Lo anterior viene a colación, porque en septiembre del año pasado, el conocido abogado, Maximiliano Lomelí Cisneros, se molestó por una publicación –una columna de opinión—que manejamos en este mismo espacio. No le gustó que lo relacionáramos con la señora Susana Carreño y con el delegado de la Semarnat en Jalisco, Raúl Rodríguez.
También le disgustó a Maximiliano Lomelí que publicáramos sus nexos con la nueva estación de radio Paralelo/20 650 de AM, a cuyo negocio le inyectó bastantes recursos.
Estaba tan enardecido Max Lomelí, que fue las instalaciones de Radio Universidad de Guadalajara que están en el CUC, para que su amiga Susana Carreño le soltara los micrófonos y despotricar al aire contra dos periodistas de Vallarta: A saber, contra Rodrigo Aguilera Morales del Sol Siempre Libres y contra el autor de esta columna.
No sabíamos que el rector de la Universidad, Ricardo Villanueva permitiera que se utilicen los micrófonos de radio U. de G. para hablar mal de los periodistas.
PUERTAS ABIERTAS EN RADIO UDG
Pero bueno, después, Max Lomelí corrió a su estación de radio Paralelo 20 650 de AM para que Osvaldo Granados –el director que impuso Susana Carreño y se encargó despedir a la mayoría de los reporteros—lo “entrevistara” y de nuevo, lanzarse en contra de los periodistas Jorge Olmos y Rodrigo Aguilera.
En ambas estaciones, Max Lomelí presumió tener denunciados a los dos comunicadores. Se ufanó de que habíamos cometido un error y lo teníamos que pagar.
Antes, fue a la Fiscalía Regional de Justicia para interponer sendas denuncias en contra de Jorge Olmos y Rodrigo Aguilera. En las querellas, se sabe que Max Lomelí se queja amargamente de aparecer en los artículos de los columnistas en comento.
Por trascendidos, existen rumores de que, en resumen, Max Lomelí se siente humillado, vejado y expuesto ante la sociedad vallartense; que ha perdido clientes, que lo quieren despedir de sus trabajos y otras chicanadas –o argumentos legaloides-- que sólo utilizan algunos abogados para intimidar y conseguir el objetivo final, que en este caso es que una autoridad competente dicte medidas para que él o los imputados dejen de escribir cualquier cosa sobre su persona.
LA ANGUSTIA Y LA VACA ARGENTINA
Pero la agresión judicial de Max Lomelí va todavía más allá, toda vez que es muy probable que pretenda una reparación del daño por escribir sobre su persona, en virtud de que de acuerdo con lo que se comenta en los corrillos judiciales, el señor Lomelí vive angustiado, que no puede dormir ni comer bien, con tan solo de pensar que los artículos periodísticos le “podrían hacer más daño y mermar su salud”.
En el contexto social a Max Lomelí se le ha visto comiendo y bebiendo opíparamente en restaurantes caros como La Vaca Argentina o en eventos sociales como en la comida del aniversario del ejido Vallarta. Tiene tiempo para atender sus negocios, viaja frecuentemente a Guadalajara y está detrás del corporativo contratado por el Ayuntamiento en el que pretende ganarse 380 millones de pesos. Para nada se le ve angustiado.
En esta tesitura, no se entiende cómo un abogado con la experiencia que tiene Max Lomelí, decide embarcarse en una aventura judicial de esta naturaleza; quejarse por aspectos insignificantes como los apodos que le pone Rodrigo Aguilera –algo así como un sinónimo que se le da a esa parte anatómica donde la espalda pierde su honorable nombre—y otras expresiones.
Usted imagina, por ejemplo, al presidente AMLO denunciando a periodistas por el delito “contra la dignidad de las personas” porque le dicen “Pejelagarto”, “Cacs”, ¿“Peje” y otros adjetivos calificativos?
Pues claro que no, hay niveles.
SILENCIAR, EL OBJETIVO
Está claro que, en el caso de Max Lomelí, la intención es acallar, silenciar, intimidar, asustar y generar una persecución judicial contra los periodistas, solo porque se siente lastimado en su dignidad como persona.
Este 04 de enero también es buen momento para reflexionar sobre la unión del gremio periodístico en Puerto Vallarta, sector que no ha estado exento de ataques y que está expuesto a que personajes como Max Lomelí intenten silenciar la libertad de expresión.
Lamentablemente, los intentos por unificar al gremio de periodistas de Puerto Vallarta han fracasado una y otra vez, sobre todo porque cada vez que se logra conformar una asociación, los encargados de dirigir los destinos del grupo, comienzan a vender la idea de que ellos controlan a todos los reporteros y entran en esa dinámica nefasta de pedir favores a nombre de todo el conglomerado.
Así pasó hace unos años, en que tres periodistas presumieron ser dirigentes de la Asociación de comunicadores y pidieron aportaciones y regalos a políticos y a empresarios, por lo que el grupo se desmoronó inmediatamente.
Ahora con la llamada Red Periodística –apoyada por Artículo 19, cuya asociación, que sí es seria, ya debería ver lo que sucede en Vallarta—ocurre casi lo mismo. Los reporteros que figuran en la mesa directiva han cometido deslices que afectan a todo el gremio, como ir a las mañaneras del presidente AMLO a presumir el control total sobre los periodistas de Vallarta. Y lo que es peor, se han prestado para golpear a sus propios compañeros.
LOS ALIADOS
Basta ver el comportamiento de la señora Carreño y su amigo Osvaldo Granados, que, siendo figuras visibles de la Red Periodística, ellos fueron los que le dieron entrada a Max Lomelí para que presumiera que había denunciado a dos periodistas. En pocas palabras, te abro espacio para que agredas a mis compañeros.
Así las cosas, lo único que queda es seguir trabajando, cada uno desde sus trincheras, pero siempre procurando el interés público; siempre para estar del lado de la sociedad vallartense; para darle voz y espacio a los que no tienen o temen represalias, pero no para servir de comparsas ni para ser miembro de alguna asociación que pretenda que formes parte del rebaño y te comportes como el cordero que no eres.
Ser periodista, de profesión u oficio, educado en las aulas o empírico, es un orgullo.
Las denuncias son incómodas, desde luego, pero tenemos que atenderlas y, sobre todo informar a la sociedad quién o quiénes están involucrados en que se acalle a los periodistas, en que se les juzgue por sus ideas y opiniones.
Nos despedimos con un texto que se publica en la página de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sobre el Día Nacional del Periodista en México en Honor a Manuel Caballero.
“Por ello, no es menos relevante vincular este día nacional con el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se establece a la libertad de expresión como derecho fundamental. El artículo dice:
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
Gracias a todos nuestros lectores por seguirnos y que tengan un feliz y próspero año nuevo 2024.