A meses de gritar el arranque del calendario electoral 2015, las pruebas experimentales ya se dieron en Bahía de Banderas. El Movimiento Ciudadano falló en su proceso de reclutamiento pero acertó en su olfato. Negoció con Héctor Paniagua pero falló con Adrián Guerra, su candidato que lo clocó en el tercer lugar. El Partido Acción Nacional dio vista positiva a una alianza sin registro con el Partido de la Revolución Democrática y con Paniagua Salazar compitió a tal grado que tres semanas después de la jornada electoral reclama en tribunales el triunfo en las urnas. Y el PRI, con su desaseada nominación de José Gómez Pérez.
En La Paseada, los aspirantes se condujeron “aconsejados” por el nuevo mapa político electoral impuesto desde Bahía de Banderas que impondrá conductas de moda a permanecer vigentes hasta en tanto surjan las candidaturas. Ese nuevo mapa les indica qué conductas deben tirarse a la basura y qué modales hacer suyos.
Hay errores que en una campaña electoral se pagan y muy caro. Eso duele tanto como cuando se imponen intereses personales y se desgarran la vida cuando los alcanza la derrota. El caso del PAN es particularmente interesante. Las piezas están acomodadas de tal forma que por donde se vea no hay más precandidato a la presidencia municipal que Juan José Cuevas García. Años atrás, el motejado “peri” casi se lía a golpes con Andrés González cuando le reclamó a éste los diarios escándalos de sus clientes en un depósito de cerveza frente a la residencia del diputado panista en la colonia Los Sauces. Ahora ya exhiben cierta madurez política en una foto captada en El Llano de la Palma Sola.
Citamos lo anterior por creer que en una campaña se debe extirpar cualquier conducta de violencia, física o verbal. Deben erradicarse discursos virulentos, inclusive en las redes sociales, donde peligrosamente es común leer porristas voluntarios ofender a quienes piensen distinto y apoyen otro proyecto. Esa debe ser una lección a considerar en el proceso de Bahía de Banderas.
Si el PAN y sus militantes entienden, como ya han dado muestras, de tener en Juan José Cuevas su mejor prospecto, a diferencia del anterior proceso interno, ahora nada se les debe de complicar. Superado todo problema en la elección de sus candidatos, alcalde, diputaciones y regidurías, habrán dado un salto para competir con posibilidades. Naturalmente, el ingrediente de fortalecimiento serán las alianzas, de todo tipo, alianzas individuales o partidistas, formales o de facto. Esto por estar demostrado que el veneno mortal para el adversario, sobre todo para el PRI son las alianzas.
Si en el PAN no se observan complicaciones, en el caso del PRI es todo lo contrario. González Palomera es visto como el candidato oficial pero también se ha convertido en otra especie de “mona”, como Arturo Dávalos lo fue en el PAN. Andrés es a ojos de muchos el juguete político negociable de Gustavo González Villaseñor, curiosamente su principal promotor en esta fase. Son pocos quienes creen en la palabra de Gustavo y ya se cruzan apuestas de que otra vez volverá a traicionar a actual representante del ejecutivo estatal. Esta carta está en la mesa y jala los reflectores. Es unánime la creencia de que Andrés ya no va a tolerar jueguen con su persona y con sus aspiraciones. Él sería una atractiva opción para los partidos minoritarios, como en su momento para el PRD lo fue Luis Fernando Famanía, Heriberto Sánchez y Miguel Ángel Yerena Ruiz.
En el MC se mueve con aires de “candidato” Arturo Dávalos Peña. Pero en él es relativamente poca la confianza. Hombres cercanos al presidente municipal Ramón Guerrero Martínez desconfían de su potencial real. Dicen que no tiene dinero y no esta dispuesto a invertir. Lo tachan como un político que le gusta el confort de estar hecho para ser un simple cubre direcciones y gustarle la función de “mona” para calentar a verdadero “candidato”. Le cuestionan no haber hecho nada para crecer en su calidad de candidato le teme a las confrontaciones y evade hablar ante cámaras u micrófonos. En pocas palaras, nos aseguran que “el cepillo” su apodo de pila, le tiene pavor a los reporteros.
