha, la quema de yerbas y los polvos y humos que se levantaron del planchón del gran Zócalo de la capital del país. Que los jefes de casi dos centenares de grupos étnicos realizaron sus ceremonias y entregaron el bastón de mando a López Obrador. Por ahí leí que un seguidor del presidente de la república confesaba haber llorado en ese momento. Creo fue Oscar Pérez Ortiz, legendario líder de la izquierda locales, primero en el PRD y luego en Morena, a quien le negaron ser el abanderado a alcalde en 2015. Los sagrados momentos de dioses y chamanes deben respetarse y son respetable. Pero como lo sagrado va de la mano a las deidades, como que no alcanzamos a entender si esto se contrapone con la promesa de separar a la política de las creencias divinas, de dioses y deidades. Pero bueno, solo es una complicación y quizá errónea interpretación de lo que es en realidad la cuarta transformación. Si las reformas de don Benito Juárez es una de esas tres pasadas transformación pues ésta tuvo como bandera separar iglesias y creencias del gobierno.***** Una última revolcadita de pilón. Si es cierto que don Amlo camina con la reversa, acá el gobernador Enrique Alfaro, también reculó dos décadas y años. Los legisladores naranjas, que son mayoría en el Congreso del Estado, se alistan para convertir en fiscal general, a maestro Gerardo Octavio Solís Gómez. Solo es cuestión de trámite para regresarnos al primer lustro de la década de los 90. Solís Gómez tiene una larga trayectoria en este campo. Algunos se acordarán que fue el segundo Subprocurador Regional de Justicia, el antecedente de la hoy Fiscalía Regional, donde hasta hace unos días despacho Francisco Sandoval Rodríguez. Este señor, luego fue procurador general de justicia, secretario general de gobierno y hasta gobernador interino por unas semanas. Eso le permitió construir un grupo de amigos y subordinados quienes controlan la impartición de justicia, de tal forma que nadie se atreverá a hacerle sombra a su propuesta.

 

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