Por Luz Elena López
Santa Cruz de Quelitán y sus alrededores están llenos de historias y leyendas, como la que nos dice que en unas ruinas de lo que antes fue el casco de una vieja hacienda había un tesoro enterrado, allá por el camino al rancho El Veladero. Rumor o chisme, la cosa es que un campesino, dueño del predio, un día comenzó a ver hoyos por aquí y hoyos por allá, al grado de que su ganado caía accidentalmente y en ocasiones se quebraba una pata. Cansado de la situación, se hizo de maquinaria pesada y derribó las bardas para evitar que la gente siguiera yendo al lugar a escarbar en busca de oro o monedas que, alguien dijo, había escondido en algún punto del terreno.
Los lugareños dicen que un afortunado ejidatario sí dio con parte del mentado tesoro, que sacó muchas monedas de oro y que de ahí compró camioneta del año y algunos terrenos, con lo que la vida le cambió para siempre, gracias a que hace muchos años –dicen que fueron españoles—alguien enterró costales con el preciado metal.
La historia viene a colación porque siendo Santa Cruz de Quelitán una zona de cuentos y leyendas de tesoros, alguien trabajó día y noche hasta que logró encontrarse uno, estaba debajo de una roca en el arroyo Brasilia, justo donde en septiembre pasado se accidentaron tres personas que venían de avanzada al evento conocido como “El Vallartazo”.
El hallazgo consistía en una pequeña bolsa tipo mariconera que en su interior tenía varios fajos de billetes que sumaban la cantidad de aproximadamente 100 mil pesos. La persona que se los encontró repartió el dinero entre sus hermanos y pidió que nadie dijera nada, porque esto podría acarrearles problemas. (Este es un extracto del artículo que se publica en la edición impresa de VALLARTA UNO en circulación desde el pasado miércoles 18 de diciembre)