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Martes, 02 Diciembre 2014 00:34

Susana, una aventurera política

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Por Gerardo Sandoval Ortiz

El sábado 22, Susana Carreño protestó como presidente del Partido de las Revolución Democrática en Puerto Vallarta. Cuatro días después, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, la figura preponderante del partido y uno de sus fundadores, renunció a su militancia. “Renunció porque se enteró que Susana Carreño es su dirigente” se escuchó un divertido comentario.

 

El PRD siempre nos pareció haberse quedado como “el partido de la esperanza”, la frase vendida por Andrés Manuel López Obrador cuando en el 2000 ganó las elecciones en el Distrito Federal. Fue el tabasqueño el que inició una prolongada batida interna que minó la fuerza del partido. López Obrador es uno de los varios dirigentes nacionales que renunciaron. Cárdenas es otro. Porfirio Muñoz Ledo, Rosario Robles y Leonel Cota ya tampoco son militantes. Otros, o murieron o han desaparecido de la escena política: Roberto Robles Garnica, Pablo Gómez, Amalia García, Raymundo Cárdenas, Guadalupe Acosta Naranjo, Graco Ramírez, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, todos de la tribu hegemónica, son de los pocos activos.

Más que partido de la esperanza, el PRD tal parece es un partido maldecido. Su nacimiento fue una especie de aborto político doloroso, pues sus integrantes principales llegaron del PRI en aquella accidentada sucesión presidencial que colocó a Carlos Salinas como candidato del tricolor. El Frente Democrático Nacional se acabó de formar con los partidos de la izquierda doctrinaria. El Partido Comunista Mexicano, el Partido Socialista, el Partido Mexicano de los Trabajadores, PSUM, el Movimiento de Acción Popular y múltiples organizaciones sociales (el COCEI, CIOAC, Asamblea de Barrios, ACNR, etc.) todos fusionados con desechos de los partidos históricamente enemigos.

Como tercera opción, el PRD resultó ser viable pues amalgamó no solo a los mexicanos de formación socialista y comunista sino que propuso desde sus principios y estatutos erigirse en el estandarte político de la defensa de las clases sociales marginadas. El descontento de millones de mexicanos por las elecciones presidenciales de 1988 le resultó un campo fértil para posicionarse como el tercer partido en importancia aun antes de crearse el 5 de mayo de 1989.

La tragedia del PRD, más allá de las decenas de militantes muertos en el sexenio del salinismo, tiene origen en sus propias entrañas. Sus tribus jamás pudieron conciliar sus diferencias. En cada elección interna ocurren sus cochineros y son ellos los que se acusan.

Uno de sus muchos problemas tiene que ver con la ausencia de identidad de sus nuevos militantes. Es aguda su deficiencia al momento de seleccionar a quienes llegan a nutrir sus filas. Ya muchas veces se ha citado el caso Puerto Vallarta cuyos tres regidores en los cinco lustros de vida llegaron del PRI, y en pleno ejercicio, renunciaron al partido para regresar al PRI. Acaso el peor error en Jalisco fue literalmente vender la franquicia al “Grupo Universidad”, cuyo líder y guía moral, Raíl Padilla López es único “administrador”. Ese es el mas grande limitante para el crecimiento del partido.

La entrega de la estafeta de a Susana Carreño no causa optimismo en diversos simpatizantes del PRD. La tachan de una aventurera de la política, una oportunista periodista de radio, por la que nadie apuesta como la salvadora del PRD, no al menos quien lleve al partido a niveles tales que dispute con posibilidades de ganar una alcaldía en el mediano futuro. Aun más, algunos amigos perredistas le auguran a la regidora ex mochilista que pronto se dirá decepcionada, apenas se le disipen las dudas de que nada puede hacer si no tiene el consentimiento de los Padilla López, los amos únicos y absolutos del PRD en Jalisco.   

Quienes conocen a Susana Carreño la definen como una persona inestable en lo emocional y proclive al enfado que con asombrosa constancia se ve inmersa en conflictos. No es el perfil de una figura política de talla como para sortear los problemas de un partido. Le gusta el choque y con facilidad  maniobra en sus virajes personales. En su paso por el Movimiento Ciudadano acabó por tener conflictos con medio mundo y al no tener cabida buscó reivindicarse con el partido que primero le abrió las puertas a la política. Comete un error al cerrar los ojos a la realidad de un PRD que no es ni por asomo diferencia al MC, al PAN o al PRI, los tres partidos objeto de las más agrias críticas de la Carreño.