Los más coinciden en que el MC no tiene candidato fuerte. Que por eso el partido desde Guadalajara dispuso mover a Jaime Castillo Copado para impulsar un intenso trabajo de preparación y colocarlo en una posición que le permite sustituir a Dávalos.
Al interior del equipo de gobierno de Ramón Guerrero se gesta desde hace tiempo movimientos que obstruyen el fortalecimiento de un proyecto de candidato. Nadie ha sido capaz de controlar los jaloneos de los grupos. Apenas hace dos semanas se soltó el nombre de Diego Franco como un probable aspirante y se observaron correteos en todas direcciones. Y a estas alturas, a Magaly Fregoso la ponen fuera de la jugada. El llamado “grupo Vallarta” acordó jugársela con un vallartense. Si no es Dávalos Peña debe ser uno de los suyos, un vallartense y no un funcionario foráneo. Es decir, los vallartenses enmochilados quieren la candidatura del MC y en ningún escenario consideran un candidato foráneo. Eso incluye puertas cerradas a tránsfugas, el camino que en Guadalajara le ofrecen a González Palomera.
Así las cosas, el PAN ya tiene candidato y el PRI tiene complicaciones. Gustavo González Villaseñor y Cesa Abarca Gutiérrez, que desde el Seapal se ha dado tiempo para construirse en poco tiempo una imagen impresionante, son aliados que le quitan el sueño a Andrés. Voces de abajo, ya desde meses han advertido no aceptarán a Andrés, que si Cesar Abarca no va, ellos voltearán la vista a otros proyectos. Ya antes hemos citado referencias.
Eso sí, no todo se limita a tales opciones. El médico Francisco Sánchez Peña, visto con desdén desde el PRI, ha movido conciencias y cada día la suma de simpatías preocupa a los priistas. Gustavo no duerme. Operó con cierta torpeza hasta cuando le ofreció las perlas de la virgen a Aldo Gómez Pérez y a Hugo Peña para convencerlos desistir afiliarse al MC. Paco Peña es un factor capaz de descarrilar al PRI, sobre todo en una elección que pudiera definirse por escaso margen.
REVOLCADERO
El panorama partidista poco a poco se aclara. El Movimiento Ciudadano parece desmoronarse pues hay movimientos tendientes a dejar solo a Dante Delgado Rannauro, el ex priista veracruzano y fundador del MC y también de la máxima división del PAN en Veracruz. No más alianza con el MC ordena Andrés Manuel López Obrador, y por ejemplo en Jalisco su debacle se nota, ya un alcalde emanado de este partido se regresó al PRI. Se les va del MC el coordinador del congreso federal. Y a Enrique Alfaro, ex priista experredista en Jalisco, que igual su propósito lo va cumpliendo que es fraccionar al Partido Acción Nacional, con el apoyo y respaldo del ex dirigente estatal de este partido blanquiazul, Eduardo Rosales y su camarilla: Abraham González Uyeda, Toño Pinto, Mochilas, Diego Franco, Ricardo Rodríguez, Emilio y muchos más.******Ellos se aferran a querer seguir palomeando a quienes van de regidores, alcaldes y diputados, sin importar las siglas, pues según sus conveniencias en Puerto Vallarta son del MC. Incluso caen en el cinismo, como Lalo Rosales Castellanos, de andar en vehículos oficiales del Ayuntamiento y presumir que es asesor de Mochilas o el mismo Pinto, que fue Secretario General, pero en Guadalajara se conduce cual connotado panista.****** Tres semanas después de la jornada electoral de Nayarit, por dar otro ejemplo, ya se sabe que el MC tuvo candidatos con la triste función de zanjear triunfos del PRI. Adrián Guerra Padilla en Bahía de Banderas es el caso. Sirvió para dividir el voto de la oposición y benefició al PRI. Entendemos que ese fue la lección importante para los panistas vallartenses, que ya se están armando para que no se repita acá lo que aconteció en el vecino municipio. Por lo pronto ya están unidos en torno al diputado local Juan José “el Peri” Cuevas y trabajan en armar estructuras en colonias, para apoyar su inminente candidatura por la presidencia municipal. El partido tendrá la obligación de fajarse y poner un hasta aquí a quienes no sean capaz de entender ni tiempos ni circunstancias, ni las decisiones institucionales.
