Unos cuarenta integrantes de un colectivo ciudadano, ataviados de blanco, caminaron finalmente, luego de que la marcha hubiera sido anunciada a las 16:30 horas y no iniciara sino hasta casi una hora después, tras haberse retirado algunos de quienes querían sumarse, y los regidores Humberto Muñoz y Humberto Arévalo.
Antes las entrevistas, al dirigente del colectivo, y a la pareja sentimental del joven que fue dejado ciego y con posible trauma cerebral irreversible, mientras permanecía detenido en las celdas de Seguridad Pública.
No hay arreglo todavía, el ayuntamiento me pidió que la marcha de protesta no fuera realizada –dijo el novio de Jonathan-, pero les puse como condición que llegaran a un acuerdo y garantizaran la indemnización, pero la demanda no fue satisfecha y aquí estamos…
La manifestación de protesta fue anunciada como de la sociedad contra hechos como el ocurrido a Jonathán, pero según se vio allí, pudo no realizarse si los representantes de Ramón Guerrero alias “El Mochilas”, se hubieran comprometido a pagar de por vida al joven agredido, en virtud de que no estará en condiciones de trabajar con “normalidad”.
El caso es que el temor de una magna manifestación violenta se disipó antes de iniciar, por la escasa convocatoria, que motivó casi de inmediato el retiro de un contingente de policías estatales vestidos de negro, armados hasta los dientes y apostados sobre la avenida para dejar ver presencia de las fuerzas públicas del estado; diez minutos apenas, presenciaron la triste congregación.
Se hizo, y fue tranquila, de blanco… sin gritos ni aspavientos, sin carteles ni lonas.
Topó en la puerta de Seguridad Pública, donde fue recibido el contingente engrosado por reporteros y policías disfrazados de civil, por el subdirector operativo de la corporación, Rigoberto Valadez Espinosa, y por el representante jurídico del ayuntamiento.
Claro y directo Rigoberto, inverosímilmente atento el abogado de la comuna, respondieron en su turno a la ola de periodistas. Atrás, agazapado primero y posteriormente sacando la cabeza para dejarse ver, Santiago Centeno esperaba su oportunidad para situarse bajo el reflector.
Mientras se formalizaba la entrega de un minúsculo pliego de peticiones del colectivo gay cabeza de la marcha.
Salió el documento firmado de recibido, Centeno repartía saludos y sonrisas, y los manifestantes se quedaban tranquilos, con la promesa de que se avanzará en las investigaciones y se castigará al responsable, y que asimismo se garantizará pago al joven agredido en detención.