Si en sus principios y doctrina, el PRD surgió como un partido de los obreros y campesinos, un defensor de los movimientos sociales, dispuesto siempre a ser solidario con la sociedad civil, demandante de la defensa y protección de los derechos humanos, acérrimo defensor de la democracia y promotor de la participación ciudadana, de adentro se alzan voces denunciando a uno y otra tribu que hacen del partido su modus vivendi de vivir de la política. López Obrador se fue a fundar al MORENA renegando de “Los Chuchos” (Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Lupe Acosta, etc.). Cuauhtémoc Cárdenas dijo adiós apenas se sintió bateado cuando exigió la renuncia del nuevo dirigente Carlos Navarrete por los vínculos de la tribu con el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca.

Del PRD no pasará tiempo que su dirigente se dirá defraudada. En el MC o entendió que Ramón Guerrero y no ella ganó la alcaldía. No alcanza a ver que el PRD tiene dueño. Hizo mal sus cálculos pues cuando aceptó regresar a este partido midió una alianza con el PAN y que con el diputado local, Juan José Cuevas García estaría en igualdad de fuerzas para competirle al MC y al PRI y quizá ganar nuevamente la presidencia municipal. Ahora le queda repetir la fórmula de Bahía de Banderas, recurrir a la alianza de facto. O bien, someterse a las órdenes de Raúl Padilla y aceptar a un Edmundo Andrade, a Chavoya Gama, a Armando Soltero, a algún otro universitario, como su candidato. Esa candidatura, quien sea, será de caricatura y Susana Carreño solo provocará risas en sus incendiarios discursos, iguales a sus arengas pro-mochilas pero sin ninguna posibilidad de ganar siquiera una regiduría.

REVOLCADERO

Todavía no toma fuerza pero varios amigos priistas nos han confesado una preocupación. En los eventos organizados por el partido, en el informe que rindieron juntos sus diputados, el local Gustavo González Villaseñor y el federal, Rafael González Reséndiz han visto a las mismas caras y hay una notable ausencia de rostros frescos. En pocas palabras, son los mismos priistas que a todas van, siempre se paran enfrente de los “grandes” para saludar y dejarse ver. Van y gritan pero todos es repetitivo. Es una ilusión falsa asumir que el PRI ya tiene ganada la elección. Esa idea de una realidad discutible se forma en mente cuando todos van a echar porras al virtual abanderado, Andrés González Palomera, al propio Gustavo y en ciertos momentos, al director del Seapal, Cesar Abarca Gutiérrez. Nuestros amigos reconocen que en las colonias los priistas tienen problemas para avanzar pues esos son territorios donde mejor truenan los chicharrones de Arturo Dávalos Peña. En ciertos sectores, como el deportivo, las figuras del propio Dávalos y la del panista Juan José Cuevas poco a poco derrumban la sensación de que todos acepan a González Palomera. Hay más. El médico Paco Sánchez Peña vino a complicar el escenario del PRI. Los priistas más autocríticos tienen puesta la mirada en el factor Cesar Abarca. Todo en su conjunto es digno de revisar y ofrecer un análisis mas concienzudo.******* Por su si fuera poco, unos con cierto disgusto, otros con aceptación, pero la permanente exposición de Antonio Lugo Morales también es observada con atención. Hay condiciones de que el PRI nomine a mujeres a las diputaciones, como el PAN, pero nadie descarta a Lugo Morales, como el candidato a la diputación federal. No fuimos al informe de los legisladores pero un asistente nos dijo haber seguido por largo rato el desenvolvimiento de Toño Lugo y nos dijo haberlo visto moverse ya como un candidato, más o menos al nivel del propio Andrés González. Si acaso le faltó competir con el representante del gobernador en las porras.****** Algunas cifras dadas por Rafael González Reséndiz nos llaman la atención. Presumió en su segundo informe haber atendido 1500 solicitudes de gestión y que al dar respuesta a las mismas, beneficiaron a 2500 ciudadanos “directamente”. El diputado federal, como el año pasado en su primer informe, volvió a destacar las reformas estructurales, “mas de 150 reformas a las leyes”, de las mismas que con mucha frecuencia se escuchan quejas. Eso si que sus principales acciones fueron la gestión de recursos, pues que gracias a él, a sus gestiones, se lograron mas de mil millones de pesos que se asignaron a los 14 municipios del distrito. No cabe duda, como dijo el finado Ernesto Gómez Bernal, es mucho dinero. Lo malo es que por mas que volteamos no vemos grandes obras que reflejen en donde se invirtió algo de esos mil 200 millones de pesos, claro, a menos que nada de esos millones de canalizaran a Puerto Vallarta.

 

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