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Miércoles, 09 Octubre 2013 00:07

Gilberto Lorenzo, con los días contados…

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Por Gerardo Sandoval Ortiz

En la reunión del viernes, los trabajadores sindicalizados  inconformes con su dirigente no se amilanaron con la presencia de funcionarios leales a la administración y cuestionaron con dureza a su dirigente sindical, Gilberto Lorenzo Rodríguez. Con su desdén expresaron desconfianza hacia los regidores Susana Carreño y Humberto Gómez Arévalo, que se desgañitaron jurando apoyar la causa de la masa de empleados que rechazan el fideicomiso municipal, la fórmula de pagar la nómina, por atentar contra sus intereses.

 

Ya el lunes, se concentraron en el viejo edificio de gobierno pero se hallaron con la noticia de que el presidente municipal no estaba en su oficina. Fue otra oportunidad para emplaza al dirigente sindical a quien acusan de conspirar contra ellos y estar del lado del patrón-gobierno. “¿Cuándo vas a darnos las actas de asamblea?” increpó un empleado a Gilberto Lorenzo. Le cuestionan no ayudar a los trabajadores y dedicarse a beneficiar a su familia, a familiares de quienes forman los círculos íntimos de los miembros de la mesa directiva del sindicato.

Entre los trabajadores se impone con fuerza la desconfianza hacia Gilberto Lorenzo Rodríguez. En los pasillos de la presidencia municipal, el dirigente intentaba desviar los señalamientos apuntándoles con su dedo y preguntando “¿a ti no te he ayudado?”. La respuesta siempre fue positiva. La dijeron que no hacía favores sino que era parte de la responsabilidad ayudar u orientar a todo agremiado que recurría al sindicato para buscar ayuda ante atropellos de los jefes municipales.

La rebelión masiva contra el Fideicomiso creado a espaldas de los trabajadores atrapó a Gilberto Lorenzo. Ahora los trabajadores analizan las vías legales para entablar un proceso y destituirlo. A la par de las movilizaciones para echar atrás el fideicomiso fluye al menos un documento donde se recopilan ejemplos de la forma en que su dirigente ha “administrado” el sindicato para beneficiarse, él y familiares, miembros del comité directivo y familiares de estos últimos.

Para el viernes pasado se convocó una reunión en las instalaciones del viejo Hospital Regional. La presencia del oficial mayor administrativo, Ignacio Guzmán García y uno de sus colaboradores les causó desconfianza. La presencia de los regidores Susana Carreño y Humberto Gómez les dio algo de ánimo. Sin embargo, priva la desconfianza hacia el juego de estos dos regidores. No les creyeron de contar con el apoyo que juraron en el micrófono por la simple razón de que ellos dos, como todos los regidores del Movimiento Ciudadano, aprobaron en marzo pasado la propuesta de constituir el fideicomiso. Son muchos los que consideran a Susana Carreño y al “Beto del Infonavit” como auténticos oportunistas que en su momento han aprobado todas y cada una de las propuestas e iniciativas de Ramón Guerrero y solo cuando se pelearon con el alcalde se acercan a ellos prometiendo ayudarlos. Por eso los tachan de ser oportunistas.

Sin embargo, ese mismo viernes muchos sindicalizados ya habían leído el contrato celebrado por funcionarios municipales con directivos del Banamex para crear el Fideicomiso. Leyeron claramente la firma del síndico Roberto Ascencio Castillo, el que se ha erigido como el líder que capitanea a los dos regidores presentes. Roberto Ascencio había negado haber firmado el contrato. Le echaron en cara a Susana Carreño tal afirmación y la dama, con su característico protagonismo, entabló comunicación telefónica con el síndico y éste debió aceptar haber estampado su firma al lado de la de Ramón Guerrero y del secretario general del ayuntamiento, Antonio Pinto Rodríguez. El contrato también exhibe la firma del tesorero Samuel Octavio Pelayo Paz.

Tampoco pasó desapercibido que en descargo personal, Roberto Asencio se justifico diciendo que le pidieron firmar el documento a petición del banco. Dijo que tal firma nunca fue para darle ya protocolo al Contrato sino para un trámite secundario. En palabras más llanas, el síndico se quejó de haber sido chamaqueado. Mas o menos el mismo caso de regidores como Susana Carreño, de Humberto Gómez y Oscar “el canitas” Avalos. Cual chiquillos, ahora todos se escudan en haber sido víctimas de novatadas como fórmula para convencer de estar de lado de los trabajadores. Todos ellos se tiran la bolita. Otro ejemplo, dijo Susana Carreño que cuando le pidieron firmar para autorizar el fideicomiso, le dijeron que ya el dirigente de los trabajadores, Gilberto Lorenzo lo había firmado. Ante semejante exhibida, Gilberto jamás pudo negar tal señalamiento. De donde menos lo esperaron, los trabajadores recibieron la información que les hizo crecer las dudas respecto a la autenticidad y honestidad de su representante laboral. Les quedó claro que tanto Gilberto Lorenzo, como Susana Carreño y demás regidores han atentado contra todos los trabajadores y cual oportunistas de la política, luego de pelearse con el alcalde, ahora tratan de lavar sus pecados.

Entre los poco más de mil sindicalizados crece el descontento contra su dirigente y aumenta el sentimiento de rechazo a la figura del Fideicomiso Municipal. Exigen la destitución de Gilberto Lorenzo y dar marcha atrás al fideicomiso.

