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Lunes, 18 Mayo 2015 11:19

Absuelve Juzgado a José Luis “El Chiva” Valdivia y sus amigos; el ejército no pudo demostrar que llevaban armas y drogas

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Aunque tenían la calidad de imputados, siempre fueron presuntos culpables, pero no tuvieron un debido proceso, ya que fueron presos más de cuatro años en el penal de “Puente Grande” y al final un Juzgado Penal los absolvió de toda culpa y echó abajo las acusaciones del ejército, cuyos soldados que participaron en su detención, afirmaron que José Luis “El Chiva” Valdivia y cinco de sus “pistoleros” (sic) traían armas largas y cortas, así como una importante cantidad de droga, entre mariguana, piedra base y cocaína.

 

POR LA REDACCIÓN

Sucedió la tarde del sábado 23 de octubre del año 2010 en un pequeño restaurante de la calle “Aguacate”, propiedad del conocido restaurantero apodado “Balam”, en donde convivía José Luis Valdivia Cárdenas, mejor conocido como “El Chiva Valdivia” junto con cinco amigos más –algunos como Salvador Macedo Rodríguez—acaban de llegar al lugar, pero minutos después cayeron de sorpresa varios hombres vestidos de civil en camionetas suburban, dijeron ser militares y se llevaron por la fuerza a seis personas.

Se sabe que al conocido como “Chiva Valdivia” lo pasearon por varias casas presuntamente de su propiedad para que les diera todo el dinero que tuviera, pero que Valdivia les dijo que él no poseía nada, por lo que comenzaron a golpearlo por no cooperar. Después lo introdujeron a las instalaciones de la 41 Zona Militar y ahí fue brutalmente golpeado, lo colgaron de pies con su cabeza casi pegando en el suelo, le dieron con tablas, cables y le aplicaron toques en los testículos.

En los trascendidos que se dieron en ese tiempo en la ciudad, se indica que un militar hizo el siguiente comentario: “Le di hasta que me cansé” (en clara referencia a que le estaba dando una severa golpiza al detenido). Otro personaje que sufrió mucho con las torturas que le daban sus captores, fue el que se hacía llamar como Roberto Contreras Godínez (a) “Don Robert”, un señor de más de 60 años que casi se desmaya en las llamadas “calientes”.

Al no poder obtener mucha información, los militares siguieron golpeando a los detenidos, sobre todo a Valdivia y a Roberto Contreras, y hasta el día al día siguiente –domingo 24 de octubre del 2010-- los pusieron a disposición del Agente del Ministerio Público Federal de la Procuraduría General de la República (PGR) y de ahí fueron trasladados inmediatamente al Centro de Readaptación Federal conocido como “Puente Grande”.

LAS MENTIRAS

En la semana que siguió creció la indignación entre los familiares de los detenidos, ya que en un comunicado de prensa, la 41 Zona Militar aseguró que estas personas habían sido sorprendidos viajando en tres vehículos por la carretera a Mismaloya, en cuyo interior de los automotores –afirmaron los militares—se encontraron diversas armas largas, otras cortas, y una importante cantidad de cocaína, base piedra de coca y marihuana.

Las llamadas a varios abogados, amigos, y conocidos de Valdivia y sus amigos no se hicieron esperar, ya que había numerosos testigos de que ellos estaban comiendo en un restaurante al momento de su detención, que jamás iban circulando por la carretera a Mismaloya como dijeron los soldados, y que mucho menos portaban las armas y la droga como se les imputaba.

 

El boletín del ejército –manejado en esa ocasión por el periódico Meridiano en una nota informativa-- señalaba textualmente lo siguiente:

 

“La Secretaría de la Defensa Nacional por conducto de la V Región Militar y la Cuadragésimo Primera Zona Militar con sede en esta ciudad, hace del conocimiento a la ciudadanía que en el marco de la Campaña Permanente contra el Narcotráfico y la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, el día de ayer (domingo 24) personal de la 18/a. Compañía de Infantería No Encuadrada, al realizar patrullajes sobre la carretera Puerto Vallarta –Mismaloya, logró el siguiente aseguramiento.

