De entrada, se desconoce cómo es que el contralor municipal, Fernando Peña, jefe inmediato de Mauricio Cortez, le permite que salga a litigar en horario de trabajo, que es el mismo que tienen los juzgados civiles y penales de Puerto Vallarta. Sin embargo, este abogado goza de todo tipo de facilidades para salir de las oficinas a la hora que quiere, solo para estafar a señores de la tercera edad como don Pablo Cerna Díaz, quien está muy arrepentido de haberse topado con este licenciado que, además es funcionario del Ayuntamiento.
La situación es que don Pablo Cerna –un anciano enfermo que padece diabetes—contrató el año pasado a Mauricio Cortez para que le ayudara con un juicio sobre una propiedad que heredó de un tercero. Acordaron que el señor Cerna le pagaría 50 mil pesos a Cortez Rangel por sus servicios como abogado en este caso, pero nada más.
Para que no hubiera contratiempos, don Pablo le adelantó 25 mil pesos al licenciado en derecho, y posteriormente le completó el 50 por ciento restante, es decir, otros 25 mil pesos.
LARGAS AL ASUNTO
Sin embargo, el sedicente abogado comenzó a darle largas al asunto, y para pronto pidió más dinero a don Pablo Cerna, con el pretexto de que tenía que viajar a Guadalajara a realizar algunas diligencias, revisar expedientes y hablar con jueces etc.
Así las cosas, primero le exigió al cliente otros 100 mil pesos, después 74 mil, luego cinco mil y por último 15 mil pesos, siempre alegando que se requería el dinero para poder ganar el juicio, y para sus viáticos a Guadalajara.
Y como de pronto don Pablo ya no quiso soltar más dinero --pues comenzó a sospechar que este abogado solo se estaba aprovechando de su condición sola y enfermiza—Mauricio Eduardo Cortez Rangel tuvo la osadía de inventar que el señor Cerna le firmó un pagaré por la cantidad de 200 mil pesos, y sin avisarle a su cliente, lo demandó por la vía mercantil en el Juzgado Quinto, donde el titular del mismo, pretende hacer valido el documento para cobrarle a don Pablo dicha cantidad o en caso de negarse, embargarle bienes que cubran la misma.
Se sabe que el juez que lleva el caso, ni siquiera se ha tomado la molestia en verificar si la firma que aparece en el pagaré es de don Pablo Cerna.
UN DUDOSO PAGARÉ
En una copia del documento que obra en poder de este medio, se pude observar un garabato como firma de Pablo Cerna Díaz, pero el señor afirma que él nunca firmó ese pagaré por 200 mil pesos.
Además, comenta la hija de don Pablo de nombre Claudia, “es ilógico que mi papá haya firmado ese pagaré, pues ya le había pagado a Mauricio Cortez y no solo eso, también le entregó varias cantidades en efectivo”.
Entonces, aquí estamos ante la voracidad de un abogado que trabaja en el Ayuntamiento, de su falta de ética y profesionalismo para aprovecharse de un anciano indefenso y de la presunta complicidad de funcionarios del juzgado quinto para presionar a don Pablo con un pagaré presuntamente apócrifo.
Y también estamos ante un abogado que abandona su fuente oficial de trabajo –recordemos que es el jefe de responsabilidades de la Contraloría Municipal—para dedicarse a litigar y, como ya vimos, para sorprender a personas solas e indefensas como el señor Cerna Díaz.
Para el gremio de abogados, estas prácticas deberían dar vergüenza, más cuando se trata de un servidor público que siempre se ha conducido con soberbia y prepotencia al pregonar que a él nadie le hace nada.