De la más alta comandancia de la 41 Zona Militar se escuchó la categórica afirmación de que en Puerto Vallarta no se ha reforzado la seguridad.
Hay razones sin duda para afirmar lo anterior. Las fuerzas armadas lo saben. De facto y en la práctica, son ellos quienes han tomado las riendas de la seguridad pública en todo el municipio. Son militares y marinos quienes realizan los cotidianos rondines por las colonias y hasta el centro de la ciudad.
Ahora, sin que nadie lo diga y aunque se note poco, hay un detalle mas grave. La seguridad en la ciudad no solamente no se ha reforzado sino que disminuyó al permitirse sospechosamente el relajamiento de los elementos de la policía municipal.
En la última semana, en dos charlas dos comandantes nos confirman lo que en distintos sectores del municipio se sabe: deliberado o no, poco a poco la ciudad se entrega a la delincuencia. Delincuentes comunes y delincuentes organizados, todos pueden operar a sus anchas sabedores de que los guardianes del orden ni siquiera tienen patrullas en que moverse a un servicio de urgencia. Y si de casualidad llegan a tiempo y los sorprenden, los delincuentes saben que los uniformados no disponen de armas y si el uniformado trae su pistolita, no se anima a disparar por correr el riesgo de que al llegar a su cuartel a Las Juntas le cobren los tiros.
Un comandante decía en una plática informal a un amigo: Mira, si tienes un problema con un vecino, si te peleas en la cantina, si te pegaron pandilleros, si te robaron una gallina, háblame. Pero si hay armas de por medio, no me hables porque si me hablas, nos vamos a ir al cerro.
El mismo comandante hizo una llamada en aquel momento para pedir un auto para moverse de lugar. Estaba en servicio. Tiene grado de comandante, pero semanas atrás le quitaron la patrulla. A un conocido le pidió prestada una cuatrimoto.
En Ixtapa conocemos de otro comandante en idénticas situación. A veces, cuando está de servicio en el turno nocturno, piden permiso en algún vehículo estacionado en la calle y ahí dejan transcurrir la noche. Al amanecer, despiertan, abren la puerta de la camioneta, salen y vuelven a cerrar la puerta. A esa hora cumplieron su turno y se reportan a donde les indiquen. Esa noche no hubo vigilancia.
Es bochornoso, por no decir vergonzoso, las condiciones en que desarrollan su servicio los policías municipales. Esas son razones de mayor rigor para quedarnos con sus identidades.
La tarde de este lunes, varios policías daban la impresión de realizar su rondín por la colonia Los Maestros. Se estancaron en un taller por la carretera a Las Palmas. Habían ido a realizar la oferta para la compra de un vehículo. Eran dos y uno era el comandante. Al cabo de unas dos horas pasó por el sitio una patrulla y los subió. Iban de emergencia; “hay un ahorcado”, gritó un patrullero mientras aceleraba.
Ignoramos que tipo de información posee la 41 Zona Militar. Tampoco sabemos si los jefes de la Zona Naval tienen la misma percepción y comparten la opinión de que en Puerto Vallarta la seguridad no se ha reforzado. Tampoco sabemos cuáles son las expectativas de las fuerzas armadas, si las corporaciones civiles se comprometieron a reforzar la seguridad o si a partir de un suceso determinado fue necesario redoblar los esfuerzos en esta materia.
Más los marinos que los militares, es cierto que desde hace ya varios años, las fuerzas armadas han ido desplazando poco a poco a la policía municipal de la responsabilidad de brindar seguridad a nativos y turistas. En la zona rural, son las fuerzas armadas quienes llevan las riendas de la seguridad. Patrullas de marinos realizan rondines todos los días en rancherías y colonias del municipio.
En honor a la verdad lo que hay son meras sospechas. A los uniformados de pie les resulta sospechoso que sus superiores les ordenen salir a las calles sin las herramientas necesarias para cumplir su trabajo. Portan pistola como mínimo y algunos traen colgado al hombro un rifle. Estas armas de algo les sirven, de menos para imponer algo de respeto. Sin embargo, eso es engañoso. No tienen permiso para disparar en cualquier situación apremiante. Tiene que ser en un momento donde tengan como garantía la presencia de un superior. La piensan dos veces antes de dispararle a algún ladronzuelo porque en una de esas los obligan sus superiores a pagar el parque gastado.
Sospechan de los superiores porque nadie recuerda una época pasada haber visto a comandantes realizando sus recorridos a pie. Por lo general el comandante tiene asignada una unidad y chofer al volante. En tono de broma, dicen que hasta es preferible andar a pie pues a la patrulla se le tiene medido la gasolina y si no ahorran el combustible pueden quedar varados en alguna calle.
Ningún policía acepta hablar, sobre las razones que descansan sus sospechas. Insinúan, eso sí, que desde los mandos altos cierran oídos y ojos hasta caer en la indolencia. Consideran que todo es intencional a tal grado de configurarse una imagen donde se dibuja el vínculo comprometedor con los malosos. En otras palabras, si a un evento llegan tarde o simplemente no acuden los policías, se debe al pésimo estado de sus patrullas o en su defecto, no disponer de las mismas, y todo lo anterior es por una causa deliberada y simulada.
REVOLCADERO
En realidad poco creemos en lo siguiente pero nos aseguran que por ahí va la jugada política del alcalde Ramón Guerrero Martínez. Que sacó de la oscura oficina, la número dos de la Oficialía Mayor de Administración, a Diego Franco, sin importar el sacrificio de Héctor Gallegos, para ayudarle a rozarse con las grandes masas de los vallartenses. Es decir, que este señor Franco es uno de los caballitos que prepara el alcalde para promoverlos. Tiene otra carta y es mujer. Es la presidenta del DIF, Magaly Fregoso Ortiz. ****** Luis Munguía, uno de los cuadros del Movimiento Ciudadano que más prometía pero que la suma de sus escándalos privados lo ubicó en una línea decadente, ha dado pasos tratándose de adelantar a los dueños del MC. Desde hace ya algunos meses saltó el charco del río Ameca y ya conformó un comité de su partido en Bahía de Banderas. Supo a tiempo que Enrique Alfaro Ramírez hacía trabajos para ampliar sus redes en todo el occidente del país y se les adelantó. Por ahí aprovechó algunas relaciones familiares y de amigos hasta presumir tener su partidito en Bahía de Banderas. ****** Por cierto, se repiten voces que nos confirman que el director del Seapal, Cesar Abarca Gutiérrez se le está adelantando a Andrés González Palomera. Es prematuro hacer pronóstico pero está demostrado que mucho ayuda en la política estar en un lugar donde se tiene a la mano presupuesto. Mientras Andrés González se les ve negras, con regularidad se declara impotente, si alguien le pide chamba, en el Seapal cada día, se suman verdaderos promotores y activistas del PRI. Son esos cuadros de base quienes al momento de la selección de candidatos resultan decisivos.