 

LA CAPTURA

 

La captura de Gustavo Cárdenas Flores y/o José Luis Valdivia Cárdenas, alías “La Chiva Valdivia”; Roberto Contreras Godínez, alías “Don Robert”; Carlos Alejandro Rodríguez Guerra, alías “El Zurdo”, Edgar Colín Garza, alías “El Boby” y Salvador Macedo Rodríguez, alías “El Chava” y Víctor Arias Rubio, alías “El Patillas”.

 

A ellos, según el comunicado, se les aseguró el siguiente armamento:

 

Cuatro armas largas, cuatro armas cortas, una granada de fragmentación y 164 cartuchos de diferentes calibres.

 

Asimismo, se les aseguró 17 envoltorios de mariguana; 248 envoltorios de piedra; 194 envoltorios de cocaína; 11 envoltorios de cristal, 23 cigarrillos de mariguana; 8 pastillas psicotrópicas, un paquete de mariguana de 500 gramos, dos paquetes de mariguana de 200 gramos cada uno y 2 kilogramos de semilla de mariguana.

 

También se informó que fueron asegurados tres vehículos, pero no se dio a conocer características del mismo, por lo que los civiles, armamento, droga y vehículos, fueron puestos a disposición de las autoridades competentes.

 

LA CAUSA PENAL

 

Desde este punto comenzaron las contradicciones en la causa penal AP/PGR/JAL/VTA/MI/708/2010, ya que los miembros del ejército que participaron en el arresto de los seis presuntos culpables, y cuyos nombres vienen en la indagatoria, no pudieron sostener la versión de que los muchachos traían armas y droga, ni mucho menos que estaban a bordo de tres vehículos en circulación sobre la carretera a Mismaloya.

 

El personal castrense que la Zona Militar envió para realizar careos, declaraciones, ratificar lo dicho, etc., no estuvo capacitado –incluso se duda que algunos de estos soldados hayan participado en la ilegal detención en el restaurante de la calle Aguacate—y finalmente cayeron en mentiras y paradojas.

 

Hubo casos tan excesivos en contra de varios de los jóvenes que acompañaban a José Luis Valdivia el día de su arresto, como el de Edgar Colín Garza, a quien en boletines tanto de la PGR como de la Fiscalía –además en declaraciones del propio Luis Carlos Nájera, secretario de seguridad pública de Jalisco en ese entonces—lo calificaron como “pistolero” o “sicario”, cuando en Puerto Vallarta se sabe que es hijo de una pareja de restauranteros, que en un tiempo trabajó como inspector de Reglamentos del Ayuntamiento y que nunca se había visto envuelto en un lío penal, y mucho menos de esta naturaleza.

 

LOS BUENOS MUCHACHOS

 

Lo mismo sucedió con Salvador Macedo Rodríguez, quien tuvo la mala suerte de llegar al restaurante donde estaba Valdivia, ya que sólo se sentó con él para saludarlo y fue en ese preciso momento en que llegaron los presuntos militares y se los llevaron por la fuerza. Macedo Rodríguez sufrió mucho en el penal, gritaba su inocencia, pero nadie le ayudó.

 

En este contexto, lo misma suerte corrieron Víctor Arias y Carlos Alejandro Rodríguez Guerra, ya que por las mentiras de los soldados, tuvieron que entrar en un proceso en donde los consideraban narcotraficantes o sicarios, miembros de la delincuencia organizada, sin serlo.

 

Al final, pero después de cuatro años, el Juzgado Penal les dio la razón a sus abogados y pudieron salir libres, completamente absueltos, pero nadie les garantiza la reparación del daño moral que sufrieron, ni la atención psicológica por haber estado encerrados tanto tiempo y por haber sido golpeados y torturados salvajemente por sus captores.

 

A su salida apenas la segunda semana de mayo de este año 2015, algunos se vinieron a Puerto Vallarta, se reintegraron con sus familias y buscan la manera de adaptarse otra vez a la sociedad, aunque otros de plano mejor ya no regresaron a Vallarta por temor a ser señalados y por miedo al rechazo de la sociedad, pues cuando alguien es sometido a un proceso penal de esta naturaleza, nadie quiere darle trabajo, muchas de las veces, hasta sin amigos se quedan.

 

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