A la reunión del viernes, Gilberto invitó a un experto en cuestiones laborales enviado desde Guadalajara por el sindicato de trabajadores del estado y municipios, un personaje del que se refirieron como Pelayo. Lo destacable del discurso de tal personaje fue haber acudido a hablar “de las bondades” del Fideicomiso. Dicho, ya nada de lo que abonó en su mensaje fue creíble. En todo caso, fue un abono más a la desconfianza a Lorenzo Rodríguez. Entendieron que el dirigente lo llevó a hablar en defensa de los intereses de la administración y no a defender a los trabajadores.

De Gilberto Lorenzo Rodríguez, mucho se ha escrito a lo largo de varios años. En algunas áreas habían brotado descontentos pero las mayorías acabaron por defenderlo y mantenerlo en el cargo. Se sabían de los privilegios de familiares de Gilberto y de integrantes de la junta directiva sindical. Muy poco de lo que se denuncia en un escrito hecho público y circulado en redes sociales les era desconocido para los sindicalizados. El caso del hermano del dirigente,  Armando Lorenzo ya se sabía. Los privilegios de Thelma y Alma Zamora, ésta sobrina de “la yuya”, se hicieron públicos hace ya años. El asunto de la mamá del “headhunter” de Javier Bravo Carbajal, Pepe Barbosa, tampoco es inédito. Barbosa fungió como oficial mayor administrativo y poco le faltó para meter en la nómina al perico de su madre. Pero a nada le dieron importancia y Gilberto y amigas se siguieron sirviendo con la cuchara grande.

En el referido escrito dado a conocer este lunes, aparece Chuy López que con apenas 17 años de trabajar alcanzó su jubilación en septiembre del año pasado. El muchacho ingresó en noviembre de 1995. Armando Lorenzo, chofer de su propio hermano y comisionado al sindicato apenas  sumó 14 años para beneficiarse de su prematura jubilación. El hermano de Gilberto ingresó el 8 de junio de 1998. Son ejemplos que ilustran la moda de “regalar” antigüedad a miembros de la cofradía del dirigente. Ahí esta el caso de Yesenia Arribeño Tornero, que logró sumar de la noche a la mañana 8 años de antigüedad.  La famosa “Jessy” tiene registro de alta en el ayuntamiento un 10 de septiembre de 2001 pero resulta que “alguien” le ayudó  y resulta que ingresó desde 1993. Justo en estos años era empleada de Fernando González Corona en su antro Collage. En su momento a la dama la apadrinó su ex patrón y Pedro Ruiz Higuera le dio el visto bueno para entrar al área de la tesorería municipal. Por lo menos dos sobrinas de “la yuya”, famosa secretaria del círculo íntimo de Gilberto, por cierto ya jubilada con cierta premura.

A manera de conclusión, Gilberto Lorenzo, apenas logró madrugar a Manuel Galindo a quien empiezan a añorar,  lo convirtió en una empresa familiar y de otros dos o tres miembros de su comité directivo. Este lunes, lo acorralaron varios trabajadores y uno de ellos le recordó haberle cobrado cinco mil pesos para aceptar su ingreso. Eso aparte de la cuota mensual, los 20 pesos descontada en automático a cada sindicalizado; “espérate, este no es el momento… a esto no venimos aquí...” cortó la frase Gilberto Lorenzo.

 

REVOLCADERO

 

Quizá el fiasco más grande descubierto por los trabajadores municipales en su rebelión contra el gobierno de Ramón Guerrero y su fideicomiso lo representa el síndico Roberto Ascencio Castillo. Por semanas había negado haber firmado el contrato y cuando quedó desnudado, alegó haber sido chamaqueado, novateado, engañado, etc. Su garabato de firma ahí esta, no al lado pero si debajo de la de Ramón Guerrero, Antonio Pinto Rodríguez y Samuel Pelayo. Nadie cree eso de que firmó por que le dijo “el mochilas” que los del banco pedían su firma pero que no fue su firma para darle formalidad al contrato del Fideicomiso. Es una sinvergüenzada la del síndico decir eso. Nadie le cree. Ya todos saben que un día jura haberse peleado  con el alcalde y al otro día se reconcilia y anda de besos y abrazos con “el mochilas”.****** Otro personaje que ha sido exhibido y encuerado es Javier Palacios, el famoso “Clinton”. Desde hacer algunos meses juraba y perjuraba que estaba distanciado y decepcionado del alcalde porque éste no lo nombró jefe o director de alguna dependencia municipal. “El Clinton” aspiraba a mucho más de conservar la plaza que allá a principios de los noventa, le consiguió Rocío García Gaytán. Fue a principios de la administración de Rodolfo González Macías. Con esa mentirilla se acercó a algunos trabajadores, hizo grilla, y empezó a planear crear otro sindicato y darle golpe de estado a Gilberto. Todo cuando le juraba amor eterno a su dirigente el viernes pasado, cortó el sonido del equipo cuando varios furibundos intentaron tomar los micrófonos para exigirle a Gilberto regresar a dar la cara y responder cuestionamientos. “El clinton” cerró los micrófonos y se erigió en un aprendiz del alcalde en eso de cerrar bocas y sellar la libertad de hablar.***** Por cierto, ya habrá tiempo y espacio para entrarle al contrato del fideicomiso. En muchas manos circula copias del documento mas celosamente guardado por Ramón Guerrero Martínez. El síndico también lo ocultó y ahora ya sabemos que intentaba esconder su mentira, la de “y no firmé”, pero que sí firmó. A todo llama la atención la primera cláusula, donde el fideicomitente, es decir, el gobierno municipal transfiere o “invierte” un peso a Banamex para constituir el fideicomiso y destinarlo “a los fines previstos en el presente contrato”.  Las 21 cuartillas del documento, contrato, son dignas del análisis de conocedores del tema y que cada una de sus observaciones sean del conocimiento de los trabajadores.

 

 

 

 

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