Y aunque el partido naranja sufre un desgaste natural de casi nueve años de tener a un representante en la presidencia municipal, es probable que repita si las condiciones políticas le son favorables, como el hecho de suponer que los partidos de enfrente postulen a personajes altamente cuestionados y cuestionables y que los electores prefieran seguir el viejo adagio de más vale malo por conocido que bueno por conocer.
Sin embargo, la tarea del Movimiento Ciudadano y, sobre todo, del llamado Grupo Vallarta se antoja más que complicada por las ambiciones personales de unos cuantos que pretenden seguir manipulando y acaparando las decisiones y movimientos que debe seguir Lupita Guerrero, lo cual daría al traste a una campaña que se supone debe ser inteligente pero que en la práctica podría ser de agandalle y exclusión.
LA MANIPULACIÓN
El líder naranja del municipio –que es Arturo Dávalos-- no debe perder de vista que si continúa una política de cuates y amigos y solo un pequeño grupo de no más de 10 personas decide por cuál camino debe caminar la candidata y le ordenan qué debe hacer y qué no debe hacer (sin escuchar otras voces), entonces estaríamos ante un fracaso anunciado.
Se sabe que Arturo Dávalos dejó en manos de dos personas -sí, solo dos exfuncionarios municipales—el manejo político, social y económico de Lupita Guerrero. A nadie le permiten opinar ni mucho menos invitar a la candidata a una plática, reunión o charla con algún sector de la ciudad.
De hecho, días atrás los “asesores” de Lupita Guerrero le ordenaron –ni si quiera le sugirieron o recomendaron, le ordenaron—que no acudiera a una junta con empresarios dizque porque le iban a pedir cosas y ella terminaría expuesta. Al final, la abanderada del MC dejó plantados a los de la Iniciativa Privada.
LOS “ESTRATEGAS”
Lupita Guerrero es la menos culpable de estos yerros que están cometiendo los “estrategas” del Grupo Vallarta, por lo que es necesario e inaplazable que surja su carácter de mujer recia, forjada en el campo --pues es descendiente de ejidatarios de Puerto Vallarta-- para no dejarse manipular por nadie.
Si bien alguien debe llevar su agenda, ella tiene que abrir su abanico para demostrar tablas políticas y dejar en claro que puede enfrentarse a cualquier escenario, ya sea una reunión con empresarios inconformes, vecinos hartos por la ausencia de servicios en sus colonias o con medios de comunicación.
Lupita Guerrero no debe rehuir ningún debate, pero debe construir su propia formación política para demostrar que está hecha para cualquier reto y el primer paso es sacudirse a aquellos personajes nocivos que intentan someterla para que, en caso de ser presidente municipal, les rinda pleitesía y obediencia.
LA EXCLUSIÓN LLEVA AL FRACASO
Al interior del MC y más dentro del Grupo Vallarta ya son varias personas que se quejan de la exclusión a la que están siendo expuestas por quienes creen que son los verdaderos dueños de la candidatura de Lupita Guerrero; y esto no puede ser solapado por nadie, ni por Arturo Dávalos Peña.
Si el Grupo Vallarta no tiene la capacidad para hacer un autoanálisis y ver en retrospectiva lo que se ha hecho y se está haciendo mal y ejecutar los cambios que se necesitan para venderles a los ciudadanos que ciertas políticas de permisibilidad corrupta van a ser extirpadas del gobierno municipal, entonces el fracaso sería doble.
La misma Lupita Guerrero debe tomar la batuta y conformar mesas de discusión --tanto internas como externas—para tomar decisiones que le permitan al MC tener un panorama más claro de lo que debe hacer para convencer a los electores de que son la mejor opción para Puerto Vallarta.
No viene al caso citar en estos momentos los focos rojos que están encendidos en todo Puerto Vallarta por errores de comisión y omisión cometidos en el quehacer gubernamental, pero que serían determinantes (de no corregirse) para una eventual derrota del Movimiento Ciudadano.
LOS PRESIDENTITOS
Por ello reiteramos que el primer paso a seguir es amarrarle las manos a quienes se sienten presidentitos municipales y dueños de la franquicia llamada Lupita Guerrero; abrir la puerta a todas las corrientes de pensamiento y dejar de tomar decisiones unilaterales para enderezar el rumbo.
Ya no pueden jugar al club de Tobi, ni al Consejo de Ancianos, ni al ¡aquí nomás mis chicharrones truenan!, es decir, no pueden seguir comportándose como magnates de la política, como dueños de la bahía, ni como si fueran una ostra gigante, porque la realidad los podría poner dentro de un pequeño ostión, cerrado y encerrados, pero al fin y al cabo en un espacio muy reducido del que no podrían escapar el próximo seis de junio.
El único que puede poner orden y no dejarse adular por aquellos que le susurran al oído que todo está bien, que la estructura los salvará de la derrota, que esto y que aquello, es el líder por antonomasia del partido naranja en Puerto Vallarta, Arturo Dávalos.
Recuerden que en política la confianza es mala consejera de la inteligencia, pero todavía más dañina y nefasta es la miopía política, pues cuando los árboles te impiden ver el bosque, es mejor buscar el espejito de la bruja del cuento de Blanca Nieves y vivir en la utopía total.
Por lo pronto, debemos reconocer que la candidatura de Lupita Guerrero nos gusta. Primero, por ser mujer, segundo, por ser honesta y trabajadora y, tercero, por venir de una familia de ejidatarios vallartenses cuya cultura del esfuerzo está más que probada.
Ella misma es ejemplo de esta cultura, al ser madre soltera y haber llegado hasta la candidatura de su propio partido.