El sufrimiento de no tener agua en sus casas durante más de una década, terminó para los vecinos de Campestre Las Cañadas I y II, que finalmente encontraron en la actual administración de Seapal, la respuesta y el apoyo que tanto esperaron.
Durante mucho tiempo acudieron a tocar puertas ante organismo y con las autoridades, sin ser escuchados.
Sin perder los ánimos, se organizaron y llamaron a un equipo especializado en la introducción de redes hidráulicas, pero el único gran inconveniente era el aspecto económico. Para poder contratar el servicio se necesitaba una aportación monetaria que daría pie al arranque de los trabajos.
Para muchos resultó una gran limitante, pero la idea de levantarse y poder disfrutar de un confortable baño en su regadera, les daba la fuerza necesaria para trabajar horas extras o buscar la manera de recaudar lo acordado.
Así, después de una serie de inconvenientes y a base de mucho esfuerzo, lograron reunir la parte del dinero que les correspondía y estaban convencidos que una vez resuelto este problema, muy pronto podrían contar con el anhelado recurso.
Pero lamentablemente no fue así. Pasaron los días, los meses, y los trabajos de introducción de la red no se realizaban, y no solo eso, perdieron la aportación que con tanto sacrificio habían reunido.
Cansados de esta situación y decepcionados, decidieron no seguir más con un problema que parecía no tener solución. Los años posteriores los vivieron atenidos a las pipas que les suministraba Seapal, pero eso no les resolvía la situación.
Todos esos años se volvieron cotidianos, siempre lo mismo: corretear la pipa para alcanzar a llenar el tinaco, pedir al vecino un par de cubetas llenas cuando se acababa el agua, juntar los baldes en la calle para llenarlos con la lluvia de la estación, y exponerse a las enfermedades.
El año pasado, cuando de la nueva administración tomó las riendas del Seapal, el director del organismo, César Abarca Gutiérrez, dio instrucciones a sus directivos de acercarse a los vecinos y escuchar sus inquietudes para buscar una solución.
Durante las primeras pláticas, las palabras de enojo y frustración no se hicieron esperar. Había mucho malestar y descontento entre los vecinos, pero tras una serie de reuniones y diálogo, vieron nuevamente una luz de esperanza cuando el titular del sistema les pidió confianza y los invitó a trabajar en equipo para llegar a un acuerdo y prometió gestionar recursos ante el gobierno del estado.
Así empezó a escribirse una nueva historia en este añejo problema.
“Estuvimos tocando muchas puertas, dimos mucha cooperación y cuando se acercó la gente de Seapal dudamos, pero quisimos darles la confianza”, relata Bernardo Cruz Larumbe, habitante del lugar.
Y como él, otros vecinos empezaron a convencerse de que las cosas estaban cambiando en Seapal y que finalmente alguien los estaba escuchando, mientras César Abarca hacía lo propio haciendo gestiones con el Gobernador Aristóteles Sandoval, quien de inmediato se solidarizó con los colonos y dio instrucciones para solucionar de una vez por todas este reclamo.
Días después, César Abarca acudió personalmente a darles la noticia que tanto habían esperado, al anunciarles que gracias al apoyo del Gobernador, pronto se iniciarían las obras para llevarles el agua a sus casas, primero en la sección de Campestre Las Cañadas II y luego la ampliación de la red en Cañadas I, donde solo unos cuántos contaban con el servicio.
Y así, en noviembre del año pasado, iniciaron los trabajos que 72 días después se vieron cristalizados con la instalación de más de 12 kilómetros de tubería de PVC hidráulico en diversos diámetros y un equipo de bombeo que consta de seis unidades que suministran 26 litros por segundo, para de esa manera cubrir las necesidades de agua potable de alrededor de 800 predios.
El pasado martes 25 de febrero, directivos y personal del sistema, regresaron a la zona de Campestre Las Cañadas I y II, para poner en marcha de manera oficial, la red de agua potable que dotará del servicio a más de 4 mil personas de ambas colonias.
Ante cientos de habitantes de Campestre Las Cañadas y con la presencia de representantes de organismos empresariales, el director del organismo, César Abarca Gutiérrez, abrió de manera simbólica la llave que dio paso al primer “chorrito” de agua que tanto añoraban los habitantes del lugar.
Se vivió un momento muy emotivo cuando la pequeña Yareli Cruz Gallegos, dijo sentirse muy contenta porque su escuela contaría con agua potable y se comprometió a ser guardián del vital líquido, para cuidarla, protegerla y no desperdiciarla.
Ahí mismo, Guadalupe Bentancur Rodríguez, docente de la Escuela Pública 17 de Febrero, manifestó su sentir: “Para nuestra gente recibir este apoyo ha sido esencial; para nuestros niños significa salud y para sus familias es mejorar la calidad de vida”.
Como éste, los testimonios de los vecinos dan cuenta de la gran emoción que hoy sienten el tener agua potable en sus hogares, y en menos de un año se transformó el sentir de cientos de familias que ahora creen que los sueños pueden hacerse realidad.