Por ello, podemos ver a un Víctor Bernal muy activo, lo mismo apadrina generaciones de alumnos que acude al evento más humilde para apoyar a la gente necesitada de las colonias. Está en todas partes, se tomó su papel muy en serio y ahora ya nadie lo detiene en su objetivo de convertirse en el próximo alcalde de Puerto Vallarta.
Víctor Bernal es un buen hombre, bien intencionado y tiene todo para sumar simpatías en una eventual elección. Cuenta, sobe todo, con la estructura política –casi intacta—que supo construir Arturo Dávalos para su grupo Vallarta, y que lo ha llevado dos veces a la presidencia municipal.
Si la estructura de Arturo Dávalos sigue firme como se piensa y se siente al interior del primer equipo, nada podría obstaculizar la llegada de Víctor Bernal a la presidencia municipal para dirigir la administración pública de los vallartenses.
NÚMEROS NEGROS
Los números, --negros si de contabilidad habláramos-- a poco menos de dos años de que se celebren otra vez comicios en Puerto Vallarta, no están nada mal para un gobierno municipal que supone un desgaste natural en el ejercicio del poder; y es aquí donde entran las posibilidades, tan amplias como su capacidad lo permita, de que Víctor Bernal se convierta en el próximo alcalde de la ciudad.
La medición la hace un equipo profesional cercano al presidente Arturo Dávalos y el panorama, hasta hoy 23 de julio del 2019, es de cielos abiertos, de caminos libres y de oportunidades para que el candidato del grupo Vallarta sea el que esté en las boletas del próximo proceso electoral.
Sin embargo, nadie puede confiar en una suave calma ni en ningún panorama por limpio que éste se vea, ya que, en ocasiones, esa tranquilidad a veces presagia negros nubarrones que podrían dibujarse de la noche a la mañana y meter en una seria encrucijada el proyecto político de Víctor Bernal Vargas y del llamado –perdón que insista—grupo Vallarta.
LAS NUBES NEGRAS
La primera nube negra que se asoma –como ya se sabe en todo Vallarta—es la mano oscura y tenebrosa del gobernador Enrique Alfaro Ramírez, quien no va a quitar el dedo del renglón para imponer como candidato del Movimiento Ciudadano al diputado Luis Ernesto Munguía González, miembro distinguido de la cofradía de ladrones profesionales encabezados por Ramón Guerrero Martínez, mejor conocido como El Mochilas… (cualquier parecido con El Botijas es mera coincidencia).
Alfaro no odia a Puerto Vallarta, odia a su pueblo, al pueblo que votó en su contra y le dio el voto al doctor Carlos Lomelí y que también le dio la espalda al Mochilas y a su candidato presidencial de caricatura, Ricardo Anaya.
Y es precisamente ese odio el que motiva a Enrique Alfaro a tratar de meter a la fuerza a Luis Munguía en la alcaldía, porque si logra este objetivo, tendría a su servicio todo el sector público para hacer con Vallarta lo que mejor se le antoje, desde vender parte del patrimonio de los vallartenses hasta meternos nuevos impuestos para regresarnos con golpes al bolsillo todos los desaires que, según él, le han hecho los vallartenses.
En estas condiciones políticas se antoja difícil que un proyecto político como el de Víctor Bernal tenga éxito al interior del Partido del Movimiento Ciudadano, porque, aunque Arturo Dávalos le presente a Alfaro las encuestas con amplio rechazo a Luis Munguía y de marcada preferencia por Víctor Bernal, el señor gobernador va a tirar a la basura cualquier muestra –por más metodológica y profesional que ésta sea-- y contra todo pronóstico (él sabe que va a perder) va a destrozar una candidatura sana para imponer la de Munguía.
UN PROYECTO CIUDADANO
Bajo este panorama, al grupo Vallarta no le queda otra que jugar todo su capital político para tocar puertas y evitar las imposiciones del cacique mayor de Jalisco, o de plano buscar otros caminos para convencer a otros partidos que el de Víctor Bernal Vargas es un proyecto rentable a corto, mediano y largo plazo.
Y es que, si alguien quiere construir una candidatura limpia y alejada de los vicios de siempre, debe pensar en un proyecto ciudadano, y esa debe ser la carta de Víctor Bernal, presentarse como un aspirante ciudadano en una eventual elección y cortar el cordón umbilical que lo une y lo alimenta desde el poder.
Es una encrucijada la que tiene enfrente el director de desarrollo social, pero tiene que tomar decisiones antes de que termine el año, porque de lo contrario, seguirá sumergido en un ambiente de total incertidumbre, donde en ocasiones se siente en el aire esa sensación insana de que le pusieron como cuña a Diego Franco (actual director de servicios municipales) y su gente para hacerlo tropezar.
De hecho, el ambiente en torno a Víctor Bernal es de desconfianza al interior del primer equipo del Ayuntamiento, donde lo manipulan, hablan mal a sus espaldas, dicen que no tiene capacidad, que no tiene pantalones, lo humillan y varios etcéteras más; por lo que tiene que ser el mismo Arturo Dávalos quien ponga orden entre los que se creen los Reyecitos del gobierno municipal y que hacen y deshacen a su antojo y generan este desasosiego con sus pifias y rumores.
POR SUS OBRAS LOS CONOCERÉIS
Y no, no hace falta mencionarlos por su nombre, usted ya los conoce. Y si no, por sus obras los conoceréis… como dice la paremia bíblica.
Y es precisamente este ambiente hostil la segunda nube negra que se comienza a formar en el horizonte de Víctor Bernal. Se trata de fuego amigo muy, pero muy interno; ese que se lanza a escondidas de Bernal Vargas, de ahí la necesidad de que el líder del grupo, en este caso Arturo Dávalos, confirme, reconfirme, reitere y reitere, que el candidato presente y futuro es Víctor.
Arturo Dávalos no debe caer en el juego de los Reyecitos del Ayuntamiento, debe ser lo más serio posible en sus proyectos políticos, porque si hay indefiniciones –por más superficiales que éstas sean—le estaría dando armas a Enrique Alfaro para resolver la sucesión presidencial a su antojo; y de paso, estaría enviando un mensaje turbio de que es posible una negociación espuria para seguir su carrera política, a cambio del sacrificio de los demás.
EL BESO DE JUDAS
Del otro lado las cosas no son diferentes afortunadamente para los objetivos de Víctor Bernal Vargas, pues sabemos que el mismísimo Luis Munguía ha visto tan cambiado y radical a Enrique Alfaro Ramírez, que ya hace unos días se reunió con Hiram Torres Salcedo –coordinador de los regidores de Morena en el Ayuntamiento de Zapopan—hombre muy, pero muy cercano al súper ex delegado Carlos Lomelí, para ponerse a sus órdenes.
Desde luego, la reunión de Luis Munguía con Hiram Torres fue sin el consentimiento de Enrique Alfaro, más bien fue a escondidas del mismo Alfaro; por lo que es un hecho que la ambición política del muchacho está desbordada y que, si el MC y el carácter voluble del gobernador no lo hacen candidato, va a buscar a los de Morena para hacer sus sueños realidad.
Claro, los de Morena solo lo escucharon y lo juzgaron de oportunista, pues en Jalisco ese partido ya está perfilando a un candidato (no mujer) como su probable abanderado en las próximas elecciones municipales. Y no, no es Luis Munguía.
¿Quiere saber el nombre?
En otra columna se los diremos.