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Miércoles, 17 Mayo 2017 00:27

El enemigo de mi enemigo, es mi amigo… o la política es el arte de comer estiércol

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Por Gerardo Sandoval Ortiz

Con los cierres de campaña a la vista, hace tres años, el equipo de José Gómez Pérez arreció sus embestidas contra Héctor Paniagua Salazar, el candidato aliancista que amenazaba el triunfo del PRI en Bahía de Banderas. Los periodistas alineados al oficialismo, un día hacían mofa de Paniagua y al siguiente lo surtían de insultos y ofensas.

Hoy, Paniagua no es candidato pero envió a su sobrina Yusara Ramírez Salazar a competir por una diputación local; es prueba de estar atrás del médico Jaime Cuevas Tello y cerebro de la alianza PAN-PRD-PT-PRS. Desde el pasado fin de semana, Paniagua y José Gómez se toman de las manos, son aliados y asociados, unen fuerzas para combatir al priismo, el partido que los engendró. Es la alianza por la sobrevivencia política de ambos.

Paniagua no fue mal alcalde y lo fue por dos veces. En la tercera, hace tres años, se quedé a unos cuantos cientos de votos. Muchos de sus nuevos amigos, sus aliados del domingo para acá, fueron sus más odiados enemigos en aquella campaña del lodazal de la primavera del 2014.

Gómez soñó ser tan grande como Paniagua, intentó igualarlo y movilizó a su estructura, le cerraron el camino y luego maniobró para imponer de candidato al médico, Alejandro Regalado. Fracasó dos veces, en realidad tres, al pretender la reelección por sus antiguos aliados, Nueva Alianza y Verde Ecologista.

La de Paniagua y Gómez es mucho más que dos enemigos fumado la pipa de la paz y uniendo fuerzas para combatir y derrotar a un enemigo común. Caminan juntos porque en esta batalla, la batalla madre de todas sus guerras, se les va la vida… política.

Nadie sabe a ciencia cierta el alcance real y efectividad de “siempre con la gente”, la asociación civil creada por José Gómez, para hacer trabajo político y social a principios de la década y abrirse camino en el PRI. Presumen que son mil 500 operadores políticos. Sus directores sostienen que no son tales y menos son operadores políticos sino humildes empleados municipales obligados a pedalear bicicletas tantas veces son llamados a rodar y otras veces a gritar consignas y porras si son convocados a mítines políticos.

En la pasada campaña, la estructura de amigos de Héctor Paniagua se puso a prueba y pasó el examen. Los “generales” del grupo del contador dudaban incluso de su efectividad. José Gómez y los suyos estaban seguro s de tener amarrado el triunfo electoral. En la primera parte del agónico conteo de votos, la noche del domingo 6 de julio y madrugada del lunes 7, arrojaba a Paniagua como virtual ganador. Solo al final, con los votos de los últimos paquetes, se pudo saber que Gómez salía airoso. Ese conteo resultó sospechoso a muchos y evidencia irrefutable de que Gómez le había robado la alcaldía a Paniagua. Le ayudaron la Policía Nayarit, decenas de policías enviados por el preso de Nueva York, Edgar Veytia, poderoso fiscal del estado, padrino político en aquel momento de Gómez y el padrino de Héctor Santana. Es historia del dominio público en Nayarit que el fiscal sicario impuso primero a José Gómez y ahora a Santana. Las ambiciones de Santana y la voracidad de Gómez los confrontó y con el padrino encerrado por los de drogas, pelean a muerte y llevan al derramamiento de sangre de los priistas.

Para el priista fiel, para quienes se quedan y hacen suyo a “el honesto” Santana, Gómez es un traidor. Le toca ahora a él tomar el mismo motete que con alegría se dirigía a Paniagua. Ni siquiera tomaba decisiones y antes de la nominación de Santana se emplazó a Gómez hacer suyo la candidatura del nuevo ahijado de Veytia. Si no se alineaba, se le abriría juicio político, muchas denuncias judiciales, se le abrirían infinidad de investigaciones se le dijo. No se dejó intimidar y con Veytia en la cárcel se sintió liberado y decidió el domingo romper con  el PRI. Cierto, no fue él a abrazarse de sus odiados enemigos, la pandilla del “gato miado”, los traidores de Jaime Cuevas, familia y asociados, pero eso no encubre la alianza en la que apuestan la vida Gómez y Paniagua.

Los pasos dados por los políticos de Bahía de Banderas, para ser más precisos, los ex alcaldes priistas Héctor Paniagua, Jaime Cuevas y el hoy alcalde José Gómez se asemeja a los pactos de sangre de las familias mafiosas. Con asombrosa cotidianidad se lee en la actualidad de tales y cuales carteles de las drogas, enemigos declarados, formalizan alianzas para fortalecer sus defensas ante la amenaza de un tercer enemigo. Nada más hace unos días, fuentes gubernamentales soltaron la versión de que el tal “Dámaso el licenciado” pretendía tejer una alianza con los llamados Cartel Jalisco Nueva Generación. No es negocio de drogas el móvil de la disputa en Bahía Banderas pero si un botín y presupuesto arriba de los mil millones de pesos y otros tantos que por año corren por debajo de la mesa. Y más allá del dinero, está en juego la sobrevivencia política de todos estos actores. Paniagua y Jaime Cuevas apuestan su resto. Santana, si pierde, será un golpe del que difícilmente se levantará.

Las campañas están por entrar a la segunda parte y por ningún lado de asoma que alguien haya tomado la punta en la preferencia. Santana el del tricolor y el aliancista Jaime Cuevas presumen encuestas y naturalmente encabezan se colocan arriba. Hasta Moisés Guerra se declara en posición de ventaja. Se les percibe obsesionados y distraídos en ver al adversario y despreocupados en mejorar sus propuestas. Se leen propuestas tan inverosímiles que parecieran expertos pedagogos como para expedir actas y certificados de estudios en un dos por tres. Está buena esa puntada de Santana, la de prometer “prepa” en seis meses. Inicias en enero y para junio, eso se entiende. Estarás listo para irte al Tec de Monterrey, a alguna universidad gabacha, a la UNAM o al Poly, ya de perdis al CUC de Ixtapa y la vía fast trac te convertirá en tiempo record en un flamante “licenciado” en cualquier profesión. Abundan propuestas inverosímiles, achiquillando aquella grandiosa de Chavita  González Reséndiz, la de “soluciones para siempre”.

Más allá de los rimbombantes nombres y las alucinógenas promesas, en donde hay dinero de por medio y contratos a futuro, se antoja que no serán las propuestas las que determinarán el rumbo final. Los actores construyen condiciones para que el domingo de la madre de todas las batalles se imponga la maquinaria mejor aceitada capaz de cruzar un pantano con maloliente lodazal en cuyo fondo pulularán espíritus desprendidos de los cadáveres políticos caídos en campaña.

REVOLCADERO

Dice aquella legendaria frase que la historia se repite primero como tragedia, luego como comedia. Hace tres años, a Ismael Duñalds le tocó comer sapos y bajarse los tacos con un trago de agua amarga. Valió la pena hacer migas con Héctor Paniagua y colgarse de su mano pues le permitió cobrar durante casi tres años en la nómina municipal como regidor. Ahora camina de la mano del médico Jaime Cuevas y le sonríe a todo diente a José Gómez. “El maylon”. Renunció a temprana edad política a todos olores priistas y se declaró hombre de izquierda. Pocos como él han combatido a los corruptos gobiernos de Bahía de Banderas. Hasta hace tres aso era visto como un luchador ejemplar desde las incomodidades de la oposición. Cuando fue regidor le gustó el sueldo y el poder. Compró en plan definitivo lo que en principio fue la renta de la franquicia del PRD. Con Gómez literalmente se lió a golpes en varias plenos edilicios. Al cuñado de éste, Rafael Cervantes, a los dos, los acusó de enriquecerse desde la alcaldía. “El cheché” ya mandó a los suyos por avanzada y que nadie se asombre si la noche del domingo 4 de junio, aparece y le alza la mano al “Duñalds”. Con esa estampa sellarían su compadrazgo político dos tipos que hasta hace algunas semanas juraban matar en un duelo político. Todo gracias al botín en juego. Ismael Duñalds va por el botín. Gómez va por la impunidad, la cobija que le garantice un tranquilo descanso, disfrute y gozo de su dinero sin sobresaltos. ****** Como buen bailarín nos resultó un pésimo negociador político el enviado por el PRI a Bahía de Banderas. Es Arturo Elenes aquel presentador de noticias de una radiodifusora local que ahora cobra como diputado local en Nayarit en funciones de operador estelar en Bahía de Banderas. Los amigos de lenes dicen que le viene guango Toño Lugo Morales, el político de los Altos de Jalisco, que hizo esa misma tarea pero ahora el CEN priista lo mandó a realizar las mismas funciones en Tepic. Elenes Rodríguez hizo sus pininos en el “sector juvenil de su partido en donde alanzó la dirigencia estatal y en cada elección se ofrecía dispuesto a atender el llamado de su partido. Estaban cantados los problemas que debía enfrentar en Bahía de Banderas pero el señor se vino a echar a la hamaca y bajo las palmas, nomás le falta un negro que le sirva sus aguas de coco. Jamás abordó el problema de que es se creen dueños del partido y fue incapaz de sentar a Santana y a José Gómez y acordar el reparto del pastel. A Arturo Elenes se le deberá llamar a cuentas y explique por qué el partido se desmoronó. Si pierde, lo podrán vender en cualquier cantina echándose sus palomazos con lo más granado de José José. Para eso sí es bueno. ****** Los equipos en campaña toman nota y en cada reporte se encienden focos rojos. Las incipientes culpas se sueltan a cuentagotas pero nadie se anime a señalar culpables. Es un vandalismo generalizado visto por todos los rincones del municipio. Hay propaganda de Jaime Cuevas y de Moisés destrozada o robada. También se le ha destruido propaganda de Santana. Con finos cortes le desprenden el rostro del candidato, otra veces frases de campaña. A veces prefieren el simple rayón o el clásico bigote. Cuando esto ocurre, usualmente es presagio de violencia. Bastará que la brigada de algún candidato pille al enemigo para que brote la violencia. Si los vándalos se salen con la suya, los que actúan en la oscuridad de la noche se saldrán con la suya y logrado su objetivo. Todo con el consentimiento de los árbitros electorales que hasta hoy no han salido ni a decir esta boca es mía.

 

 

 

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